“Con la Reforma Hacendaria se acabarán los privilegios que no tienen justificación, ni razón de ser”, dijo Enrique Peña Nieto en la presentación de su iniciativa de reforma fiscal. 

En los números, estos privilegios significan que en México un empleado que gana 6 mil pesos al mes, paga el mismo porcentaje de impuestos que Wal-Mart.

El PAN y el PRD se arrebatan la autoría de las políticas sociales contenidas en la reforma fiscal del Gobierno Federal.

De la misma forma en que lo hizo el PRD, ahora los panistas aseguran que la pensión universal, el seguro de desempleo y otros de estos proyectos siempre fueron promovidos como parte de las políticas de sus administraciones.

Y es que en realidad la política social es la que mayores utilidades electorales arroja y por eso a los partidos les conviene ser responsables de esa parte de la reforma fiscal. 

En el tema de la reforma fiscal, una de las propuestas incluidas dentro de la iniciativa presentada esta semana por el presidente Enrique Peña Nieto ha intensificado el conflicto entre las compañías refresqueras y algunas asociaciones civiles. 

La propuesta en cuestión gravaría con un impuesto especial sobre producción y servicios (IEPS) a las bebidas azucaradas, como refrescos, jugos, tés, concentrados, entre otras, a una tasa de un peso por litro. 

Las dos caras de la luna.

Una que deja sin impuestos los alimentos y medicinas, y otra que grava hasta los chicles.

Depende de qué lado se vea.

Una reforma hacendaria con espíritu social que se preocupa por los que menos tienen con un seguro universal.

Y descarga del IETU a muchas empresas, sobre todo pequeñas, que estaban condenadas al cierre.

Pero también es una iniciativa que no sólo busca acabar con privilegios fiscales para unos cuantos.

Contrario a lo que se daba por hecho, el presidente Enrique Peña Nieto presentó su Reforma Hacendaria y de Seguridad Social que aprieta las tuercas a los de mayor ingreso  y beneficia a los de menores ingresos.

Así, de un plumazo, la propuesta de Peña Nieto –sin dar a conocer todavía “la letra chiquita”– mantiene sin cambios el IVA en 16 por ciento y no grava con ningún impuesto a medicinas y alimentos.

La propuesta anuncia el cobro de impuestos sobre las ganancias que las empresas pagan a sus dueños,  y las utilidades obtenidas en la Bolsa Mexicana de Valores.