Además, animales, ríos y vegetación se han ennegrecido en los últimos años debido a este material que permea el aire por semanas cada vez que se enciende el Popocatépetl. Foto: Especial

Las generaciones grises del Popocatépetl ¿Respirar ceniza y materiales volcánicos tiene consecuencias en la salud?

Los habitantes de las faldas del volcán padecen de diversas enfermedades por la inhalación de ceniza y materiales que ha expulsado por décadas ‘Don Goyo’, una realidad que no les preocupa, pues lo ven como un protector y lo veneran desde hace siglos

Es el vecino más ruidoso, más viejo, al que más quieren, el que más contamina y también el más dañino. Así lo retratan generaciones enteras de familias que habitan en los alrededores del Popocatépetl.

Ellos no se inmutan ante los rugidos del volcán cada vez que expulsa ceniza, gases y material incandescente, al contrario, lo asumen como parte de su cotidianidad. Ni la ceniza, ni las piedras que arroja los incomoda.

Por décadas han montado una especie de guardia por varios kilómetros a sus alrededores; lo llaman con cariño “Don Goyo” porque es parte del paisaje urbano y también porque es su viejo guardián de la zona.

Sin embargo, el costo de tenerlo exhalando por años ha cobrado una factura muy cara para la salud de las familias que viven en las orillas.

Las toneladas de ceniza que han cubierto estas comunidades por años ha dejado daños a su salud.  El Popocatépetl los ha enfermado por varias generaciones, aunque se niegan a aceptarlo.

Sobre todo los que viven en sus faldas y que forman parte del Estado de México y Puebla. Reconocen que han pasado toda una vida respirando fragmentos y materiales provenientes de esta montaña.

La mayoría de ellos desconoce este padecimiento silencioso a causa de la ceniza que respiran a diario. Todo se resume a frecuentes enfermedades en vías respiratorias, irritación de ojos, manantiales contaminados y cosechas con capas de material.

Incluso ha traído la enfermedad y muerte de sus animales debido a la lluvia frecuente de ceniza volcánica, la cual ya forma parte de sus comunidades cada vez que se reactiva el “Popo” con fumarolas y estruendos.

Especialistas del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) y el Comité Científico Asesor del Popocatépetl, así como investigadores de la UNAM, advirtieron hace años sobre los efectos nocivos que les provoca el material de la montaña.

Guadalupe Hernández Bello, investigadora de Riesgos Geológicos del Cenapred, confirma este problema de salud pública en entrevista con Reporte Índigo.

“Es polvo muy fino el que arroja el Popocatépetl; la ceniza tiene ciertos minerales que, por un lado, hacen que la tierra sea muy fértil, pero por otro, las partículas ingresan al sistema respiratorio con mayor facilidad, afectando la salud de las personas.

“Desde 1994 (cuando se reactivó el volcán) los pobladores respiran los minerales que circulan en el aire. La larga exposición a esta gran cantidad de ceniza ha empeorado las enfermedades respiratorias de los pobladores”, sostiene la especialista.

Incluso animales, ríos y vegetación se han ennegrecido en los últimos años debido a este material que permea el aire por semanas cada vez que se enciende el Popocatépetl.

Los agricultores batallan para mantener a salvo sus cosechas que se cubren del material que llueve cada vez que el volcán respira y lanza columnas de humo de varios kilómetros de altura.

Bajo el polvo

La ceniza volcánica ha tapizado por completo a San Nicolás de los Ranchos, el municipio de México más cercano al Popocatépetl. Autos, casas, iglesias e incluso animales se encuentran cubiertos por este material que cae durante varias horas al día.

Nadie se ha salvado de las capas de ceniza que arroja el volcán, aunque esto no impide que sigan con sus actividades normales.

Hay una especie de calma en todo el lugar que hace parecer que la caída de ceniza es parte del poblado.

“Aceptamos a ‘Don Goyo’ como es, hemos aprendido a vivir con él, es nuestro pueblo y nuestro volcán. Tenemos calma y paciencia cuando las puertas y ventanas rechinan o cuando se libera una fumarola”, expresa Teresa Mendieta Morales, habitante de esta localidad a Reporte Índigo.

La vista que tiene Teresa es única, desde su casa, donde vive con su papá, se alcanza a ver el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl (el volcán inactivo). Uno con ceniza y cubierto de fumarolas y el otro lleno de nieve.

Acepta que la picazón que padece en la garganta es normal, a veces asiste al médico para que le recete algo, aunque minimiza los síntomas. Aun cuando sus familiares tienen los mismos padecimientos.

Sin miedo

Los residentes de este poblado no le temen al coloso de fuego: lo veneran y respetan. A veces, se separan las paredes y las ventanas cuando ruge el volcán, pero solo eso.

Eso sí, autos repletos de ceniza sobresalen en las calles de este municipio donde la vida transcurre más despacio, a un ritmo más lento y sin tantas preocupaciones.

La eterna normalidad

La vida transcurre en completa normalidad, a los pobladores que viven a la faldas del volcán no les atemorizan las fumarolas ni las explosiones de material incandescente que arroja desde hace años el Popo.

Lo respetan y veneran a tal grado que le rinden culto y  hacen ceremonias de vez en cuando en la montaña para agradecer los frutos y la fertilidad que les brinda.

‘Don Goyo’ es parte inamovible de sus usos y costumbres, por eso se rehúsan a hablar mal de él, aunque los enferme.

En Santiago Xalitzintla, localidad que se ubica a tan solo 12 kilómetros de la cabecera municipal de San Nicolás de los Ranchos, se establecieron filtros por parte del Ejército mexicano para impedir que la población se acerque más al volcán.

En caso de una emergencia, los militares se dicen preparados para la evacuación de los poblados que resguardan, aunque solamente cuentan con algunas camionetas Pickup y dos camiones para trasladar a 30 personas cada uno.

A ‘Don Goyo’, como lo llaman la mayoría de los habitantes que viven en estas zonas, lo veneran desde los niños hasta los más ancianos. Foto: Especial
A ‘Don Goyo’, como lo llaman la mayoría de los habitantes que viven en estas zonas, lo veneran desde los niños hasta los más ancianos. Foto: Especial

Se rehúsan a dar cualquier declaración oficial sobre el protocolo de emergencia. Son apenas una docena de militares que portan un brazalete con la leyenda del Plan DN III y que se encuentran apostados en este poblado. En guardia permanente.

La ubicación geográfica pone a esta comunidad como un sitio de alto riesgo, por ello forma parte de la ruta de evacuación en caso de una erupción volcánica.

Pese a ello, los pobladores de Xalitzintla se muestran reticentes a cualquier llamado de evacuación por parte de las autoridades. “De ninguna manera dejaremos atrás nuestros hogares y animales”.

Es más, no les preocupa el aire enrarecido que se respira, ni la atmósfera gris que se percibe por todo el poblado. Tampoco ven necesario el uso de cubrebocas, solo algunos lo usan como medida para tapar la nariz.

Reporte Índigo recorrió esta localidad en donde prevalece la calma; los trabajadores de construcciones son los que más sobresalen en el paisaje urbano de esta zona del país por la ceniza que mancha su ropa, aunque tampoco parece importarles.

Tiendas, negocios de comida y de carpintería, todos abrieron pese a la caída constante de ceniza, las escuelas fueran las excepción, pues se mantuvieron cerradas por recomendación de las autoridades.

En la iglesia principal que se ubica al frente de la Presidencia Municipal se llevó a cabo la quema de toritos pirotécnicos como festejo; niños, adultos y personas de la tercera edad se reunieron ahí para festejar este evento al interior del centro religioso.

Afuera, en tanto, autoridades repartían kits de protección para quienes se acercaran. Goggles, cubrebocas, batas y líquidos protectores para ojos y nariz fue lo que se brindó.

Rutas de evacuación en mal estado

Las rutas de evacuación que se ubican en San Nicolás de los Ranchos y en Santiago Xalitzintla apenas son visibles para sus habitantes.

La mayoría de ellas se encuentran llenas de polvo y deterioradas por el paso del tiempo.

Estas señaléticas son parte de los letreros de tránsito de las calles principales de ambas localidades, aunque apenas se notan entre las vialidades debido al polvo y al mal estado en el que se encuentran.

A la par, personal de Protección Civil y la Policía local de San Nicolás de los Ranchos, en compañía de elementos del Ejército, mantienen rondines constantes en carreteras y caminos que forman parte de estas rutas de salida de emergencia.

Únicamente al exterior del Palacio Municipal de San Nicolás de los Ranchos se colocó una manta que muestra las vías de escape en caso de que el volcán aumente su actividad.

La policía municipal también realiza recorridos en los alrededores para verificar el estado de los caminos, aunque se limitan a circular en las camionetas.

Las señaléticas que marcan el camino para salir de los poblados que se encuentran cerca del volcán están en mal estado y apenas se alcanzan a distinguir. Foto: Especial
Las señaléticas que marcan el camino para salir de los poblados que se encuentran cerca del volcán están en mal estado y apenas se alcanzan a distinguir. Foto: Especial

Las otras víctimas

Perros, burros, caballos, gallinas y marranos también son víctimas de los estragos del Popocatépetl. Nadie se salva de la ceniza que se acumula en las casas y banquetas.

En las calles de estos municipios los canes no faltan; se encuentran afuera de las casas, caminando por las aceras o solo descansando sobre las banquetas. Todos ellos con ceniza en su pelaje y nariz.

Los animales de granja también conviven con el material que les cae encima. Sus dueños los tratan de salvaguardar bajo techos de lámina improvisados. Al respecto, las autoridades han llamado a extremar medidas y resguardar a los que se encuentren en el exterior.

El negocio de la piedra volcánica

Apostados en las salidas de los municipios más cercanos del Popocatépetl se encuentran talleres artesanales que han hecho de la piedra volcánica un negocio.

Se trata de personas que se ubican a un costado de las principales carreteras y que venden diversas figuras talladas con cincel y herramientas.

Sobresalen figuras como la de la leyenda del Popocatépetl en la que reproducen a un hombre cargando a una mujer dormida.

También se ofertan cruces religiosas y molcajetes, ceniceros y hasta portarretratos desde los 600 hasta los cuatro mil pesos.

Te puede interesar