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Los hijos extranjeros

Luego de vivir seis años en California, Gabriel Silva, de apenas 13, se encontró un día buscando alguna escuela en Tijuana.

Llevaba sólo seis días en la ciudad, todo le infundía temor.

“Estoy muy nervioso”, expresó el niño, cuya familia decidió radicarse en Tijuana luego de que la madre fue descubierta viviendo en Estados Unidos sin papeles y accedió a ser deportada.

Para Gabriel, a pesar de haber vivido en Tijuana y saber español, todo le parece distinto y ajeno.

Según el Instituto Nacional de Migración, en 2010 fueron repatriados 19 mil menores y el año pasado 15 mil

Luego de vivir seis años en California, Gabriel Silva, de apenas 13, se encontró un día buscando alguna escuela en Tijuana.

Llevaba sólo seis días en la ciudad, todo le infundía temor.

“Estoy muy nervioso”, expresó el niño, cuya familia decidió radicarse en Tijuana luego de que la madre fue descubierta viviendo en Estados Unidos sin papeles y accedió a ser deportada.

Para Gabriel, a pesar de haber vivido en Tijuana y saber español, todo le parece distinto y ajeno.

La incertidumbre es mayor para sus hermanos Kelly y José Ángel, de 10 y 6 años respectivamente, quienes nacieron en Estados Unidos y sólo hablan inglés.

Igual que los hermanos Silva, miles de hijos de migrantes repatriados enfrentan el reto de  estudiar en escuelas de México.

Todos expresan “un sentido de pérdida enorme”, según Yara Amparo López, coordinadora estatal del Programa Binacional de Educación Migrante (Probem) en Baja California.

No hay un organismo a nivel nacional que lleve la cuenta del número total de estudiantes transnacionales, como se denomina a los hijos de repatriados. 

Según el Instituto Nacional de Migración, en 2010 fueron repatriados 19 mil menores de edad y el año pasado 15 mil. 

Tan solo en Baja California hay 6 mil trescientos hijos de repatriados estudiando en escuelas de nivel básico, indicó López.

El 90% de esos niños nacieron en Estados Unidos y a menudo no hablan español.

En la mayoría de las escuelas este tipo de estudiantes pasaban inadvertidos, pese a que tenían dificultades para comunicarse en español, explicó López. Ningún profesor se preocupaba en auxiliarlos para que se adaptaran a su nueva vida.

Sin embargo, existen proyectos como el PROBEM  quepretende darle continuidad a los estudios estos menores e inscribirlos en el nivel básico en cualquier momento del ciclo escolar.

Este programa es parte del Proyecto Nacional de Educación Básica sin Fronteras, que comenzó en 2009; partiendo de un diagnóstico de las necesidades educativas que tienen los alumnos que emigran de Estados Unidos a México.

El proyecto se enfocó en un plan piloto realizado en dos escuelas de Tijuana, en las que trabajaron con 52 niños en actividades integradoras.

“(Los niños) Hablaron mucho de la separación de la familia, de cómo ellos son estadounidenses pero sus padres no y no pueden estar allá”, manifestó López.

“Lo que buscamos es que estos estudiantes se adapten más pronto a su nueva realidad, pero también sensibilizar a los docentes de esta problemática “, añadió López.

La vicecoordinadora nacional del Probem, Mireya Eugenia Velazco, no obstante, aceptó que el programa binacional está en una “fase de diseño”.

Bernardo Gilmar, quien enseña matemáticas en la Secundaria General No.10, una de “las escuelas integradoras”, dijo que durante este ciclo escolar tienen detectados 33 alumnos transnacionales.

Para Jorge Durand, investigador en sociología por la Universidad de Guadalajara, hace falta un programa federal que sirva para reflexionaren la repatriación de los niños.

“Así como los repatriados no se integran al trabajo o al medio donde están, sus hijos que llegaron con ellos tampoco. Eso es parte de un problema serio que no hemos sabido atender”, dijo Durand.

“Ahora tenemos que empezar a pensar sobre cómo integrar a la sociedad a los que están llegando y los que retornarán en el futuro, sobre todo integrar a los niños”, agregó.

Un problema es que a veces los profesores y maestros se sienten demasiado abrumados con sus clases como para prestarle atención especial a los hijos de repatriados.

Por ejemplo, en una reunión entre la coordinación estatal del Programa Binacional de Educación Migrante y la escuela José G. González, los profesores se quejaron de la carga de trabajo.

Afirmaron que con el programa de estudios que les imponía el gobierno no estaban en condiciones de sumar un nuevo proyecto.

En la junta, los maestros proponían que sólo se hiciera un mural sobre “la multiculturalidad” para atender este problema.

Argumentaron que no pueden dedicarles horas extras cuando tienen grupos numerosos de hasta 45 estudiantes.

“Hace falta mucha sensibilización ”, enfatizó López.

Y es que tendrán que trabajar en conjunto gobierno, sistema educativo y asociaciones para integrar de manera efectiva a los hijos de deportados en esta nueva etapa.

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