Hasta antes del 26 de septiembre, Ayotzinapa no era un nombre que figurara en el mapa.
En el más reciente censo del Inegi, el pequeño pueblo que alberga entre sus montañas a la Normal Rural, no llegaba ni a los 2 mil habitantes y poco se sabía de él. Ahora, Ayotzinapa es una palabra tristemente común. Y el pueblo, solo un lugar triste.
Hasta ese lugar, la mayoría de los padres de los 43 normalistas desaparecidos el 26 de septiembre en Iguala han llevado sus pertenencias y sus rezos.
Carolina Hernández