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Sobrevivir a la chatarra

La modernización del transporte público no es una realidad para la mayoría de los habitantes de la capital del país, quienes deben transportarse en unidades obsoletas y altamente contaminantes

Como si no se tratara de un derecho ciudadano, el transporte para algunos continúa siendo una “odisea”. Para ir y venir de la oficina, casa o escuela, millones de habitantes deben transportarse en microbuses y combis obsoletas que aún circulan en la Ciudad de México, pese a las nuevas unidades del Metrobús tipo londinense que recorren las principales avenidas.

Cuando existe necesidad el sacrificio es obligatorio. Y es que para los geográficamente menos privilegiados, una aguardentosa voz continúa advirtiéndoles cuál es el destino de su medio de transporte. Con tecnología de hace más de 20 años de antigüedad y emisiones contaminantes a tope, los estribos desvencijados dan la bienvenida a los pasajeros.

Por una tarifa mínima de 5 pesos y al ritmo de norteñas o cumbias, unidades destartaladas continúan prestando servicio de transporte colectivo, mientras que al interior sus espacios y asientos permanecen sin estar sujetos a ninguna reglamentación de confort o seguridad.

A pesar de que la administración de Miguel Ángel Mancera puso en marcha 12 corredores de autobuses concesionados y dos Líneas de Metrobús -además de dar el banderazo de ampliación a otra más-, la meta de sustituir a poco más de 33 mil microbuses en cuatro años parece diluirse. A meses de terminar su gestión sólo se ha logrado la chatarrización de 15 mil, es decir, un 44 por ciento.

Distribuidas en 102 rutas, cerca de 18 mil 700 unidades de los también llamados ‘peseros’ continúan operando en las 16 delegaciones de la capital, aunque las flotillas de camiones presenten múltiples fallas físicas y mecánicas.

Principales problemas

El Inventario de Emisiones de la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema) de la Ciudad de México indica que el 38.23 por ciento de los gases de efecto invernadero generados cada año corresponden al sector del transporte público por la utilización de camiones de carga modificados para fungir como una red de transporte semimasiva de pasajeros.

Además, la mayoría de transformaciones en diversos sistemas de movilidad sólo se ha llevado a cabo en las zonas céntricas de la ciudad, mientras que en vías secundarias y zonas semirurales continúa el ejercicio de vehículos altamente contaminantes del siglo pasado, sin ser construidos para brindar transporte, pero admitidos hace casi tres décadas por la escasez de servicios.

De entre las problemáticas más recurrentes que reportan usuarios de microbuses y combis destacan las incomodidad, lentitud en el servicio, deterioro y escasez de unidades, contaminación excesiva, falta de iluminación, tarifas arbitrarias, así como malos tratos por parte de operadores y ‘copilotos’.

Samantha Núñez, residente de Santo Domingo en Coyoacán, a diario se ve en la necesidad de abordar una combi y un microbús para llegar al Metro Taxqueña y de ahí dirigir se hasta su trabajo en la colonia Condesa.

“Normalmente trato de esperarme al transporte en mejores condiciones, pero la verdad es que a veces eso es imposible por las prisas o porque simplemente no pasan y termino subiéndome en los primeros carros que veo”
Samantha NúñezPasajera

“Sí han metido nuevas combis en esta ruta (95), pero casi siempre me tocan las viejitas y pues ya ni modo, igual estamos acostumbrados. Sin embargo, yo creo que aquí, los camiones son los más amolados (ruta 59), ya que van tres veces que me he roto la ropa al atorarme con los asientos”, lamentó.

En Delegación Tláhuac, sumado al problema de la proliferación de golfitaxis –carritos de golf adaptados– y mototaxis, múltiples rutas de transporte local se encuentran constituidas principalmente por flotillas de vehículos de modelos pasados.

“Cuando no circula mi carro me toca moverme en transporte público al Metro y es que se hace un desmán porque sólo se puede llegar en combi o en mototaxi, cualquiera de los dos resulta peligroso porque luego a los lados circulan carros de los grandes y pues eso sí intimida, además de que los frenones están al día”, dijo Alejandro Trujillo, usuario ocasional de la ruta 94 que opera con furgonetas viejas.

“Yo no sé por qué dejan circular a esos carros tan viejos, contaminan mucho y son bien peligrosos, si a nosotros nos exigieron hace años cambiar nuestros taxis que también se los apliquen a ellos”, acusó Julian Garduño, taxista de Tláhuac desde hace más de 20 años.

Según el Gobierno Capitalino, cada año cerca de mil 500 y 2 mil vehículos de transporte en mal estado son retirados de circulación y enviados a un proceso de chatarrización, ya que estos no son reubicados en otras zonas de la ciudad o entidades.

Aunque algunas de las rutas ya cuentan con autobuses fabricados exclusivamente para el transporte de pasajeros, las mismas condiciones de movilidad imperan en otras partes de la Ciudad, como en la Delegación Gustavo A. Madero.

“En las mañanas y tardes es cuando más incómodo se va uno, porque mucha gente va con mochilas, canastas, cosas estorbosas, y luego no falta el que se sube a vender o pedir dinero. Yo diario me chuto casi toda la ruta de La Villa al Zócalo, conozco las unidades y la verdad es que sí hay unas para llorar, porque cuando llueve gotean gacho y en otras hasta se ve el piso en los hoyos de las láminas”, señaló Manuel Flores, usuario de la ruta 8.

Excluyendo la implementación del corredor Tlalpan-Izazaga, el transporte colectivo que circula en la delegación Xochimilco se rige bajo los mismos lineamientos.

“Para entrar acá hay dos vías, por Miramontes o Tepepan, pero los camiones de Miramontes [rutas 36 y 81] son lo mismo. A veces los asientos son tan incomodos que es preferible viajar de pie, también los choferes vienen con su escándalo y luego como mujer te morbosean al bajar, porque yo me he dado cuenta”, aseguró Daniela Zambrano, usuaria del transporte público.

Se solicitó a la Secretaría de Movilidad (Semovi) local los padrones actualizados de camiones y combis en la capital del país, pero no se obtuvo respuesta al cierre de esta edición.

¡Súbale, súbale!

Entre las problemáticas más recurrentes que reportan usuarios de microbuses y combis están:

>Incomodidad

>Lentitud en el servicio

>Deterioro y escasez de unidades

>Contaminación excesiva

>Falta de iluminación

>Tarifas arbitrarias

Normas laxas

En octubre de 2014, los Manuales Técnicos de Seguridad, Accesibilidad, Comodidad y Fabricación de Autobuses para el aún Distrito Federal,publicados en la Gaceta Oficial, fijaron las condiciones generales para un nuevo transporte público de pasajeros con el fin de beneficiarlos.

No obstante, el documento no refiere nada respecto a normas de unidades anteriores, a excepción de que éstas deben ser sustituidas cada 10 años por autobuses menos contaminantes -con motor a Diesel o Gas Natural Comprimido- y con el fin de motivar un mejoramiento del medio ambiente. Asimismo, el Programa de Acción Climática de la Ciudad de México (PACCM) 2014-2020, decretado en junio de 2015 por el mismo medio, y con el cual se estima una mitigación de 10 millones de toneladas de CO2 (dióxido de carbono) acumuladas para su año de término, también contempla el remplazo total de los microbuses, su chatarrización y el establecimiento de corredores concesionados, en el cual, sin embargo, se continúa trabajando.

El Reglamento de la Ley de Movilidad en la capital, implementado durante el mes de septiembre del año pasado, hace énfasis en las conductas a tomar y guardar en relación al uso y prestación de los servicios públicos de transporte, pero no precisa las condiciones de operación en cuestiones de seguridad y confort.

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