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Una tajada de barranca

Los habitantes de Guadalajara han perdido una décima parte del hábitat natural de la Barranca de los ríos Santiago y Verde, uno de los mayores activos ambientales de su ciudad, que ahora es objeto de un nuevo intento por protegerla antes de que los daños sean mayores.

Ese cañón que delimita al Norte a la ciudad, ha sufrido cambios invasivos de uso de suelo que han afectado sus condiciones naturales, según se advierte en el Estudio Justificativo para la declaratoria de protección que tiene en trámite la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Territorial (Semadet) de Jalisco.

Además de la declaratoria de protección a nivel estatal en proceso para la Barranca, el pasado 26 de julio el gobierno de Guadalajara anunció que tramitará otra a nivel municipal, aunque solo sobre 900 hectáreas
La Barranca ha sufrido cambios invasivos de uso de suelo que han afectado sus condiciones naturales, advierte el Estudio Justificativo para la declaratoria de protección que tiene en trámite la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Territorial
“Resuelta un tanto paradójico que, pese a los problemas existentes ocasionados porque un río o unos ríos sean el dren principal de los sistemas cloacales de la región, que acusan elevados niveles de contaminación y toxicidad, no refleje del todo en su paisaje el estado deplorable de sus condiciones” 
SemadetEn su planteamiento para proteger a la Barranca

Los habitantes de Guadalajara han perdido una décima parte del hábitat natural de la Barranca de los ríos Santiago y Verde, uno de los mayores activos ambientales de su ciudad, que ahora es objeto de un nuevo intento por protegerla antes de que los daños sean mayores.

Ese cañón que delimita al Norte a la ciudad, ha sufrido cambios invasivos de uso de suelo que han afectado sus condiciones naturales, según se advierte en el Estudio Justificativo para la declaratoria de protección que tiene en trámite la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Territorial (Semadet) de Jalisco.

“Históricamente en el área de estudio las superficies naturales o cercanas a naturales han sufrido una disminución de aproximadamente 8-12 por ciento en el periodo de 1975 hasta 2013, demostrado por el análisis preliminar de las tendencias de cambios en uso de suelo y vegetación”, dice el documento que está en consulta pública.

Según los análisis hechos sobre la cobertura de suelo actual de la Barranca, tres cuartas partes del área aún conservan su hábitat natural o vegetación primaria (el 74 por ciento), compuesta por bosque tropical caducifolio, bosque de encino, bosque de galería y vegetación rupícola.

Hay otra décima parte (9.5 por ciento) con vegetación secundaria arbustiva, que “corresponde a un estado de ecosistemas con un alto potencial de recuperación hacia la vegetación primaria tropical”. Y afirma:

“Esto permite concluir que en la actualidad alrededor del 83.5 por ciento de las coberturas observadas en el área de estudio, cuentan con el tipo de hábitat adecuado para la presencia, crecimiento y reproducción de los elementos nativos de flora, microbiota y fauna”.

El proyecto de protección “Formación Natural Estatal Barranca de los Ríos Santiago y Verde”, comprende un área de 22 mil 451 hectáreas que abarca 11 municipios: los metropolitanos Guadalajara, Zapopan, Tonalá, Tlajomulco, Ixtlahuacán del Río, Juanacatlán, El Salto y Zapotlanejo, más Acatic, Cuquío  y Tepatitlán.

En el 2008, el entonces gobernador Emilio González Márquez buscó una declaratoria de protección federal que fracasó. Si en esta ocasión tiene éxito el Estado, este instrumento estaría siendo efectivo sobre el 5 por ciento del territorio total que suman esos 11 municipios.

La extinción

Las amenazas que enfrenta la Barranca, como los altos niveles de contaminación, la presión inmobiliaria y los cambios de uso de suelo, han llevado a que una de cada cinco de sus especies de fauna silvestre se encuentre en riesgo de extinción.

El Estudio Justificativo revela que de las 368 especies de fauna ahí presentes, entre peces, anfibios, reptiles, mamíferos y aves, hay 58 dentro de las categorías de riesgo de extinción de la NOM- 059-SEMARNAT-2010.  

La riqueza faunística que aún conserva el espacio no está a discusión: Una de cada cinco especies de esa área natural es endémica (63 de 368), es decir, solo puede encontrársele en México.

Y exclusivamente en materia de mamíferos, en la Barranca habita una tercera parte de todas las especies que se hallan en Jalisco (31 por ciento de 168), un estado que ya de por sí es el sexto con mayor biodiversidad del país.

En ese grupo de mamíferos la Barranca es más biodiversa que el Bosque La Primavera, el otro gran activo ambiental de la metrópoli -este sí resguardado como área natural protegida federal, pues si en la Barranca se sabe de 29 especies, en La Primavera hay 52.

Todo eso no obsta, sin embargo, para que el riesgo de desaparecer amenace a buena parte de las especies de la Barranca.

De las 29 especies de peces existentes en la Barranca, ocho están en riesgo de extinción: el 27 por ciento; y de las 21 especies de anfibios presentes, cinco también enfrentan esa condición: el 23 por ciento, detalla el documento.

De las 58 especies de reptiles, son 25 las que podrían desaparecer: el 43 por ciento; mientras que de las 52 especies de mamíferos ahí conocidas, son cuatro con ese riesgo: el 7 por ciento.

Estas cuatro especies de mamíferos que más preocupan son: el ocelote, el murciélago trompudo, el jaguarundi, y el murciélago-hocicudo de Curazao.

Cloaca y venero

El planteamiento que hace la Semadet para proteger a la Barranca no pasa por alto la paradójica relación histórica que ha desarrollado la ciudad de Guadalajara con esa prodigiosa área natural que la limita al Norte.

Guadalajara hizo de la Barranca del Río Santiago, por una parte, el desagüe para sus aguas negras, mientras que de la del Río Verde –donde la contaminación es menor- espera abastecerse de ese líquido con infraestructura en desarrollo como la presa El Zapotillo.

Con la aún reciente puesta en marcha de las plantas de tratamiento de Agua Prieta y El Ahogado, la metrópoli ahora arroja buena parte de sus aguas al Santiago luego de haber sido procesadas (pueden tratar el 79 por ciento de sus descargas).

Pero como lo destaca el estudio, aún no se logra el 100 por ciento de tratamiento, y los daños ya causados tardarán en subsanarse:

“Pese a la construcción y operación de dos plantas de tratamiento de aguas residuales, la contaminación vertida a lo largo de la historia de Guadalajara, requerirá varios años para ser revertida, incluso en el caso de metales pesados provenientes de las industrias del El Salto quizás nunca se logren eliminar del todo“.

Y recuerda: “Hasta hace escasos tres años el tratamiento de agua residual de la segunda ciudad más importante de México era inexistente (…) aún faltan obras complementarias para canalizar todas las aguas residuales a estas plantas, por lo que llegar al 100 por ciento requerirá aún algunos años más”.

El volumen de los contaminantes que ahí se liberaron con las aguas negras es atroz, según el indicador de Demanda Bioquímica de Oxígeno (DBO):

“En la cuenca Río Santiago-Guadalajara de acuerdo con una medición de la DBO realizada en 1994 en las descargas de aguas contaminantes, el total descargado fue de 256.9 toneladas por día, equivalente a 93 mil 768 toneladas en un año”.

Ante tales daños a la Barranca, ha sido principalmente su vegetación “pródiga y funcional” la que ha hecho que no resulte tan evidente la devastación causada.

“Resuelta un tanto paradójico que, pese a los problemas existentes ocasionados porque un río o unos ríos sean el dren principal de los sistemas cloacales de la región, que acusan elevados niveles de contaminación y toxicidad, no refleje del todo en su paisaje el estado deplorable de sus condiciones”, dice la Semadet en su documento.

Además de la declaratoria de protección a nivel estatal en proceso para la Barranca, el pasado 26 de julio el gobierno de Guadalajara anunció que tramitará, por su parte, otra a nivel municipal aunque solo sobre 900 hectáreas.

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