La desigualdad entre hombres y mujeres aumenta para las habitantes de las alcaldías más pobres de la capital como Iztapalapa, Gustavo A. Madero y Tlalpan

Pobreza en alcaldías aumenta desigualdad para mujeres

La desigualdad entre hombres y mujeres aumenta para las habitantes de las alcaldías más pobres de la capital como Iztapalapa, Gustavo A. Madero y Tlalpan, indica un estudio que mide las oportunidades de movilidad social de acuerdo a las carencias de sus lugares de residencia

Las mujeres que habitan en alcaldías con niveles altos de rezago como Iztapalapa, Gustavo A. Madero y Tlalpan son las que menos tienen oportunidades de mejorar su forma de vida porque su condición social empeora la desigualdad de género que padecen.

Esto se debe a que las habitantes de las zonas marginadas tienen menos protección social y no cuentan con un sistema de cuidados que contribuya a aligerar la carga de trabajo doméstico que enfrentan, revela la Encuesta de Movilidad Social en México (ESRU-EMOVI), dada a conocer el 7 de marzo de 2022 y elaborada por Mónica Orozco, investigadora del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY).

Lo anterior también evidencia que las mujeres de zonas marginadas no solo se enfrentan a la violencia de género y exclusión social, también a las pocas posibilidades de mejorar su calidad de vida por la falta de apoyos sociales.

El Centro de Estudios Espinosa Yglesias es una asociación civil creada por la Fundación Espinosa Rugarcía, cuya misión es generar conocimiento especializado para impulsar políticas y acciones que favorezcan la movilidad social en México y el bienestar socioeconómico en el país.

La situación de rezago

El “Informe de Pobreza y Evaluación 2020. Ciudad de México”, del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), indica que la alcaldía con mayor número de habitantes en pobreza de la capital es Iztapalapa.

Según el documento, 658 mil 543 habitantes de la demarcación, el 36 por ciento del total, no pueden satisfacer todas sus necesidades básicas aunque usen todo su ingreso, por lo que está en situación de pobreza.

Mientras que 1.7 por ciento de su población, 32 mil 741 personas, está en pobreza extrema y no puede adquirir una canasta básica aunque haga uso de todos sus recursos.

Después de Iztapalapa, se encuentra Gustavo A. Madero entre las demarcaciones con mayor número de habitantes en situación precaria: 344 mil 966 personas están en pobreza, el 28.4 por ciento del total.

Mientras que 20 mil 831 habitantes de la demarcación del norte de la capital, el 1.6 por ciento, está en pobreza extrema.

Por último, en Tlalpan hay 217 mil 122 personas viviendo en pobreza, lo que equivale al 32 por ciento de su población. Mientras que en situación extrema hay 18 mil 878, que corresponde al 1.8 por ciento de sus habitantes.

Movilidad social limitada

Las carencias y la situación de pobreza de las tres alcaldías mencionadas se relacionan con una falta de movilidad social de las mujeres, por lo que sus habitantes son más propensas a no tener mejores opciones de vida, dice Roberto Vélez Grajales, director ejecutivo del CEEY.

“Las características de las alcaldías que están menos integradas de la metrópoli podrían estar experimentando esta problemática de falta de movilidad social por parte de las mujeres”
Roberto Vélez GrajalesDirector ejecutivo del CEEY

Vélez Grajales explica que las demarcaciones referidas cuentan con grados de marginación en los que, según la ESRU-EMOVI, es más difícil para las mujeres tener mejores opciones.

“La desigualdad de las mujeres en la capital no es la misma que padecen las mujeres del sur del país. Sin embargo, el número de mujeres que no consigue moverse de su lugar de origen a uno mejor ni mejorar sus condiciones es en proporción mucho mayor al de hombres que sí logra un mejor ingreso en el centro del país. Lo que nos habla que la desigualdad entre hombres y mujeres persiste”, comenta.

Esto se relaciona directamente con la problemática de género en donde los hombres tienen mejores oportunidades que las mujeres en el campo laboral aunque tengan las mismas capacidades.

“Este es un fenómeno llamado techo de cristal, donde las mujeres ven que los hombres están en puestos directivos con mejores sueldos, en consejos de administración, pero ellas, a pesar de tener las mismas capacidades, no pueden llegar a estos espacios”, afirma.

Los contrastes de la desigualdad

Al respecto de las diferencias en oportunidades en el sur y el centro del país, el estudio mencionado mide del 1 al 100 la movilidad de las mujeres, siendo el 100 lo más alto a lo que pueden aspirar para mejorar su calidad de vida.

De acuerdo con lo anterior, en el centro del país, las mujeres de zonas marginadas sin protección social por parte del estado solo llegan al lugar 28.

Mientras que en el sur del país, las mujeres que no tienen una protección social o programas que las ayuden, apenas alcanzan a llegar al 22.

Por último, el estudio detalla que a nivel nacional solo el 32 por ciento de las mujeres de regiones pobres supera su condición sin ayuda de un programa social.

Nueva política pública contra desigualdad

Se necesita mejorar la política pública a favor de la mujer para que tengan más opciones de movilidad social, afirma Vélez Grajales.

El director del CEEY argumenta que, según la ESRU-EMOVI, el 63 por ciento de las mujeres que contaron con apoyo del estado como un centro de cuidado infantil o un programa social pudieron mejorar su posición económica.

Dicho porcentaje supera por 31 puntos a la cantidad de mujeres que pudo mejorar su vida pese a que careció de ayuda social.

Por eso, afirma el director del CEEY, urge que se concrete el Sistema Nacional de Cuidados para que este mecanismo contribuya a que las mujeres se desenvuelvan económicamente, avancen hacia una posición alta en la escala y no solo algunos puestos.

“Los beneficios potenciales de un Sistema Nacional de Cuidados son muy claros, al crear oportunidades de movilidad social, tanto para las personas que requieren cuidados como para sus cuidadoras, amplía las oportunidades de elección para las mujeres cuidadoras al reducir la sobrecarga de trabajo no remunerado, al promover la autonomía, el empoderamiento y las posibilidades de las mujeres de vivir libres de violencia”, indica la ESRU-EMOVI.

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