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Las otras fugas

A causa de la corrupción que prevalece al interior del sistema penitenciario nacional, la fuga de reos en México se ha mantenido en forma casi inalterable en los últimos 10 años; en promedio 130 presos evaden la prisión cada año, pero casi nunca se sanciona penalmente a los que facilitan esas fugas.

El método de fuga preferido por los evasores carcelarios de México es salir por la puerta principal de los penales, en fin de semana y disfrazados para confundirse entre la población que sale de visita de los centros penitenciarios

A causa de la corrupción que prevalece al interior del sistema penitenciario nacional, la fuga de reos en México se ha mantenido en forma casi inalterable en los últimos 10 años; en promedio 130 presos evaden la prisión cada año, pero casi nunca se sanciona penalmente a los que facilitan esas fugas.

Estimaciones del periodista especializado en temas carcelarios, Luis Carlos Sainz, autor del libro “Rejas rotas” (Grijalbo 2013), la fuga de reos, sin importar si la prisión es federal, estatal o municipal, es la principal causa de impunidad en nuestro país, pues en la mayoría de los casos los reos fugados no son recapturados.

Tras la fuga de un reo, los custodios de primer contacto del evadido son detenidos y llevados ante la justicia, pero casi nunca se les aplican sanciones carcelarias. 

“La mayoría de los que participan en las fugas son puestos en libertad. En el 60 ó 70 por ciento de los casos, los culpables de las fugas quedan en libertad”, explicó Luis Carlos Sainz.

Cuando se logra el encarcelamiento de los responsables de la fugas, casi siempre quedan absueltos por faltas al debido proceso o tras el pago de una sentencia mínima, que en la mayoría de los casos no alcanza los cuatro años, pese a que se ayudó a la fuga de sentenciados con penas que oscilan de entre 20 a 120 años de prisión.

La estadística que revelan los medios locales de comunicación apuntan que la mayor parte de los reos que se fugaron de cárceles estatales en los que va de este año, eran sentenciados en firme con la obligación de pasar tras las rejas en promedio 30 años, la mayor parte de esos delitos fueron por secuestro y/o homicidio.

En lo que va de este año, hasta antes de la fuga de ‘El Chapo’, en México se tenían registradas 27 evasiones carcelarias, principalmente de prisiones estatales y municipales. La de ‘El Chapo’ fue la fuga número 28 del año 2015 y la que puso en evidencia el sistema de corrupción que prevalece al interior de las cárceles, incluyendo aquellas que se consideran de máxima seguridad.

De acuerdo al periodista Luis Carlos Sainz, el número de fugas que va en este año se encuentra dentro de los parámetros normales, los que históricamente se han mantenido en México, por lo que no se descarta la posibilidad de que sigan las fugas para poder cerrar el ejercicio del 2015 con una cifra cercana a las 100 evasiones de reos.

La cifra a alcanzar en el renglón de las fugas de presos pareciera muy alta para lo que resta del 2015, pero Luis Carlos Sainz recordó que los eventos de evasión carcelaria son tan singulares que en cualquier momento se registra una fuga masiva que alce las estadísticas, puso como ejemplo el caso de Nuevo Laredo en el 2012, cuando 152 reos decidieron alcanzar su libertad anticipada.

En el 90 por ciento de las fugas de reos se estima que es la corrupción carcelaria –el pago a los custodios y/o directores del penal- la principal llave que otorga la libertad a los reos. Solo en el 10 por ciento de los eventos de fuga se atribuye la evasión de los reos a actos como descuidos institucionales o sagacidad de mismo recluido.

Solo en la década del 2000 al 2011, según expone Luis Carlos Sainz en su revelador libro “Rejas rotas”, en México se registraron un total de 451 eventos de fuga, en donde se escaparon de las celdas un total de mil 512 reos, la mayoría de ellos con la complicidad y omisión del sistema de custodia y seguridad de los penales.

Estadísticas de miedo

En los últimos años, de acuerdo a las cifras que maneja el periodista Luis Carlos Sainz, la mayor parte de los evadidos de las prisiones, tanto estatales como federales, son reos de alta peligrosidad que estaban purgando el delito de homicidio, en menor medida el de secuestro y en tercer lugar el de narcotráfico.

El estado de Tamaulipas es la entidad líder en presos fugados. Allí se han registrado en la última década un total de 63 eventos de fuga con saldo de 325 presos libres. En Sinaloa se han registrado 52 eventos con resultado de 134 reos de alta peligrosidad en libertad por su propia decisión. En Tabasco se tienen contabilizadas un total de 24 fugas con 190 reos en libertad.

Otros estados en donde el sistema carcelario no representa una contención a la criminalidad son Quintana Roo, con 12 eventos de fuga que han puesto en la calle a 101 presos; Zacatecas contabiliza 21 fugas y 111 presos saliendo por la fuerza, en tanto que en Chihuahua se han señalado 33 fugas con saldo de 89 reos en libertad.

En contraparte, los estados que menos eventos de fuga registran son Tlaxcala y Yucatán, allí no se han registrado ninguna fuga en los últimos 10 años; en Aguascalientes se ha registrado solo un evento de fuga, donde un reo pudo escapar a la justicia, en tanto que en Querétaro se han registrado solo 2 fugas con igual número de reos saliendo a la libertad.

Salir por la puerta, la mejor opción

El método de fuga preferido por los evasores carcelarios de México en las últimas décadas es -por increíble que parezca- salir por la puerta principal de los penales. En la mayoría de los eventos los reos en fuga utilizan disfraces, a veces vestidos de mujer, para confundirse entre la población que sale de visita de esos centros penitenciarios.

El día que los reos han elegido para escaparse en este año, de acuerdo a la reseñas de diversos medios locales de todos el país, son los fines de semana. El domingo es el día preferido para salir por la puerta principal de los Cerezos. ‘El Chapo’ no rompió la estadística, decidió dejar el penal un sábado.

El segundo método de escape de las prisiones que se ha utilizado con mayor frecuencia en los últimos años, es escalar el muro. Esta forma –aunque no es exclusiva- se ha empleado principalmente en las cárceles municipales, en donde no hay torres de vigilancia ni celadores nocturnos sobre el techo.  

Otra de las formas más frecuentes de escape de las cárceles de México, según revela el periodista Luis Carlos Sainz es salir por las rejillas de prácticas de los juzgados, donde la seguridad penitenciara es más laxa y en algunas ocasiones los propios reos reciben ayuda del personal que labora en esas áreas de impartición de justicia.

Otro de los métodos más socorridos para la evasión de la prisión es el uso del doble fondo en los vehículos que salen de los penales. En este año, de las 28 fugas que se han documentado, al menos 7 de los reos salieron escondidos en vehículos que llevaban basura o manufacturas desde el interior de las cárceles.

El quinto método más utilizado por los reos es el uso del disfraz, no para confundirse en la visita, sino para salir como parte del personal que labora dentro de los centros penitenciarios, a veces con bata blanca como médico o a veces con overol y casco como los trabajadores que de manera frecuente se emplean en remodelaciones al interior de los penales.

‘El Chino fugas’

Más allá de la fuga espectacular que significo la de David Kaplan, cuando en 1971 decidió fugarse en un helicóptero que aterrizó en el patio de la penitenciaría de Santa Martha Acatitla, se rememora la trayectoria escapista de reo Octavio Cortez Velásquez, mejor conocido como ‘El Chino fugas’, hoy recluido en la cárcel federal de Matamoros.

‘El Chino fugas’ es el reo que mantiene el récord de egresos no autorizados de prisión en México. Se ha fugado en tres ocasiones de la cárcel preventiva de Guadalajara. Antes ya lo había hecho en dos ocasiones de cárceles estatales en Estados Unidos, donde fue convicto por robo y extorsión.

La primera vez que se fugó de la cárcel de Guadalajara, ‘El Chino fugas’ –que se desempeñaba como ayudante de cocina- fue haciendo acopio de los costales en donde llegaban las naranjas. El argumento era que quería hacer un colchón para evitar el frío del piso. Con los costales terminó haciendo una cuerda con la que escaló las altas paredes del penal.

La segunda vez se salió por las rejillas de prácticas del penal. Y en la tercera ocasión fue más ingenioso: mandó traer de la calle a un muchacho, al que introdujo como visita familiar, solo para intercambiarle en el interior del penal su ropa y contraseña con la que ingresó. ‘El Chino’ salió por la puerta saludando a los custodios, con la personalidad prestada de su visitante.