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¿Por qué los mexicanos enaltecemos la figura de la madre?

Héctor recorre la calle Madero del Centro Histórico de la CDMX. Se detiene frente a un local y mira las blusas floreadas, pero no compra ninguna. Esta vez busca algo especial: un regalo para su madre. Está dispuesto a “consentirla” el 10 de mayo porque “es la reina de la casa”.

Héctor recorre la calle Madero del Centro Histórico de la CDMX. Se detiene frente a un local y mira las blusas floreadas, pero no compra ninguna. Esta vez busca algo especial: un regalo para su madre. Está dispuesto a “consentirla” el 10 de mayo porque “es la reina de la casa”.

Jorge también está en busca del regalo perfecto para “su madrecita”. Él quiere comprarle una sala o un refrigerador. No importa que se le vaya el dinero del mes. Acepta que “ve poco” a su mamá, por lo que quiere algo “bueno”.

El 10 de mayo es una de las fechas especiales más celebradas, aunque en México, según datos de la Organización de las Naciones Unidas, siete mujeres son asesinadas cada día, lo que resulta paradójico en una nación en donde la  figura materna es objeto de veneración. El Día de las Madres, pues, se convierte en una fiesta para quienes que han dado vida.

Pero, ¿de dónde viene la devoción de los mexicanos a la figura materna? El escritor Octavio Paz plantea en “El laberinto de la soledad” que la mujer es un enigma. Representa la fecundidad, pero también la muerte.

Si partimos de que toda cultura nace y crece sobre un sentido religioso de la vida, el Nobel de Literatura identifica a dos madres mexicanas.

La virgen católica (Guadalupe-Tonantzin) es una madre para encontrar un refugio. “Es el consuelo de los pobres, el escudo de los débiles, el amparo de los oprimidos; es la madre de los huérfanos”. Tras la conquista, los evangelizadores orientaron  a los indígenas a buscar consuelo en ella.

Es así como relacionamos a nuestras madres y a la virgen con la protección, seguridad, amor y “damos todo por ellas”. Por ejemplo, el cantante Juan Gabriel le compró una mansión a su madre Victoria Valdéz, luego de que fuera trabajadora doméstica durante años para mantener a sus ocho hijos.

Pero las madres abnegadas, tienen su contraparte, la Chingada es la madre violada. El autor de “La llama doble” señala que la Chingada representa la maternidad, como la Llorona o la “sufrida madre mexicana” que festejamos el 10 de mayo. Pero, la Chingada es la madre violentada que ha sido herida, desgarrada y manchada.

Aunque los mexicanos celebramos a las madres, el 63% de las mujeres ha padecido algún incidente de violencia (32% violencia sexual), según datos del Instituto Nacional de Geografía e Informática (Inegi). De ahí el doble sentido del 10 de mayo: festejar a quien ya hemos hecho sufrir.

“Cuando se habla de la maternidad sólo en términos de destino sublime, se olvidan las horas/trabajo que implica; cuando se elogia la abnegación, se deja de lado el abuso que suele acompañar la crianza; cuando se alaba la devoción, se desconocen el maltrato y la crueldad” con las mujeres, señala al respecto la antropóloga Marta Lamas.

En nuestro país se celebra a las “cabecitas blancas” y decimos protegerlas, sin embargo, las embarazadas no consiguen empleo, las madres son maltratadas en los hospitales y no cuentan con opciones de cuidado para sus hijos. Como consecuencia, están limitadas  laboral, política y socialmente, escribe Lamas en “Madrecita Santa”.

Lourdes Fernández investigadora del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), coincide con Lamas. Señala que la maternidad “aún aflora como una manera de retener a las mujeres en el hogar”, pues, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, sólo el 17.9% de las mujeres con trabajo formal tiene acceso a guarderías.

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Héctor está listo. Encontró un traje “ideal” para su mamá y se lo dará con un abrazo este Día de las Madres.

¿Celebramos a las “reinas de la casa” o las valoramos en la sociedad?

 
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