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Lecciones de violencia

Ante la mirada de Silvia Peralta Terrazas, directora de la escuela República de Argentina de la SEP, un grupo de mujeres golpearon con saña a Alejandra, la madre de Alondra, la menor que denunció hace tres meses a dos compañeras por amarrarla y cortarla con navaja en el salón de clases.

"Que si no me largaba iban a matar a mi hija, que me iban a correr. Me paso tu demanda por el cu... Una me empujó, me jaló de los cabellos, eran como cuatro, todas me jalaban y me pegaban”
Alejandra habla sobre sus agresoras
La directora del centro, Silvia Peralta Terrazas, presenció los hechos sin intervenir
Al menos cuatro mujeres rodearon a Alejandra, la madre de Alondra, a las afueras del colegio con golpes, gritos y amenazas de muerte

Ante la mirada de Silvia Peralta Terrazas, directora de la escuela República de Argentina de la SEP, un grupo de mujeres golpearon con saña a Alejandra, la madre de Alondra, la menor que denunció hace tres meses a dos compañeras por amarrarla y cortarla con navaja en el salón de clases.

El grupo de agresoras, entre ellas la madre de una de las jóvenes que agredieron a la niña, la esperaban a principios de enero fuera del plantel escolar. Ahí, la golpearon a patadas, enfurecidas porque denunció los hechos ante el Ministerio Público de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF).

Con gritos y amenazas de muerte, las mujeres pasaron de las amenazas verbales a los golpes sin que la agredida tuviera oportunidad de defenderse, en vista de que sus agresoras la superaban en número. El grupo parecía solapado por la directora, en teoría máxima autoridad de ese centro escolar y asignada por la SEP, quien no mostró la menor intención de frenar la golpiza.

Peor aún, la propia Peralta pudo ser una de las principales responsables de orquestar el ataque contra la madre de Alondra o al menos así se desprende de la averiguación previa de la FMA/U4/T2-00467/12-11, en la que asegura que, días antes del ataque, cuando fue a recoger un oficio a la escuela, la directora del plantel le habría dicho: “Ni creas que te tengo miedo, ya verás cómo te va a ir”.

Y la amenaza se cumplió. La madre de Alondra fue golpeada por un grupo de al menos cuatro mujeres, quienes, al ver que un policía de la Secretaría de Seguridad Pública local se aproximaba, corrieron a refugiarse en la escuela. La directora se los permitió.

Como pudo, se dirigió por enésima vez al Ministerio Público local, con la esperanza de que esta vez no le temblara la mano a las autoridades de la PGJDF ni de la SEP para poner orden en la Secundaria 123.

“Te voy a matar, a ti y a tu niña”

Apenas vio que Alondra ingresó a la escuela, Alejandra prefería alejarse del colegio, en la delegación Iztacalco. Una mujer de pelo aparentemente rubio comenzó a agredirla verbalmente, según su relato: “‘Eres una cul…, pin… vieja cul.. que demanda a los niños’, y me jaló del brazo, llamó a los demás padres que estaban ahí, diciéndoles, esta es la vieja culera que demanda a los niños, a ver cuándo demanda a uno de sus hijos”.

Algunos de los presentes voltearon la mirada para ver a quién se refería y se acercaron al grupo.

A la primera atacante se le sumaron otras mujeres envalentonadas, entre las que Alejandra logró distinguir a la mamá de Paula, una de las jóvenes responsables de amarrar a Alondra para cortarle las muñecas con un cutter en el interior del salón de clases.

“Te voy a matar, a ti y a tu niña”, sentenció una de las agresoras, que atizaba a las demás con frases provocadoras.

“Hija de tu pinche madre, por qué involucras a los niños, te vamos a correr de la escuela”, dijo otra, a la que no conoce por su nombre, pero asegura que si volviera a verlas las reconocería a todas.

“Pinche vieja pendeja, lo que haces nos afecta a todos, por lo que haces los niños no pueden ir a ningún lado”, dijo otra más y perdió la cuenta de cuántas la rodearon y comenzaron a tirarla del cabello.

“Que si no me largaba iban a matar a mi hija, que me iban a correr. Me paso tu demanda por el cu… Una me empujó, me jaló de los cabellos, eran como cuatro, todas me jalaban y me pegaban”, describió en entrevista.

Aprovechando que eran mayoría, le dieron patadas en la cara y cuerpo. En todo momento, la directora, que estaba en la puerta del plantel a la hora del ingreso, observó la agresión sin dar instrucción alguna al personal para impedirla.

A distancia, Alejandra alcanzó a ver a un policía que se acercaba en una motocicleta. Corrió para pedirle ayuda y que detuviera a las mujeres que la golpearon.

El uniformado se declaró incompetente para detenerlas pues se habían refugiado en el interior de la escuela, protegidas por la directora.

Pese a los dolores provocados por los golpes, Alejandra se trasladó al Ministerio Público para denunciar lo ocurrido.

Su voz en el teléfono apenas se escuchaba: “Me golpearon afuera de la escuela de mi hija”, alcanzó a referir Alejandra a un amigo, quien la llevó a las instalaciones de la PGJDF.

Policía en la escuela

Al enterarse de lo ocurrido, el procurador capitalino, Rodolfo Ríos, ordenó que la policía judicial acudiera de inmediato a la escuela secundaria para salvaguardar la integridad de Alondra, que seguía en el edificio.

En medio de la expectativa, alumnos y autoridades presenciaron, con su escuela convertida en el escenario de una batalla campal, cómo los agentes encabezados por un Ministerio solicitaron a la directora la entrega inmediata de Alondra. 

Alejandra, mientras tanto, fue enviada al Hospital Balbuena donde los traumatólogos dieron fe de sus lesiones. Tenía los labios ensangrentados por los golpes, dolor cervical y las ropas revueltas. Lloraba de dolor, de impotencia.

¿Cuánto más hay que aguantar para alcanzar justicia? ¿Qué va a pasar con mi hija?, se preguntaba a sí misma a casi tres meses de denunciar el caso de bullying cometido contra Alondra y que llevó, a madre e hija, a una lucha contra las autoridades de la SEP y ahora, contra los padres de familia.

Tras declarar, Alejandra firmó un permiso para autorizar a la Policía Cibernética de la PGJDF a entrar en la cuenta de Facebook de su hija, que ha recibido amenazas de muerte por parte de otros compañeros.

En la edición “Cuando un niño amenaza”, del pasado 30 de enero, Reporte Indigo dio a conocer la historia de los menores que, a través de esta red social, amenazaron de muerte a Alondra, tras haber denunciado a sus compañeras.

En esa denuncia, quedaba constancia de la afición de algunos compañeros de la estudiante por las armas de fuego. Además, de acuerdo con información obtenida en redes sociales, se supo que el  padre de uno de ellos se jactaba de ser policía federal. 

Las autoridades escolares y parte de la comunidad se han puesto de acuerdo para argumentar que fue la propia Alondra la que se hizo los cortes en las muñecas, por tratarse de una práctica común, una moda, entre adolescentes.

Parece que en la escuela República de Argentina de la SEP, Silvia Peralta Terrazas, la directora, se ha empeñado en enseñar a sus alumnos lecciones de violencia e impunidad.

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