A sus 23 años, Jason Daniel Revolorio Cereza tiene distintos sueños para escapar de las condiciones precarias

Rimar sin fronteras, la historia de Jason Daniel

Durante su camino como migrante a Estados Unidos, Jason Daniel, de 23 años, se refugia en la música. Este joven guatemalteco escribe, canta y produce canciones de hip hop y rap desde los 14 años y, ahora, en su camino, es lo que le ayuda a seguir adelante, en busca de mejores condiciones para su familia

A sus 23 años, Jason Daniel Revolorio Cereza tiene distintos sueños para escapar de las condiciones precarias en las que creció en Guatemala, como aprender a cortar el pelo de manera profesional o estudiar para ser un chef internacional.

Sin embargo, una de sus metas desde que tenía 14 años es ser un cantante de hip hop y rap. A esa edad, el joven guatemalteco empezó a escribir, cantar y producir canciones en esos géneros e incluso ha grabado varios videos de manera amateur, que ha publicado en su cuenta de YouTube.

El pasado 10 de octubre de este 2021, Jason Daniel salió de su casa ubicada en el departamento de Escuintla, en Guatemala, con un objetivo: llegar a los Estados Unidos para pagar sus deudas generadas por la crisis económica que ha dejado la pandemia de COVID-19 y ayudar a su madre y a sus hermanos.

En su travesía por México, el joven ha estado acompañado de su celular, donde edita sus canciones. “Es como mi escudo”, menciona, mientras se pone a improvisar una estrofa que dice: “yo espero que aquí me traten con paciencia y quien quita y también me den trabajo y residencia”.

Jason es un joven de estatura baja y complexión delgada que contrasta con su personalidad y sus ganas de vivir. Relata que antes de salir de su país sufrió una profunda depresión y sobrevivió a un intento de suicidio. Luego, se acercó a Dios; y posteriormente tuvo la oportunidad de migrar. Uno de sus sueños es escribir y producir música en EEUU.

“Yo siento que la música ha sido verdaderamente fundamental en mi vida, ya que de lo malo no saco yo un quejido, de lo malo saco una inspiración para poder escribir un tema. Ya voy ideando y sé que pronto llegaré a mi destino, ya traigo todo lo que sufrí, todo lo que viví, lo que pasé, ya solo lo voy a plasmar en mi libreta”
Jason DanielCantante de hip hop

Pandemia y crisis, los detonantes

En Guatemala, Jason trabajaba en atención al cliente, pero la crisis económica derivada de la pandemia de COVID-19 hizo que perdiera su trabajo y le fue imposible pagar un terreno y una motocicleta que había adquirido y las deudas se le comenzaron a acumular.

“Llegó el COVID a Guatemala e hicieron corte de personal y mi situación se fue empeorando al igual que mis deudas, estuve en búsqueda de más trabajo. Lastimosamente estuvo difícil, no me pudieron contratar, entonces me tocó agarrar camino”, relata.

Ahora, Jason Daniel viaja con el sueño de poder superarse y ayudar a su familia, sobre todo a su madre, quien se ha encargado sola de su cuidado y el de sus hermanos. En Guatemala solo pudo estudiar el bachillerato y se graduó en Ciencias y Letras.

“Yo me crié con mi madre, ya que mi padre no estuvo conmigo, entonces desde pequeño estuve sufriendo mucho, ya que había tiempos que no tenía para comer, por decirlo así toda mi infancia fue así, hasta los 12 años, mi única opción era irme pa´ de mi abuela. Ella siempre me brindaba un plato de comida”, agrega.

Con su liquidación tras ser despedido, Jason Daniel cuenta que se compró una máquina para cortar el pelo, aunque no sabía cómo hacerlo, pero ver a un amigo que se dedicaba a eso lo inspiró. El primer corte se lo hizo a su hermano, quien aceptó porque iba a ser gratis, aunque no quedó como esperaba.

Para aprender, el joven tuvo que ver tutoriales de YouTube y ahí conoció lo básico y algunos de sus vecinos comenzaron a ir con él y a pagarle por su trabajo, aunque también quiere profesionalizarse.

“Creo que voy para darle un futuro mejor a mis hermanos, a mis sobrinos y a mi madre, que es lo primordial, voy a cumplir mis sueños y a saldar mis deudas allá en Guatemala para un día volver y sentirme libre en mi país”, agrega.

Travesía de Jason Daniel a EU

Jason salió de Guatemala con sólo dos mudas de ropa, su celular y 500 quetzales, que se convirtieron en mil pesos cuando llegó a México.

Salió a la 1 de la tarde de su casa y llegó a las 7 de la noche a Chiapas. Ahí se quedó en el Parque Bicentenario, donde pernoctaban otros migrantes de diversos países de América Latina y del Caribe.

Él se describe como callado y tímido, pero dice que en Guatemala se ponía a improvisar en parques y, aunque al principio sufría burlas, después adquirió popularidad. Jason Daniel dice que escribe sus canciones con pistas, ya que a capela le cuesta trabajo.

Su sueño es llegar a Estados Unidos, donde se encuentra uno de sus primos, a quien dice que le dieron asilo por su historia de vida. Le gustaría trabajar en un restaurante como mesero, aunque no descarta su sueño musical.

“Me gusta lo musical, me dedicaba a grabar canciones, me gusta lo que es producir música y todo, quién quita que ya para arriba ya pueda comprar mi propio estudio de grabación”, cuenta.

El joven llegó el pasado 12 de diciembre a la Ciudad de México como parte de la Caravana Migrante y estuvo albergado en La Casa del Peregrino hasta la tarde del 22 de diciembre, cuando abordó uno de los autobuses que dispusieron para trasladarlo a Hermosillo, Sonora, donde decidirá si se queda en México para trabajar de manera legal o sigue su camino al país del norte. Sin embargo, esté donde esté, no dejará de rapear.

“La música significa para mí un método para poder transmitir un mensaje para poder impactar en la vida de alguien más, entonces yo creo que es un instrumento para poder llegar a más personas, un movimiento libre”, dice.

También puedes leer: Akil Ammar afirma: ‘El hip Hop salvó mi vida’

Te puede interesar
HistoriasDeNavidad2021 Pola Chiver y los impulsores de sonrisas Hace ocho años, Pola Chiver empezó a brindar apoyos económicos a distintas familias de escasos recursos con hijos diagnosticados con enfermedades crónicas o terminales, llevándola a crear la Fundación P.O.L.A, donde también reciben donaciones en especie para que los menores no abandonen sus tratamientos por falta de dinero