¿Por qué salimos?: Historias de personas que no pueden quedarse en casa

Aunque el llamado principal para mitigar la pandemia es "quédate en casa", existen personas que deben salir todos los días para llevar algo de comida y ayudar a sus familias

La Fase 2 por contingencia sanitaria derivada de la pandemia por el coronavirus inició el 24 de marzo en México, desde entonces miles de negocios bajaron sus cortinas, algunos de ellos para siempre.

A casi dos meses de haber decretado medidas sanitarias como la Jornada Nacional de Sana Distancia, la suspensión de clases, actividades laborales no esenciales y los eventos masivos, México enfrenta su mayor nivel de contagios y decesos, lo que le ha valido su ingreso al top 10 de países con mayor número de muertes por Covid-19, con 6 mil 510 muertos.

Sin embargo, a diferencia de los otros nueve países que encabezan la lista, México no ha condonado el pago de luz, renta, ni ha brindado subsidios universales para garantizar que su población pueda permanecer en casa con los insumos básicos.

A pesar de que el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador ofreció 1 millón de créditos por 25 mil pesos cada uno para comerciantes y microempresarios, estos han sido insuficientes, pues tan solo en la Ciudad de México existen más de 2 millones de personas que se dedican al comercio informal.

Esto ha obligado a algunos sectores a trabajar en la clandestinidad, salir de sus domicilios y arriesgarse a ser parte de las estadísticas de la pandemia.

Rocío y David Meza están casados desde hace 42 años. A pesar de la pandemia salen juntos vender figuras de aluminio con las que obtienen ingresos para sus alimentos y medicinas. Rocío fue víctima de un asalto hace algunos meses, la caída y los golpes derivados del mismo le ocasionaron daño cerebral y pérdida de movilidad en las piernas.

Pilar trabajar en una papelería de la Merced desde hace cinco años. Su mamá tiene problemas de salud por lo que utiliza oxígeno todo el día, no puede dejar de pagar la luz debido a que un corte de la misma tendría serias repercusiones en la salud de su madre, quien también utiliza pañales. Cada paquete cuesta 115 pesos.

Joaquina es parte de la comunidad indígena otomí de la Ciudad de México, actualmente vive en un campamento ubicado en la calle Roma, perdió su domicilio en el sismo del 19 de septiembre de 2017. Su único ingreso proviene de vender manzanas con chamoy, , sin embargo, con el inicio de la Fase 3 las autoridades no le permiten vender sus productos.

Andrés Zamora es operador de taxi desde 1989, desde el inicio de la contingencia sus ingresos han disminuido hasta en un 80% por lo que sus jornadas laborales se han extendido de 12 hasta 20 horas diarias para poder llevar sustento a su familia. De su trabajo dependen 4 personas, su esposa y dos de sus hijos.

Celso Pérez Miranda tiene 72 años y es organillero, su esposa depende económicamente de él. Cuenta que su mejor experiencia ha sido haber participado en la película de Roma.

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