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Con miedo, van a la calle

Andy Serna es el nombre artístico que usa para ejercer el “talón” en Puente de Alvarado. 

 

Esta sexoservidora trans es testigo clave en el crimen de su compañera Paola Ledesma, teme por su vida, por eso salió de nueva cuenta a la calle para recriminar que no se les brinda seguridad mientras el asesino anda libre.

‘Lo mínimo que pedimos es protección pues vivimos con mucho temor de que ese sujeto, una vez consiente de lo que hizo, regrese a la zona para hacernos daño” 
AndySexoservidora transgénero

Andy Serna es el nombre artístico que usa para ejercer el “talón” en Puente de Alvarado. 

 

Esta sexoservidora trans es testigo clave en el crimen de su compañera Paola Ledesma, teme por su vida, por eso salió de nueva cuenta a la calle para recriminar que no se les brinda seguridad mientras el asesino anda libre.

 

“Señor procurador, ¿cuántas muertes más necesita para no dejar libres a los asesinos de la comunidad transexual?”, cuestionaron a través de cartulinas y pancartas durante el mitin que protagonizaron en la explanada del Monumento a la Revolución.

 

Ser transexual de por sí despierta odio en algunos grupos, comenta Andy, quien llegó a la protesta intentando ocultar su rostro con unas grandes gafas y una gorra.

 

A ese riesgo se suma el hecho de que ella, otra colega, y Kenya Cuevas fueron quienes señalaron al homicida de Paola.

 

No les pasó por la mente

 

Esa noche, recuerda Andy, estaba el grupo bebiendo un poco de alcohol para mitigar el frío mientras esperaban la llegada de algunos clientes, sobre la avenida Puente de Alvarado, en la colonia Guerrero, muy cerca de la Delegación Cuauhtémoc.

 

De pronto llegó hasta ellas aquel tipo extraño, semidesnudo, sin pantalones ni calzones que a gritos exigía un servicio sexual con alguna de las trans.

 

“Estábamos ‘pisteando’ por el frío, acabábamos de ir a comprar una copa y nos bajamos del taxi, ahí apareció este fulano, sin pantalones, lépero, se estaba exhibiendo para ver si nos animábamos por los 200 pesos que traía”.

 

Del grupo sólo se acercaron Paola y Andy para ver si conseguían que el potencial cliente subiera la oferta, cuando la segunda vio que estaba semidesnudo, ya no le interesó.

 

A escasos minutos Paola les avisó que se iba a trabajar.

 

Andy había caminado unos cuantos metros cuando de pronto escuchó que Paola gritaba desesperada.

 

“No nos pasó por la mente que se tratara de un problema de ese nivel, al acercarnos al auto escuchamos los disparos por lo que le grito a Kenya que no se acerque porque provenían de ese vehículo”.

 

“Ella (Kenya) vio cómo el tipo se quitaba a Paola de encima y la arrojaba sobre el asiento del copiloto y entonces vimos todo lo que estaba pasando.

 

“En ese momento yo corro a la esquina de la agencia de autos de la Nissan y gracias a Dios aparece una patrulla, me hicieron caso, se le atravesaron, que Dios los bendiga por habernos ayudado y hacer su trabajo porque con los policías parece que todo es un relajo y falta de respeto”, recuerda de aquel día.

 

Hombre desconocido

 

Refiere también que Kenya fue quien sacó su celular y comenzó a grabar para tener un testimonio al mismo tiempo que le gritaba a ese sujeto que era un asesino, “la mataste”, le decía.

 

Para el grupo de sexoservidoras trans que se apuesta en la avenida Puente de Alvarado es común reconocer a aquellos hombres que de manera recurrente contratan sus servicios.

 

Pero en el caso del homicida no lo recuerdan como cliente ni como uno de los tantos mirones que 

acuden a curiosear.

 

El hombre, identificado como Arturo, fue imputado y enviado ante un juez, pero el Ministerio Público aceptó no tener pruebas suficientes y fue puesto en libertad.

 

“¿Cómo no es él?, si el arma no creo que se haya disparado sola o que Paola se haya disparado a sí misma. Ella era una persona muy alegre que tenía muchas ganas de vivir, desmadrosa, de andar en la fiesta con sus compañeras, tenía alrededor de 25 años y era originaria de Ciudad del Carmen, al parecer”.

 

Su reclamo

 

Concentradas en la explanada del Monumento a la Revolución las chicas trans, como se autonombran, exigen protección por parte de las autoridades de Seguridad Pública y procuración de justicia.

 

“Lo mínimo que pedimos es protección pues vivimos con mucho temor de que ese sujeto, una vez consiente de lo que hizo, regrese a la zona para hacernos daño”, demanda Andy.

 

A la fecha las testigos del crimen han acudido tres veces al Ministerio Público de la Procuraduría de Justicia capitalina.

 

Y es que, pese al miedo, no han dejado de salir a trabajar por las responsabilidades que cada una tiene con sus familias.

 

“Soy una persona de muy bajos recursos que tengo que apoyar a mis padres en Acapulco, Guerrero; apoyo a mi abuelo que está discapacitado y a mi madre que saca adelante a la familia”.

 

A casi un mes de los hechos, el Ministerio Público no confirma nada, sólo les dicen que van a analizar la situación.

 

“Puras vueltas, ojalá que nos escuche alguien que de verdad quiera y pueda ayudarnos porque si no esto se hará más grande”, concluye mientras se dispone a sumarse a la batucada de sus compañeras en reclamo a la inseguridad.

 

Andy se mezcla entre la multitud. 

 

Quiere perderse, tiene miedo.

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