Policías: ¿víctimas o victimarios?

La Policía de Guadalajara suma en lo que va del 2013 un total de 79 quejas en la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Jalisco (CEDHJ). 

En dicha cifra se encuentra el caso del ciudadano Miguel Ruiz Vargas, quien fue detenido tras hacer una grabación en su celular de una detención arbitraria de elementos de dicha corporación. 

En el año 2012 la corporación tapatía registró 249 quejas en su contra.

Paloma Robles Paloma Robles Publicado el
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"No hay claridad sobre el seguro de vida y en cuánto queda si llega a fallecer un policía”
César Cuevas,policía de Guadalajara
La corporación tapatía necesita de mayores incentivos económicos y laborales para ofrecer un mejor servicio a la ciudadanía
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La Policía de Guadalajara suma en lo que va del 2013 un total de 79 quejas en la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Jalisco (CEDHJ). 

En dicha cifra se encuentra el caso del ciudadano Miguel Ruiz Vargas, quien fue detenido tras hacer una grabación en su celular de una detención arbitraria de elementos de dicha corporación. 

En el año 2012 la corporación tapatía registró 249 quejas en su contra.

El primero de diciembre del 2012, policías de Guadalajara detuvieron, golpearon y ultrajaron de su derecho a la libre protesta a 27 jóvenes durante una manifestación en contra de la designación como presidente de Enrique Peña Nieto. 

Hasta hoy los cargos de la Policía de Guadalajara en contra los jóvenes que fueron detenidos siguen vigentes. Y la corporación se ha negado a informar sobre los detalles del operativo, ni ha dado justificación sobre el exceso de los policías.

Al respecto, el comandante César Cuevas –representante de un grupo de policías tapatíos, inconformes con su situación laboral- reconoce que la corporación actuó mal y el protocolo que se aplicó sí violentó los derechos de los manifestantes.

Pero acusa a la autoridad tapatía de que al Grupo Lobos no se le dio la capacitación suficiente para saber reaccionar con apego a la Ley y sin maltratar a nadie.

Es parte de las deficiencias que hoy enfrenta un oficial tapatío. La mala imagen que tiene, la prepotencia, el desconocimiento de las leyes, en ocasiones es resultado de su poca capacitación y sus pésimas condiciones laborales.

Eso, en la lectura del oficial Cuevas tiene una explicación: la falta de flujo económico del municipio tapatío, derivado de la enorme deuda pública que tiene la administración, por lo que se han limitado los alcances de la policía.

En los últimos cuatro años, la inseguridad en las calles de Guadalajara ha aumentado sin que se perciban cambios con la llegada del nuevo gobierno municipal.

Y la Fiscalía General del Estado (FGE) no informa el número de denuncias penales presentadas por ciudadanos que fueron víctimas de un delito. 

En los primeros siete meses del año, Guadalajara fue escenario de 159 homicidios.

Y se sabe que, del 2008 al 2012, el robo a negocio creció en 123 por ciento en la capital de Jalisco.

El robo a casa habitación pasó de 311 denuncias hace cinco años, a mil 424 en  el 2012. 

Las pocas cifras oficiales contrastan con la percepción de inseguridad de parte de los ciudadanos sobre zonas comerciales y habitacionales, como Chapultepec y el Centro Histórico. 

El Ayuntamiento tapatío ha presumido que en los últimos años ha dotado a su corporación de nuevas patrullas, uniformes, cámaras, centros de evaluación, armamento, capacitación y hasta triciclos con motor, aunque a estos últimos no se les de uso. 

Pero las cientos de patrullas que fueron arrendadas necesitan de mantenimiento, los uniformes lucen desgastados y la capacitación de plano nunca llegó.

La corporación tapatía necesita de mayores incentivos económicos y laborales para ofrecer un mejor servicio  a la ciudadanía.

“El policía en Guadalajara no cuenta con las prestaciones adecuadas, durante un tiempo los vales de despensa (250 pesos mensuales) se estuvieron entregando hasta con dos meses de retraso”, apuntó el oficial Cuevas.

Para el agente de seguridad “no hay claridad sobre el seguro de vida y en cuánto queda si llega a fallecer un policía”.

Además, el bono a la perseverancia que se entrega a los empleados de seguridad cada cinco años es de apenas 60 pesos, cuando en municipios como Zapopan la cifra ronda los 3 mil pesos.

Del déficit policiaco al caos administrativo

En Guadalajara hay más trabajo, menos policías, pero no crece el sueldo ni las prestaciones para los elementos que continúan en las filas de la corporación. 

Con la depuración de los cuerpos policiacos, el Municipio tapatío ha tenido que admitir que existe un déficit  de elementos que vigilan la ciudad.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) recomienda que hayan alrededor de tres policías por cada 100 mil habitantes.

En Guadalajara trabajan 2 mil 800 policías para una población que supera 1.4 millones de habitantes. Lo que genera un déficit de alrededor de mil 400 policías. 

El Municipio destina a 780 elementos diarios solo para las labores de patrullaje.

El escenario se complica cuando se analizan las cifras de deserción laboral por malos resultados de las pruebas de control de confianza.

En abril de este año alrededor de 173 oficiales fueron dados de baja por reprobar los exámenes de control de confianza. Las manifestaciones no se hicieron esperar y los policías exigieron públicamente la dignificación de su trabajo.

Si bien la Policía de Guadalajara no ha completado al 100 por ciento las pruebas de confianza, los policías que hoy trabajan en la corporación no ven grandes expectativas en seguir ejerciendo su labor.

Además de la incertidumbre laboral que ha provocado la aplicación y resultado de los exámenes de confianza, así como las pocas prestaciones laborales, el policía tiene que lidiar con las malas condiciones en sus espacios de trabajo.

“No hay instalaciones dignas, el policía convive en espacios inadecuados, regaderas en mal estado, no hay lockers, las bases están descuidadas, las remodeladas no tienen mobiliario.

“El equipo policial no es el adecuado, los uniformes que se les dotaban a los policías son de muy mala calidad (…) chalecos antibalas insuficientes”, apunta el entrevistado.

Sumado a lo anterior, la percepción sobre el trabajo del policía de Guadalajara no es la más positiva ni de confiar, sobre todo por el constate abuso policial que a diario denuncian los ciudadanos.

Policía ciudadana

El término suena contradictorio. La policía comunitaria hoy se asocia a los ciudadanos de áreas rurales que, a falta de la garantía del Estado de su seguridad, decidieron unirse para hacer frente a la delincuencia en sus comunidades.

En Guadalajara el término de “policía ciudadana” tiene otra connotación y detrás del concepto existe la idea de proximidad.

Es decir, que el ciudadano se involucre con su comunidad y que en conjunto con la autoridad, encuentren alternativas frente a la violencia.

El modelo busca aplicarse en Guadalajara. La corporación tapatía pasó -al menos de nombre- de ser una Secretaría de Seguridad Pública, a una de Seguridad Ciudadana.

El libro, “Policía Comunitaria, Conceptos, Métodos y escenarios de Aplicación”, elaborado por la Agencia de Estados Unidos para el desarrollo Internacional (USAID), la organización INSYDE y el Programa de Convivencia Ciudadana, fue recientemente presentado a la corporación policiaca de Guadalajara.

Ahí se exponen algunos casos de éxito del modelo de cercanía, aplicados en ciudades de Estados unidos, Canadá, Japón, Brasil y la policía del municipio de Chihuahua.

Una de sus autores, María Eugenia Suárez de Garay, expuso en la presentación que el modelo es viable para aplicarse en Guadalajara.

No obstante, uno de los problemas más graves que enfrenta la comunidad tapatía es la falta de conciencia de los ciudadanos respecto a su seguridad.

El oficial César Cuevas relata que los pocos ejercicios de proximidad que han llevado a cabo en la corporación corroboran que los ciudadanos no miden los límites de su seguridad.

Pese a lo anterior, el policía entrevistado considera que las labores de proximidad, como entregar información casa por casa, benefician más a la comunidad que tener a un ejército de policías armados en las calles.

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