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Un libro negro en la FIL

Esta es la historia de Raúl Padilla López escrita por la Dirección Federal de Seguridad (DFS), la policía secreta y de espionaje político que operó durante 38 años en el país. 

Es la vida del hombre fuerte de la Universidad de Guadalajara (UdeG) envuelta en armas, sangre, impunidad y enfrentamientos. Una violencia constante y sistemática de la que fueron testigos los agentes de la DFS y que registraron en decenas de informes oficiales que integran un expediente de 373 hojas resguardado en la galería 1 del Archivo General de la Nación (AGN).

La DFS documentó cómo Padilla condenó en público a los grupos armados, pero los mantuvo y usó en su beneficio
En marzo pasado se cumplieron 35 años de la salida de Raúl Padilla de la FEG, y en abril 25 años desde su llegada a la rectoría de la máxima casa de estudios: más de dos décadas de su poderío en la Universidad de Guadalajara
https://www.youtube.com/watch?v=2t_TjEsoiv4

Esta es la historia de Raúl Padilla López escrita por la Dirección Federal de Seguridad (DFS), la policía secreta y de espionaje político que operó durante 38 años en el país. 

Es la vida del hombre fuerte de la Universidad de Guadalajara (UdeG) envuelta en armas, sangre, impunidad y enfrentamientos. Una violencia constante y sistemática de la que fueron testigos los agentes de la DFS y que registraron en decenas de informes oficiales que integran un expediente de 373 hojas resguardado en la galería 1 del Archivo General de la Nación (AGN).

La participación política de Padilla López, sus declaraciones públicas, su presencia en manifestaciones y su simpatía por los movimientos de izquierda, pero sobre todo su participación en hechos violentos y su liderazgo en la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG), provocaron que los policías de la DFS –vigilantes de todo lo que pudiera inquietar al régimen– pusieran especial atención en su figura. 

Este particular interés hizo posible que hoy exista un voluminoso expediente sobre él con información que va del 28 de diciembre de 1972 al 23 de octubre de 1985.

De acuerdo con la versión pública del expediente archivado en el AGN, la primera mención que la DFS hace de Padilla López es por el suicidio de su padre, Raúl Padilla Gutiérrez.

Un informe de dos hojas con el número 100-12-1 y fechado el 28 de diciembre de 1972, describe cómo el Ministerio Público y los paramédicos de la Cruz Verde encontraron a Padilla López frente al cuerpo de su papá, que en el despacho 203 de la Avenida Vallarta 1286 se quitó la vida con un arma. 

El documento –tachado en varias de sus líneas para ocultar información sensible y personal− señala que en el momento del suicidio, Padilla López estaba acompañado por su amigo Salvador Martínez Jáuregui. 

Sin duda, la importante carrera política de Padilla Gutiérrez y su cercanía con el PRI llevó a la policía secreta a interesarse en este fallecimiento y a elaborar un informe firmado por Luis de la Barreda Moreno, director de la Federal de Seguridad. 

Después de la muerte de su padre, Padilla López perdió relevancia para la DFS y fue hasta 1975 –ya con un mayor papel protagónico entre los estudiantes universitarios y con presencia en los medios de comunicación− cuando sus apellidos cobraron interés y aparecieron con más frecuencia en los reportes que los agentes enviaban todos los días de Guadalajara a la Ciudad de México.

Relación violenta

En el conjunto de informes se establece una constante y precisa relación del actual presidente de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) con hechos violentos, incluso antes de que llegara a la presidencia de la FEG en 1977. 

El 21 de junio de 1976 un agente describe cómo el asalto a dos casetas de policía, en Guadalajara, terminó en el domicilio de Padilla. 

Después de robar pistolas y uniformes a policías, cuatro de los ladrones –entre ellos estudiantes de la Preparatoria 2– se refugiaron en la casa de Padilla y le entregaron una escopeta calibre .12 y una pistola para que las guardara. 

Jesús Hermosillo Borja, alias “El Coco”, herido en la balacera desatada después del segundo asalto, fue detenido en el hogar de Padilla por agentes encubiertos de la DFS.

Interrogado “El Coco”, la aprehensión del resto de ladrones se hizo en cuestión de horas. Jesús Sandoval García, alias “El Jesse”, declaró que las armas quitadas a los policías las pensaban utilizar para “su defensa en la próxima elección estudiantil”, ya que simpatizaban con la candidatura de Padilla a la presidencia de la FEG. 

Tanto “El Jesse” como Crescencio Sotomayor Sánchez, alias “El Soto”, revelaron a la DFS que habían acudido a la casa de Padilla para que les dijera qué hacer con su compañero herido. 

Para entonces, los asaltos, balaceras y enfrentamientos callejeros protagonizados por fegistas eran bien conocidos por los habitantes de Guadalajara, acostumbrados a los excesos y atropellos de la organización estudiantil que vivió en los años 70 la etapa más violenta de su historia.

Los pistoleros de Padilla

La información enviada por agentes secretos da cuenta de las actividades violentas en las que se veía relacionado Padilla y la polémica FEG

Las agresiones no eran pleitos de salón. La FEG recurrió a los asesinatos, a las desapariciones, a la coacción y al vandalismo para perpetuar su poder en secundarias, preparatorias, facultades, grupos juveniles y en buena parte de la cúpula universitaria. 

Por estas razones había un gran interés de los agentes de la DFS por seguir a los estudiantes armados y a sus dirigentes. 

El accionar de pistoleros en el círculo cercano de Padilla durante su presidencia en la FEG –de 1977 a 1979– fue documentado por la policía. Los reportes no dejan duda de la impunidad con que se movían y actuaban. 

Un extenso informe del 5 de septiembre de 1977 detalla las actividades de la Jornada de Solidaridad Chilena y hace énfasis en la presencia de hombres armados con pistolas y metralletas en el Aeropuerto de Guadalajara como parte de una comitiva de mil 500 personas –encabezada por Padilla– para recibir a Elizabeth Allende, hermana del ex presidente chileno Salvador Allende.  
El 21 de abril de 1978 los agentes de la DFS fueron testigos y documentaron el violento modus operandi de los fegistas armados, que siempre estaban con el dedo en el gatillo y disparaban sus armas en cualquier momento y circunstancia. 

El informe de ese día describe la balacera que ocurrió en una manifestación encabezada por Padilla y organizada por escuelas secundarias afines a la FEG. 

“A las 15:35 horas se escuchó una detonación de arma de fuego, resultando herido un acompañante del presidente de la FEG, Raúl Padilla López, de nombre Francisco, al que apodan ‘El mugres’”, indica el documento firmado por el jalisciense Javier García Paniagua, entonces director de la Federal de Seguridad. 

El reporte ofrece una descripción de los hechos y establece que se escucharon otras dos detonaciones realizadas por miembros de la FEG para repeler la agresión. Con todo y disparos, la marcha de mil 500 personas siguió su camino y concluyó en la Plaza de las Sombrillas, en el centro de Guadalajara.

Las armas le sirvieron a la FEG para defenderse y atacar rivales, pero sobre todo para arreglar sus problemas internos. 

En el libro “La charola”, Sergio Aguayo asegura que las disputas internas de la organización causaron más bajas que los enfrentamientos con otros grupos, como el Frente de Estudiantes Revolucionarios (FER), odiado rival de la FEG. 

Según un recuento del costo social de la violencia política generada en Guadalajara entre 1970 y 1980 −elaborado por Aguayo con bases documentales− 19 fegistas murieron por pleitos propios. 

“Las diferencias se empezaron a dirimir a balazos con armas cada vez más poderosas”, relata Aguayo en su libro.

No era casualidad, entonces, que el presidente en turno de la FEG tuviera un séquito de hombres armados a su disposición. 

La DFS destacó en un informe, fechado el 23 de mayo de 1977, que efectivos militares a cargo del general Ramón Mota Sánchez, comandante de la Decimoquinta Zona Militar, habían “despistolizado a cuatro alumnos guardaespaldas de Raúl Padilla López”. 

Irónicamente, ese mismo informe consigna las declaraciones de Padilla en los medios de comunicación, respaldando la campaña contra las armas emprendida por el gobierno de Flavio Romero de Velasco, y agrega que el presidente de la FEG “eludió contestar la pregunta en el sentido de quién iba a ser el organismo que se encargaría de despistolizar al estudiantado jalisciense, ya que no hay estudiantes de nivel preparatoriano en adelante, que no llegue armado a clases”. 

De esta forma, sin adjetivos y con el único interés de describir lo que sucedía, la DFS documentó cómo Padilla condenó en público a los grupos armados, pero los mantuvo y usó en su beneficio. 

En agosto y septiembre de 1978, la policía política reportó sendos incidentes violentos dirigidos por Padilla. El primero es narrado por un agente de la DFS enviado al Festival Mundial de la Juventud, realizado en La Habana, quien destaca las agresiones de la FEG en contra de varios integrantes de la delegación mexicana que acudió al encuentro. 

El parte da cuenta de los golpes que Padilla y otros fegistas propinaron a Francisco Gaspar, oficial mayor de la Liga de Comunidades Agrarias y Sindicatos Campesinos del Estado de Jalisco, así como de los ataques al Movimiento Nacional de la Juventud Revolucionaria (MNJR), organización priista encabezada entonces por Roberto Madrazo Pintado.

En el segundo incidente −del 29 de septiembre− la DFS informa de la presencia del presidente de la FEG y de 70 alumnos en el edificio de la Dirección de Seguridad Pública para sacar por la fuerza a varios estudiantes detenidos. 

“…en forma violenta, se introdujeron en busca del Mayor Ramírez Santamaría, a fin de tratar de liberar a sus compañeros, por lo que el Cuerpo de Antimotines lanzó bombas lacrimógenas en contra de estos elementos”, establece el reporte redactado por un agente, pero firmado por Miguel Nazar Haro, recién nombrado director de la Federal de Seguridad.

Marcado por la muerte

Con mucha información, pero poco análisis, la policía secreta también prestó atención a las preferencias políticas de Padilla y a su cercanía con movimientos de izquierda. 

Infiltrados en conferencias y reuniones que el Partido Comunista y el Partido Popular Socialista realizaron en Guadalajara en 1977, los agentes descubrieron que entre los asistentes estaba el actual presidente de la Feria Internacional del Libro. 

Incluso, después de concluir su periodo en la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG) en 1979, Padilla siguió en el radar de la DFS por su activismo político en el Partido Socialista Unificado de México (PSUM) y por su constante intervención en conflictos estudiantiles como presidente de la Confederación de Jóvenes Mexicanos (CJM).  

El último informe de la DFS en el que aparece Padilla está fechado el 23 de octubre de 1985, y es en el contexto de un mitin que se realizó en la Plaza de los Laureles para celebrar el Día de acción continental contra el pago de la deuda externa. El documento solo menciona que fue el presidente de la FEG y que acompaña a su hermano José Trinidad Padilla López, entonces cabeza de la Federación. 

La Dirección Federal de Seguridad desapareció en los últimos meses de 1985 y se convirtió en la Dirección de Investigación y Seguridad Nacional, antecedente directo del actual Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN). 

Por su parte, la FEG sobrevivió, aunque ya muy debilitada por sus pugnas internas y por las acciones que el mismo Padilla realizó en contra de la organización estudiantil cuando fue rector de la UdeG de 1989 a 1995. 

La FEG ha seguido envuelta en una realidad llena de violencia, armas y muerte. En diciembre de 2011, en su vetusto edificio de la calle Carlos Pereyra se encontraron cinco personas enterradas en una improvisada fosa. Dos fueron asesinadas con una pistola calibre .32 y cuatro eran estudiantes de preparatoria. La marca de la casa estaba en esos cadáveres.

Padilla, por su parte, consolidó una discreta carrera en la burocracia universitaria hasta alcanzar la rectoría general de la UdeG el primero de abril de 1989. 

En 1995 dejó ese cargo, pero no el poder. Desde entonces, conduce el rumbo político de la máxima casa de estudios y ejerce un férreo liderazgo en la cúpula universitaria. 

Formalmente mantiene una posición en la estructura universitaria como presidente de la Fundación Universidad de Guadalajara A.C., un conglomerado de organismos, fundaciones y patronatos que buscan generar millonarios recursos para impulsar proyectos que van del futbol a la difusión cultural. 

Padilla encabeza también la Feria Internacional del Libro y el Festival Internacional de Cine de Guadalajara, posiciones que le han permitido alcanzar una presencia nacional e internacional mayor que la de cualquier funcionario de la UdeG, al grado que en 2013 el gobierno francés lo condecoró con la Orden de la Legión de Honor en Grado de Caballero.

Pero algo no ha cambiado en la historia que contó la Dirección Federal de Seguridad: la violencia en el entorno de Padilla. 

En octubre de 2009, su chofer, Andrés González Negrete, fue atacado con armas de fuego y sobrevivió aun cuando le dispararon en la cabeza. Un mes después, su exsecretario particular y operador, Fernando González Sandoval, fue asesinado por José Richard y Gustavo Mancilla Valdez, que según la Procuraduría estatal también habrían sido los autores del atentado en contra de González Negrete. Los hermanos Mancilla, que percibían sueldo en la Procuraduría, eran guardaespaldas de Padilla.

Hoy como ayer, la muerte es una marca indeleble en la biografía del hombre fuerte de la Universidad de Guadalajara.