La otra negociación

México tendrá que hacer la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) no solo con otros países, sus socios, sino también al interior del país.

El trabajo de los negociadores será, primero, entre las fuerzas políticas y los sectores productivos, obreros y empresariales que ven en la renegociación del TLCAN una oportunidad o una amenaza.

"Que el Senado de la República pueda, tal y como sucede con los grupos empresariales, constituir un ‘cuarto de junto’”
Gabriela CuevasPresidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado
"Hemos pedido al gobierno que el Congreso mexicano forme parte primordial de este proceso”
César Camacho Coordinador de los diputados federales del PRI

México tendrá que hacer la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) no solo con otros países, sus socios, sino también al interior del país.

El trabajo de los negociadores será, primero, entre las fuerzas políticas y los sectores productivos, obreros y empresariales que ven en la renegociación del TLCAN una oportunidad o una amenaza.

En lo político, los partidos de oposición buscan tener una participación más activa de la que tuvieron para la firma original del Tratado, en 1994, cuando fueron meros espectadores de lo que se negociaba para México.

La renegociación del TLCAN llegará, además, en un momento político complicado para el país.

Con la sucesión presidencial del 2018, es previsible que esta tarea no recaiga completamente en el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, sino que podría extenderse hasta la entrada de la siguiente Administración federal.

Esto no sería un problema si la renegociación del más importante tratado comercial del país fuera vista como un asunto transexenal, con un solo eje a seguir. Pero la entrada de un nuevo gobierno puede modificar el camino de la renegociación.

A 27 años, otro país

Las negociaciones para lograr la firma del TLCAN comenzaron en 1990.

El entonces presidente Carlos Salinas de Gortari llevaba poco más de un año en el gobierno y tenía pleno control del Congreso de la Unión.

El mandatario llevaba a todas partes su discurso de catapultar a México al primer mundo. Una de las medidas que impulsó fue la negociación de una zona de comercio con Estados Unidos y Canadá. El Gobierno mexicano tuvo como negociadores a “un equipo que estaba en sus treintaytantos años y representaban una generación de políticos mexicanos que habían participado en conversaciones internacionales sobre el neoliberalismo y la necesidad de reformas en México”, como cita la investigadora norteamericana Ann E. Kingslover en su libro “Historias del TLCAN, miedos y esperanzas en México y Estados Unidos”.

Para la actual negociación, desde la Secretaría de Economía, liderada por Ildefonso Guajardo, se creó un Consejo de Comercio Exterior que es el que reunirá a los posibles negociadores y revisará los temas y estrategias para enfrentar una posible apertura del TLCAN.

En los 90, era un país donde imperaba el presidencialismo y el PRI tenía el control de las esferas de la vida pública.

En un artículo publicado en la revista Contralínea, en el 2005, el perredista Jorge Calderón – quien fuera diputado federal en los tiempos que se negociaba el TLCAN-, dijo que los documentos de negociación fueron ocultados por los priistas.

“Todos los acuerdos, condiciones y compromisos se discutieron en el llamado ‘cuarto de junto’”, citó la revista a Calderón.

Hoy, 27 años después, México es un país completamente distinto. Los partidos de izquierda ahora piden participar en su renegociación.

En el Senado, el PAN pretende que la Cámara alta sea parte de la negociación del TLCAN.

“No es únicamente esperar a que el tratado llegue al Senado de la República ya firmado, ya negociado, sino que el Senado de la República pueda, tal y como sucede con los grupos empresariales, constituir un ‘cuarto de junto’ que nos permita tener información en tiempo real”, expuso Gabriela Cuevas, presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado.

También desde el propio PRI se ha levantado la voz para que se conforme este “cuarto de junto” con los legisladores.

El Gobierno mexicano no solo debe conciliar al exterior, sino al interior, ante la diversidad de voces que quieren ser escuchadas.

¿Análisis apresurado?

La clase política y los sectores productivo y empresarial están en la antesala de la revisión del TLCAN, el acuerdo comercial más importante que tiene México con otros países y que le representa su principal entrada de divisas.

El Gobierno federal anunció en días pasados el inicio de una consulta de 90 días con diversos sectores para prepararse hacia la negociación que, previó el presidente Enrique Peña Nieto, se realizará en el mes de mayo.

Y aunque parece urgente la necesidad de ponerse de acuerdo en México para ver qué postura se llevará ante Estados Unidos, hay quien considera que esto es apresurado porque aún no se sabe cuál será la postura de Donald Trump.

Héctor Larios, senador del PAN y presidente de la Comisión de Comercio y Fomento Industrial de la Cámara alta, sostuvo que iniciar consultas antes de saber lo que planteará el presidente norteamericano es inútil y hasta ingenuo, pues México se enfrenta a una negociación que iniciará un socio que no sabe respetar acuerdos.

“Abrir la consulta puede llevar a un debilitamiento de nuestra posición negociadora.

“Con sus acciones, el nuevo gobierno de nuestros vecinos del norte ha demostrado que no respeta acuerdos. Mejor esperemos a saber qué cambios quieren hacerle”, afirmó Larios.

Hasta hoy, lo único cierto es que nadie sabe qué es lo que quiere Donald Trump.

Con calma

El Laboratorio de Análisis en Economía, Comercio y Negocios (LACEN) sugiere cautela a los políticos mexicanos en la renegociación del TLCAN:

> Imponer un gravamen del 20 por ciento a los productos provenientes de México es una medida imposible de ejecutar si EU pretende continuar en el TLCAN.

> El TLCAN se ampara en el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT en inglés).

> En su artículo III, referente al Trato Nacional, dice que los productos de los territorios contratantes no estarán sujetos a impuestos interiores u otras cargas.

> En su artículo 302: “Ninguna de las partes podrá incrementar ningún arancel aduanero existente, ni adoptar ningún nuevo”.

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