La amenaza nunca se fue

Como en el cuento de Monterroso, cuando despertamos, Donald Trump seguía ahí. Esta semana, el presidente de Estados Unidos concluyó su tregua mediática con México al declarar que si no se realizaban modificaciones de fondo al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), su administración ordenaría la cancelación del acuerdo.  Tal como sucedió en enero, cuando los tweets de Trump desencadenaron una crisis diplomática entre México y Estados Unidos, el peso resintió el efecto de las declaraciones presidenciales.

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Es el arancel máximo que Estados Unidos podría imponer a las importaciones desde México si se cancela el TLCAN, de acuerdo a las reglas de la OMC
La expectativa de que el presidente estadounidense moderaría su postura de política económica de manera permanente ha sido seriamente cuestionada por los sucesos recientes
“Estamos enviando fuertes señales al mundo: vamos a defender a nuestros trabajadores, a proteger nuestros empleos y finalmente a poner a América primero”
Donald TrumpPresidente de Estados Unidos

Como en el cuento de Monterroso, cuando despertamos, Donald Trump seguía ahí. Esta semana, el presidente de Estados Unidos concluyó su tregua mediática con México al declarar que si no se realizaban modificaciones de fondo al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), su administración ordenaría la cancelación del acuerdo.  Tal como sucedió en enero, cuando los tweets de Trump desencadenaron una crisis diplomática entre México y Estados Unidos, el peso resintió el efecto de las declaraciones presidenciales. En los últimos dos días, la  moneda mexicana ha perdido 1.82 por ciento de su valor frente al dólar.

El mensaje de Trump pone de relieve tres elementos clave de cara a la renegociación del TLCAN, el acuerdo en el que está cimentado el modelo de desarrollo mexicano: que el clima de incertidumbre representa una constante que no ha podido ser mitigada, que el marco legal de la ruptura del TLCAN favorece a México en términos tarifarios y que el escenario político estadounidense ha cambiado drásticamente en los últimos meses.

El fin del júbilo

La retórica de nacionalismo económico que caracterizó a la campaña de Donald Trump se mantuvo en silencio durante los últimos dos meses. Fue hasta el martes pasado que el presidente revivió una de las facetas de su discurso que mayor temor generó entre los socios comerciales de Estados Unidos, entre las instituciones económicas multilaterales y entre los inversionistas globales.

El adagio reza que, en política, la forma es fondo.  El regreso del alegato proteccionista tuvo lugar en una planta de herramientas de Wisconsin, uno de los estados manufactureros que fueron clave para la victoria electoral de Donald Trump.

El motivo del evento fue el de resaltar una orden ejecutiva denominada “Buy American, hire American”: compra lo estadounidense y contrata un estadounidense.

A pesar de que el consenso de analistas argumenta que este tipo de órdenes ejecutivas tienen un alcance limitado, el cambio de discurso de Trump marca un punto de inflexión importante.

La expectativa de que el presidente estadounidense moderaría su postura de política económica de manera permanente ha sido seriamente cuestionada por los sucesos recientes.

A menos de dos semanas de que se cumplan los primeros cien días de la administración de Trump, aún no existe claridad respecto al rumbo que tomará la política económica de este gobierno.

La prensa estadounidense ha reportado ampliamente sobre una disputa al interior de la Casa Blanca entre un grupo que favorece una posición de nacionalismo económico y un grupo que privilegia el status quo a favor del globalismo y el libre comercio.

Las declaraciones de Trump, en las que el presidente insistió con su lema de campaña de que “el TLCAN es un desastre”, rompieron con la percepción de que el gobierno se estaba alejando de posturas estridentes en materia comercial.

El 17 de abril, un día antes del evento en Wisconsin, la agencia Reuters publicó un artículo titulado “El banquero de Wall Street (Gary) Cohn mueve a Trump hacia políticas más moderadas”.  La nota refiere que el director del Consejo Económico Nacional había tenido éxito en desplazar a asesores como Stephen Bannon para empujar una agenda pro libre comercio y pro globalización en la Casa Blanca.

Espejismo comercial

Después del 20 de enero, fecha en la que Donald Trump asumió la presidencia, la economía mexicana comenzó a desprenderse de las perspectivas apocalípticas que auguraban algunas instituciones financieras.

A partir de ese día, el peso dio inicio a una tendencia ascendente sin precedentes desde que se liberalizó el tipo de cambio hace más de dos décadas. Entre el 20 de enero y el 17 de abril, el peso se apreció 14 por ciento frente al dólar.

Para muchos, esto era una señal evidente de que prevalecería el status quo de la relación comercial entre México y Estados Unidos.

La sensación de complacencia puede ser resumida en la declaración que Raúl Martínez-Ostos, director general de Barclays México, ofreció a la agencia Bloomberg en la Convención Bancaria celebrada el mes pasado: “Parece ser que el escenario catastrófico que todos preveíamos no va a suceder”.

Inversionistas globales de la talla de Discovery Americas direccionaron parte significativa de su capital hacia México. Datos del Banco de México muestran que, en relación al 20 de enero, la tenencia de valores gubernamentales en poder de residentes en el extranjero se ha incrementado 4 por ciento.

El reporte de direcciones de inversión de marzo de Blackrock, la firma de administración de activos más grande del mundo, destinó un apartado completo para señalar que el balance de riesgos en México se ha deteriorado: “Aunque el ajuste cambiario ha apoyado a las exportaciones y al consumo, nos mantenemos con cautela dadas las tensiones políticas domésticas y con Estados Unidos”.

De hecho, Blackrock recomendó elevar la ponderación de los mercados emergentes en el portafolio de sus clientes, con la excepción de los activos mexicanos.

Por otra parte, el reporte de Perspectivas Económicas Globales que el Fondo Monetario Internacional publicó esta semana cita a la “disrupción del comercio global” como el principal riesgo para la economía mundial. Se hace referencia explícita a la incertidumbre generada por la falta de claridad de rumbo de la administración de Trump.

En ese sentido, el regreso de la retórica proteccionista del presidente estadounidense significa el fin de la complacencia para las autoridades mexicanas, las cuáles, según el canciller Luis Videgaray, pretender iniciar la negociación comercial del TLCAN este verano.

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