Yo no creo en el COVID: tres historias de incredulidad en la CDMX

Aunque los habitantes de la Ciudad de México tienen acceso a la información, actualmente se enfrentan a las Fake News acerca del COVID-19

Es el sábado previo al Día de las Madres en medio del COVID-19. Fabián, Sara y Rigoberto acaban de llevarse al bolsillo un puñado de monedas, y mientras se secan las manos del agua de los vidrios que acaban de limpiar miran su celular y abren su WhatsApp.

Los tres, extrañados de noticias, varias, que no habían visto en la tarde anterior: los hospitales están asesinando gente; el COVID-19 no existe; los doctores extraen el líquido de las rodillas de las personas.

Fabián, Sara y Rigoberto cuentan el por qué no creen en una pandemia que ya lleva más de 297 mil muertes alrededor del mundo.

1- Fabián, 44 años, comerciante

Fabián casi no se aparta de su celular. A veces lo guarda en el bolsillo derecho de su pantalón caqui; pero, la mayoría de las veces lo revisa por si le falta leer un mensaje de su Whats, dice.

Las noticias le llegan incesantemente y él lee cada una de ellas. Avisos, alertas e información relacionada al COVID-19 es lo principal del día; sin embargo, Fabián asegura que todo es falso.

La pandemia es un invento del gobierno. No existe. Se hizo para que los países tuvieran más poder político y económico. Fabián permanece firme en su opinión y comparte que se trata de un espectáculo armado por las autoridades para controlar el pensamiento de los mexicanos.

Efectivamente, Fabián no utiliza cubrebocas porque “eso no existe, son chingaderas del gobierno. No tengo miedo”. Desde que la cuarentena comenzó, dejó momentáneamente su negocio en el Centro Histórico y se fue de lleno como limpiaparabrisas.

“De alguna u otra manera el que sabe cuándo vas a morir es el de arriba. Desafortunadamente mucha gente se está quedando sin trabajo por este desmadre. Y ahorita en esta chambita me llevo al día que cien, ciento cincuenta, ya por muy bien de a seiscientos”, explica.

La única ventaja del invento del COVID-19 es la policía. Fabián sonríe y agradece que la cuarentena sirva de distracción para que él y sus compañeros trabajen a gusto.

“Por lo mismo de este desmadre ahorita los polis ni nos pelan. Nos han amenazado de que después de este desmadre nos van a agarrar y echar al tambo”, comenta.

2- Sara, 48 años, ama de casa

No quiere que le tomen foto a su cara. El lavado fue breve. Sara no desperdició los 40 segundos de semáforo en rojo y limpió el parabrisas de una camioneta roja. Roció el jabón que escupió su botella de antes Seven Up. Y luego cortó la espuma con un recogedor del tamaño de su brazo.

Se enfermó hace 15 días. Presentó los síntomas que dice el gobierno y se automedicó con recetas caseras que conocía por su madre, quien ya no vive.

El último lugar que ella pisaría sería un hospital. Por las noticias de su celular sintió que algo andaba mal en aquellos lugares. Rumores sobre que asesinan personas desvanecieron toda confianza en ella para acudir al doctor.

“Ya no sé si creer. Muchos de mis amigos me han advertido que nunca vaya al hospital porque si entras de ahí no sales”, dice Sara y piensa que los muertos por COVID son un invento, “es mentira, la gente se muere por muchas otras cosas y no puedo creerlo”.

Cuando estuvo enferma solo se lloró a sí misma. No le dijo a nada a sus hijos. No quiso preocupar a nadie en su casa. Se dijo que pronto pasaría todo y que no había que temerle a la muerte, como en el 19-S.

“Todos nos vamos a morir de algo. Por eso ya estamos curados de tantos espantos”, ríe. “Por ejemplo en el terremoto de hace tres años tembló y tuvimos miedo, pero de algo nos vamos a morir”.

3- Rigoberto, 25 años, conserje del Hilton

Un día le dijeron a Rigoberto que cerrarían el hotel Hilton, donde él trabaja como conserje, por la cuarentena del COVID-19. Fue allá donde le recomendaron buscarse otro trabajo por lo mientras. “Va para largo”, le dijeron.

Un instante después ya estaba trabajando como limpiaparabrisas. Un amigo lo jaló, pero no le gustó. A Rigoberto le molesta mucho la actitud de los conductores.

Dice que, aunque necesita el dinero, no soporta que le avienten el carro. Y con la contingencia sanitaria, cree que son exagerados los comportamientos de los automovilistas.

“Luego nos dan el dinero en una servilleta, en una bolsa, o hasta se ponen sus guantes bien payasos. Hay gente que sí es buena onda y da buenas propinas y nos dicen que nos cuidemos; pero, muchos sí se ponen payasos”

Rigoberto no cree en el COVID. Cree que se trata de rumores que se han creado para asustar a la gente ya que los doctores están extrayendo líquido de rodillas de las personas.

El muchacho comenta que todo lo ha visto en su celular y en las noticias que le llegan por WhatsApp. Evoca una información sobre que las personas están descubriendo cientos de muertos en algunos hospitales, lo que se le hace raro.

“Es pura mamada, algún día nos va a tocar algo pero esto es invento. Y ahorita no te puedes poner al pedo porque pues con dinero baila el perro”

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