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Tierra sin registro

La falta de documentación oficial y el abuso de líderes comunales ha frenado la obtención de documentos de propiedad y el reconocimiento como comunidad indígena a un grupo de habitantes de Santa María Tequepexpan. 

Y es que a decir de los vecinos de la zona, en los últimos 20 años sus representantes, más allá de facilitar estos trámites, los complicaron para beneficiarse a pesar de los litigios agrarios pendientes.

"Los que nos han representado han hecho una especie de cacicazgo. Tenemos gente contraria muy pudiente en la cuestión económica y la cuestión política”
Cordelio LimónComunero Santa María Tequepexpan
Los Tequexes y los Cocas son los grupos étnicos que habitaron ese espacio. Los comuneros aseguran ser sus descendientes

La falta de documentación oficial y el abuso de líderes comunales ha frenado la obtención de documentos de propiedad y el reconocimiento como comunidad indígena a un grupo de habitantes de Santa María Tequepexpan. 

Y es que a decir de los vecinos de la zona, en los últimos 20 años sus representantes, más allá de facilitar estos trámites, los complicaron para beneficiarse a pesar de los litigios agrarios pendientes.

“Siempre se ha dicho que son dueños de la tierra, son varias familias, algunas que no recuerdo su nombre, pero por decir, los Aguilar Valencia”, afirma Vicente Alba Silvestre.

A pesar de los conflictos territoriales, esta familia ya ha sido señalada como beneficiaria de los terrenos del Santuario de los Mártires de Cristo, que están dentro del polígono de la comunidad y de los que se apropiaron sin acuerdo alguno.

Las tierras donde se asentó la familia de José Aguilar Valencia pertenecen a la comunidad de Santa María Tequepexpan, señala el miembro de la mesa directiva de Comuneros Unidos.

El poco peso político y económico que tienen los comuneros ha atorado la regularización de sus predios.

Hasta hoy la recopilación de documentos históricos en el Archivo General de la Nación ha permitido un verdadero avance, señala Javier Rodríguez. 

Y es que en dichos documentos se señala el perímetro de aproximadamente mil 500 hectáreas que conforma la comunidad.

En entrevista, el asesor jurídico de los Comuneros Unidos de Santa María Tequepexpan explica que son dos las exigencias particulares de este grupo de ciudadanos: la obtención de títulos de propiedad y el reconocimiento como comunidad indígena.

Los Tequexes y los Cocas son los grupos étnicos que habitaron ese espacio y de los que los comuneros aseguran ser descendientes.

 “Nos dimos a la tarea de buscar los antecedentes históricos, encontrando en el Archivo General de la Nación y en otros archivos documentos virreinales.

“Esos documentos en otros procedimientos no se habían localizado, fue necesario fortalecer el equipo de asesores con licenciados en historia, cronistas, investigadores y paleógrafos, para poder localizar estos documentos que ahorita ya se cuenta con ellos”, aseguró Javier Rodríguez. Ante la ausencia de un fallo que reconozca a la comunidad por parte de los Tribunales Agrarios, la Comisión para la Regularización de la Tenencia de la Tierra (Corett) está imposibilitada para iniciar la escrituración de estas tierras.

Rodríguez espera el apoyo de autoridades municipales y federales, como la Secretaría de Desarrollo Agrario Territorial y Urbano (Sedatu) y la Secretaría de Gobernación.

Los grupos en pugna

Según las autoridades agrarias en turno, en 1975 existían 230 comuneros en Santa María Tequepexpan. Actualmente viven 177, de los que un grupo mayoritario conformarán como  asociación civil la agrupación Comuneros Unidos de Santa María Tequepexpan de Tlaquepaque, Jalisco.

Existe un grupo opositor liderado por Gabino Hernández Garza, que hasta marzo de 2012 estaba al frente de los comuneros, pero no avanzó las gestiones para regularizar estas 25 colonias.

“Los que nos han representado han hecho una especie de cacicazgo. Tenemos gente contraria muy pudiente en la cuestión económica y la cuestión política, en realidad lo que queremos es que el gobierno nos apoye”, afirma el comunero Cornelio Limón Ruvalcaba.

Según el comunicado AMR 41/74/96 de Amnistía Internacional, Hernández Garza se reporta desaparecido en noviembre de 1996.

“Desde el 13 de noviembre de 1996 no se ha visto a Gabino Hernández Garza, activista campesino y representante de la comunidad de Santa María Tequepexpan en el Consejo Indígena Campesino de Jalisco. 

“Se teme que haya desaparecido debido a su destacada actividad en defensa de los intereses de la comunidad campesina indígena”, dice el comunicado.

Después de esto no existe información de su localización, sin embargo vecinos del antiguo poblado de Santa María Tequepexpan mencionan a Hernández Garza como el actual cacique del pueblo.

Además existen vínculos de Hernández Garza con Alfredo “El Güero” Barba Hernández, padre del actual presidente municipal de Tlaquepaque, pero actualmente el grupo de comuneros mayoritario no lo reconoce.

Para la integrante de la mesa directiva de Comuneros Unidos de Santa María Tequepexpan, Esperanza García Viayra, Gabino Hernández Garza no se mostró abierto a la nueva organización comunal, a pesar de que hubo acercamientos para integrarlo.

“El señor Gabino Hernández ha sido nada más un representante puesto por la comunidad. Lo que hizo fue abusar de la ignorancia de la gente, abusó bastante de los pobres comuneros, engañándolos.

“El polígono del terreno es bastante, entonces lo que hacía antes este señor era vender terrenos sin informar a la comunidad”. 

Según el procedimiento de la Ley Agraria para el reconocimiento y titulación de bienes comunales como el de la Comunidad Indígena de Santa María Tequepexpan, es necesario elegir en una asamblea pública a sus representantes comunales.

Por lo que el grupo presidido por Antonio Ortiz Ruvalcaba desconoce a Hernández Garza como representante. 

Con esto, el grupo de comuneros integró una mesa directiva que actualmente preside Antonio Ortiz Ruvalcaba y que reúne a cerca de 110 comuneros. 

Y aunque el grupo de Hernández Garza se opone a ellos, el establecimiento de una mesa directiva se ajusta a los términos legales.

Dentro de la comunidad indígena de Santa María Tequepexpan existen asentamientos irregulares de 25 colonias densamente pobladas y adjuntas al periférico sur de la ciudad de Guadalajara.

Aunque en su mayoría son abastecidas con los servicios básicos municipales, sus habitantes aún no pueden acreditar títulos de propiedad por un conflicto que les ha llevado décadas resolver.

“Estas colonias forman parte de los diferentes planes parciales de desarrollo urbano del Ayuntamiento de Tlaquepaque y cuentan con todos los servicios públicos municipales”, destaca el abogado Javier Rodríguez.

Para las autoridades municipales la escrituración de las tierras en estas colonias significa mayor recaudación de impuestos, sin embargo, en pasadas administraciones no se pugnó por su regularización y se permitió su explotación.

“El interés del Ayuntamiento en la regularización de estas colonias es porque en el momento en que se les entrega el título de propiedad o la escritura correspondiente, se abre una cuenta catastral y una clave predial para que estas personas comparezcan a pagar sus impuestos”.

Regularizar la ZMG

Por el fenómeno de crecimiento horizontal de la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG), cada vez son más los asentamientos humanos que se establecen en la periferia de la ciudad.

Con ello la regularización de la tenencia de las tierras se vuelve una exigencia.

Los casos de Tlaquepaque y Zapopan como dos de los municipios de Jalisco en que más poblados se están por regularizar, según la Comisión para la Regularización de la Tenencia de la Tierra (Coret) es un problema al que la Sedatu debe dar certidumbre. Son 17 las colonias de Tlaquepaque que la Corett está en proceso de regulariza, según el registro de 2012.

Entre las que colindan con la ZMG están Santa María Tequepexpan, Toluquilla y San Martín de las Flores. El caso de Zapopan no es distinto, pues de las 20 colonias por regularizarse, las que se ubican en el eje periférico de la ciudad son Huentitán el Alto y el Bajo, La Primavera, Tesistán, y Belenes.

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El usual mote de “villa alfarera” hoy le queda grande a San Pedro Tlaquepaque.

Y es que al paso de administraciones priistas y panistas, las ventas de artesanías a base de barro, petatillo, cerámica y vidrio soplado han venido a la baja.

La causa principal es el desinterés de los gobiernos municipales en entregar recursos y espacios dignos para su promoción.

Es el caso del tercer nivel del Mercado Juárez, espacio que por décadas ha albergado a decenas de artesanos y que ahora trabaja al lado de un basurero y un estacionamiento abandonado.