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Tropa policiaca, inconforme

La adrenalina sube, la confrontación pasa de los gritos a los golpes, manifestantes y granaderos se enfrentan cuerpo a cuerpo sin distinción de géneros, caiga quien caiga. Un ex diputado del PRD es de los afectados por el gas y por los golpes.

Los granaderos son satanizados y fustigados por el gobierno del Distrito Federal, que enfrenta las críticas por reprimir de forma violenta la manifestación. El responsable de activar el gas, cesado de inmediato. Los granaderos, los malos de la película.

El mando de la tropa en la SSPDF relata que a diario los uniformados padecen los embates de los manifestantes que vienen de otros estados de la República y de la capital misma
El personal de los agrupamientos que cada día hacen frente a los embates de violentos inconformes piden usar ‘instrumentos’ de disuasión como lo hacen las policías federal, municipal y estatal

La adrenalina sube, la confrontación pasa de los gritos a los golpes, manifestantes y granaderos se enfrentan cuerpo a cuerpo sin distinción de géneros, caiga quien caiga. Un ex diputado del PRD es de los afectados por el gas y por los golpes.

Los granaderos son satanizados y fustigados por el gobierno del Distrito Federal, que enfrenta las críticas por reprimir de forma violenta la manifestación. El responsable de activar el gas, cesado de inmediato. Los granaderos, los malos de la película.

A la tropa le disgusta esa imagen. Los elementos de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal (SSPDF) tienen “frustración, coraje y enojo y en términos de inicio, desapego a la moral institucional”, refiere un informe elaborado por un mando, que fue entregado al titular de la corporación Manuel Mondragón y Kalb.

El escrito dirigido al jefe de gobierno, Marcelo Ebrard Casaubón, resalta las “inquietudes” que permean entre el personal de los agrupamientos que a diario enfrentan los embates de violentos manifestantes, a quien tienen prohibido responder los ataques.

“Me permito comunicar a usted inquietudes que por ahora se presentan y que podrían transformarse en el futuro en problemas que quizá afecten la operación policial en la Ciudad de México”, puntualiza el documento.

Sin ánimo de “santificar” a los elementos policiacos, el mando de la SSPDF relata que a diario los uniformados padecen los embates de los manifestantes que vienen de otros estados de la República y de la capital misma.

Son campesinos, electricistas, sindicalistas, maestros, estudiantes, ciudadanos que mientras ejercen su derecho a manifestarse a veces cometen tropelías, dañan el mobiliario urbano de la ciudad y agreden a los policías. Muchos de ellos con extrema violencia, anarquía, que ponen en desventaja a los uniformados por el número.

“No en pocas situaciones el personal recibe agresiones de palabra y de hecho, no es poco infrecuente que resulten con lesiones, a veces graves y por el contrario, no deben actuar en términos cruentos porque así lo hemos ordenado y como se observa esto se cumple en forma exhaustiva.

“Si acaso algún elemento no responde de otra forma más drástica, ahí es donde se ubica al centro de atención no solo de la prensa, de los legisladores antagónicos al gobierno, de organizaciones y de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, sino también reciben extrañamientos en lugar de reconocimientos de las propias estructuras cupulares del GDF”, apunta el texto.

A partir de esta situación, la tropa comenta y deduce lo ocurrido, acumulando sentimientos de coraje y frustración por la falta de reconocimiento y porque, en estricto sentido son apaleados por los manifestantes y sus jefes.

El caso más reciente que colocó a los granaderos en el ojo del huracán fue la manifestación afuera del Senado de la República que encabezó el ex diputado Gerardo Fernández Noroña, quien organizó un “sentón” para oponerse a la Reforma Laboral que se debatía en el recinto ubicado en Reforma.

La protesta se tornó violenta cuando los granaderos intentaron desalojar a los manifestantes a fin de permitir el ingreso de los senadores al recinto el pasado 2 de octubre.

La situación era álgida. Los manifestantes no cedían ante el diálogo e impedían el acceso. Ese día trascendió que el senador Ernesto Cordero pidió al jefe de gobierno, Marcelo Ebrard, su intervención para garantizar la seguridad afuera del recinto.

Empantanada como estaba la situación, los policías optaron por lanzar gas lacrimógeno sobre los manifestantes que estaban en la calle de París, esquina Madrid, colonia Cuauhtémoc. Así, al fin, lograron abrir paso a algunos senadores que viajaban en camionetas para ingresar al Senado.

Entre los afectados por el gas estaba el polémico perredista Fernández Noroña. El reclamo no tardó en llegar. Cuando las críticas subieron de tono y se exigía al jefe de la policía capitalina actuar en consecuencia.

El secretario de Seguridad Pública, Manuel Mondragón y Kalb, anunció que luego de ubicar al policía que roció con gas pimienta a los manifestantes se le retiró el mando que ostentaba.

“Un policía llevó un gas personal, lo identificamos y lo traje a mi oficina, le dije de lo que hasta se iba a morir y perdió el mando”, dijo en entrevista con una cadena radiofónica.

“Ubiqué a la persona, se le ocurrió de forma individual y personal sacar su botecito de gas, fue el único, aquí tengo la fotografía y naturalmente voy hasta las últimas consecuencias con quien no cumple órdenes claras y precisas, pero realmente solo puedo decir que es un puntito negro en el arroz”, recalcó en aquella ocasión el funcionario sin prever que el mensaje irritara a la tropa.

Esa tropa que por resolver las manifestaciones que ocurren todos los días en la capital gana 7 mil pesos mensuales por tolerar insultos, golpes y vejaciones.

Por eso, en el documento que fue enviado a Manuel Mondragón y Kalb para su análisis con miras de que llegue al jefe de gobierno, se expone la necesidad de dotar de mayores atribuciones a este cuerpo de la policía capitalina.

“Solicito a usted se medite sobre la posibilidad de utilizar otros medios de uso de la fuerza permitidos por la ley e indebidamente satanizados como los agentes químicos, los que no producen daño”, puntualiza el documento redactado con marcado tono de subalterno a sus superiores.

“Si así fuera autorizado, se realizaría una intensa campaña de difusión de los criterios y situaciones para su uso”, concluye no sin antes mencionar que estas herramientas son comúnmente utilizadas por las policías federal, municipal y estatal, que además está armada con tolfas, garrotes y otros elementos disuasivos.

Habrá de prestar atención Manuel Mondragón y Kalb a la inconformidad de la tropa, sobre todo si pretende repetir en el cargo de secretario de Seguridad Pública local, en el gabinete de Miguel Ángel Mancera Espinosa.

Y es que deberá recordar que a la delincuencia organizada le resulta muy fácil reclutar y corromper para sus cuadros a elementos de la policía.

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