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Promesa incumplida

A cuatro meses de iniciada la administración de Ramiro Hernández, los habitantes que circundan la zona del El Parque Liberación, también conocido como El Deán, siguen esperando que la administración municipal termine las obras que dejó inconclusas desde el periodo de Jorge Aristóteles Sandoval Díaz. 

El Museo del Ferrocarril sigue en el imaginario de los vecinos, que hoy reclaman la falta de seguridad, el deterioro de lo antes construido y las cuotas que cobra el Ayuntamiento de Guadalajara para hacer uso de las instalaciones. 

La Policía de Guadalajara destina dos elementos de seguridad para el resguardo del parque. Pero después de las 7 de la noche, todo queda desértico
"Nos organizamos y cuando fui candidato fue una de mis primeras propuestas y hoy con orgullo vengo a decirles que estamos cumpliendo"
Aristóteles Sandoval Durante el evento de reinauguración del Parque El Deán

A cuatro meses de iniciada la administración de Ramiro Hernández, los habitantes que circundan la zona del El Parque Liberación, también conocido como El Deán, siguen esperando que la administración municipal termine las obras que dejó inconclusas desde el periodo de Jorge Aristóteles Sandoval Díaz. 

El Museo del Ferrocarril sigue en el imaginario de los vecinos, que hoy reclaman la falta de seguridad, el deterioro de lo antes construido y las cuotas que cobra el Ayuntamiento de Guadalajara para hacer uso de las instalaciones. 

Lejos quedaron las imágenes de triunfo. Hace apenas un año en plena efervescencia preelectoral, El Deán fue el escenario para la despedida como alcalde del hoy gobernador elector, Jorge Aristóteles Sandoval Díaz.

“Llegamos, escuchamos, nos organizamos y cuando fui candidato fue una de mis primeras propuestas y hoy con orgullo vengo a decirles que estamos cumpliendo, estamos cumpliendo a lo que nos comprometimos. 

“Porque la política y los discursos sabemos que ya no se pueden seguir haciendo de saliva ni de palabra, tienen que ser con hechos que beneficien directamente a nuestras familias”, declaró Sandoval Díaz en aquel evento. 

Música, globos, frituras, alegoría pura para la reinauguración del Parque El Deán.  Ese día el virtual candidato a la gubernatura no se atrevió a cortar listones, aprovechó la ocasión para reconocer que las obras todavía no culminaban:

“Yo creo que finalmente quien va a entregar el parque con el lago y todo será otro alcalde el siguiente año, el lago requiere de un trabajo intenso; por ahí de febrero (de 2012) se terminan las tres etapas”. 

No por eso no presumió la inversión de 37 millones de pesos que quedaba plasmada en la limpieza de las áreas verdes, la construcción de una cancha de futbol, una alberca y la reparación de veredas, a las que se les acondicionó con luz.

También se reemplazó la cerca alrededor del parque y se construyeron áreas de ejercicio y hasta un gimnasio. Se dijo que el parque contaría con un museo del ferrocarril, pero eso sigue sin hacerse.

En esa misma ocasión el entonces alcalde se comprometió a que los vecinos definirían la organización del espacio, las cuotas de las clases de futbol y natación y que el parque estaría dotado de seguridad. 

Las promesas en El Deán no eran menores. En realidad es un sitio emblemático para los priistas.

Pues los vecinos de la zona lograron mantenerse en resistencia a los proyectos que quería hacer el ex alcalde panista Alfonso Petersen Farah (2006-2009). 

Éste pretendía inundar parte del parque para convertirlo en otro vaso regulador  (ya existe uno) que recibiría agua sucia de toda la zona industrial.

De hecho en plena campaña del 2012, el equipo del hoy gobernador electo organizó un partido de fútbol con otros candidatos priistas, entre ellos Miguel Castro y Ramiro Hernández.

Éste último se comprometió a dar seguimiento a las obras ahí efectuadas, pero a hoy los vecinos siguen sin respuestas.

Ni seguridad ni mantenimiento

“Los guardabosques nomás vienen  a comer y a jugar al Deán”, se queja una de las vecinas consultadas, quien no quiso dar su nombre.

Entrevistada a las afueras del gimnasio que solo se abre dos veces por semana, la vecina acusa que El Deán está mejor que antes, pero corre el riego de volver a ser un lugar en abandono.

El lugar luce sucio, la administración solo manda mantenimiento al gimnasio dos veces al año, refieren las personas consultadas. 

Las mujeres que van a la clase de aerobics se organizan para mantener ordenado el sitio aunque reclamen que el lugar podría estar mejor.

Todas las noches una veintena de jóvenes pertenecientes a diversos grupos de pandillas se apoderan del parque y ocasionan destrozos en las cosas.

“Aquí las personas autorizadas para vigilar el parque son los guardabosques y según nosotros sabemos que tiene poco personal y no se dan el tiempo ni tienen los elementos para vigilar, desgraciadamente hay mucho vandalismo y destruyen las cosas que están bien hechas”, refiere Andrés Ramírez Alcaraz, secretario del comité vecinal de la colonia La Nogalera.

La Policía de Guadalajara destina dos elementos de seguridad para el resguardo del parque. Pero después de las 7 de la noche, eso queda desértico y los rondines solo se hacen por fuera.

Las pandillas han manipulados los barrotes que circundan el parque y así pueden entrar a cualquier hora.

Los vagones del viejo ferrocarril que fue restaurado en la pasada administración, lucen deteriorados. Los vidrios rotos, grafittis por doquier.

Esos vagones estaban destinados a albergar un museo del ferrocarril. La propuesta quedó inconclusa, hoy los vecinos exigen que el proyecto sea retomado por la administración de Ramiro Hernández, pero su petición no ha sido escuchada.

Los vecinos consideran que un espacio cultural ayudaría a equilibrar las actividades que se realizan en el parque. Pues así sus usos serían de tipo cultural y habría pretexto para tener más presencia en el parque la mayor parte de la tarde e incluso en la noche.

Raúl Montaño, presidente de la junta vecinal de la colonia La Nogalera, refiere que desde hace más de un mes la autoridad municipal no les atiende. 

Incluso la cita que tenían con el director de Cultura Ricardo Duarte Méndez –el próximo 11 de febrero- fue cancelada bajo el pretexto que en la dependencia tenían mucho trabajo por los festejos de la fundación de Guadalajara.

Reporte Indigo buscó al director de Cultura para conocer su versión, hasta el momento tampoco se ha podido concertar una entrevista.

“El señor Aristóteles Sandoval nos hizo saber que estaba falto de recursos y que no podía terminar lo que faltaba. Él nos hizo la promesa de que si su partido ganaba la presidencia municipal quien fuera su sucesor entonces le daría continuidad al parque”, señala Ramírez Alcaraz .

En su lectura, pese a la obras hechas, no se ha podido disminuir el vandalismo y mucho menos las riñas entre pandillas. 

“Quisiéramos pedir al señor presidente municipal Ramiro Hernández que ojalá pudiera destinar un poco más de recursos, económicos y humanos”.

Y es que para los habitantes de la zona aledaña El Deán no es cualquier parque, es un “pulmón de la ciudad”.  

Las cuotas no se fijaron 

Pese a que en la presentación de la remodelación del Parque El Deán, el entonces alcalde Jorge Aristóteles Sandoval Díaz se comprometió que los vecinos definirían los montos de las cuotas que se cobrarían tanto en la cancha de futbol como en la alberca, la promesa no fue cumplida.

El uso de la cancha está limitado a equipos registrados ante el Comité Municipal del Deporte que se ubica en la colonia Independencia, en el otro extremo de la ciudad.

La cuota de inscripción es de 150 pesos. Por cada partido el equipo debe pagar 150 pesos de arbitraje.

Las clases de futbol son solo para niños de 8 a 12 años y tienen costo de 35 pesos cada una. 

La inscripción tiene un costo de 105 pesos. El costo semanal por dos días de clases a la semana es de 150 pesos y 180 por tres días.

Pero, a dicho de Andrés Ramírez Alcaráz, secretario del comité vecinal de la colonia La Nogalera, los costos del municipio son elevados “no todos los podemos pagar”.