Las encuestas y su blindaje

La elección presidencial del próximo domingo podría convertirse, de nuevo, en una de las más reñidas, tal como sucedió hace seis años. A pesar de que se perfila un puntero en las encuestas, los resultados podrían cerrarse debido al porcentaje de la población que se ha manifestado indecisa o renuente a decir por quién va a votar. Es por eso que nada está escrito.

Un elemento adicional que ha afectado el levantamiento de las encuestas es la negativa de las personas a contestar
Al obtener un promedio de las 10 encuestas que se publican en el país, el priista aventaja al candidato del Movimiento Progresista por 11.2 puntos porcentuales
No todo está dicho para este primero de julio. Un 16 por ciento de los votantes podrían influir en el resultado de la elección presidencial.

La elección presidencial del próximo domingo podría convertirse, de nuevo, en una de las más reñidas, tal como sucedió hace seis años. A pesar de que se perfila un puntero en las encuestas, los resultados podrían cerrarse debido al porcentaje de la población que se ha manifestado indecisa o renuente a decir por quién va a votar. Es por eso que nada está escrito.

Desde el arranque de las campañas electorales, Enrique Peña Nieto se ha mantenido como el favorito en la mayoría de los estudios de opinión, pero es evidente que la diferencia con respecto a Andrés Manuel López Obrador se ha cerrado en las últimas semanas. 

Sin embargo, tal como lo dijo el presidente Felipe Calderón hace unos días, la elección puede ser de tercios, así que no hay que descartar a la panista Josefina Vázquez Mota.

Al obtener un promedio de las 10 encuestas que se publican en el país, el priista aventaja al candidato del Movimiento Progresista por 11.2 puntos porcentuales, una diferencia aún considerable.

Pero este dato es superado por el 16 por ciento de la población que se ha manifestado indecisa o que no ha querido decir por quién votará.

Un porcentaje tan alto de indecisos y de personas que no especifican su preferencia electoral podría inclinar la balanza a favor de cualquiera de los dos candidatos. Esto significa que si al menos dos terceras partes de este segmento votara por el líder de las izquierdas, se equilibraría la competencia.

Lo anterior blindaría a las casas encuestadoras contra cualquier resultado, ya que los votantes sin preferencia clara podrían convertir en ganador al segundo lugar. Es difícil que suceda, pero no imposible.

Pero al margen de cualquier consideración estadística, es un hecho que a lo largo de las campañas, Peña Nieto ha venido a la baja, Josefina se ha mantenido y Andrés Manuel va al alza.

Las casas encuestadoras tienen hasta el día de hoy para presentar sus últimos sondeos de opinión, ya que la ley impone a partir de manaña la prohibición de dar a conocer resultados de preferencias electorales.

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Comparativo y diferencias

Mientras la encuesta de Grupo Fórmula le da una ventaja de 16 puntos a Peña Nieto sobre López Obrador, las de Ipsos-BIMSA y Berumen solo marcan 6 puntos a favor del mexiquense.

De los sondeos que muestran mayor cantidad de personas que no saben por quién votarán, destacan los de Reforma y Berumen, con 20 y 21.4 por ciento, respectivamente.

Esto quiere decir que uno de cada cinco electores potenciales no sabe cómo votará.

Son esos votantes los que se están peleando los partidos políticos para asegurar el triunfo.

Y para ello, se basan en los estudios de opinión, tanto propios como ajenos.

Las encuestas se han convertido en una especie de primera vuelta electoral porque los votantes empiezan a descartar a quien está en tercer lugar para concentrarse en los dos que encabezan los sondeos de opinión.

Por eso son parte importante de la propaganda de los partidos políticos, que obviamente muestran los estudios cuyos resultados son favorables a sus candidatos.

Por otro lado, las encuestas impulsan en forma decisiva el voto útil (la confirmación de la segunda vuelta) cuando los simpatizantes del candidato que va en tercer lugar votan por quien está en el segundo, y así puede rebasar al puntero.

Esto sucedió en la elección presidencial del año 2000, cuando el panista Vicente Fox resultó ganador.

López Obrador busca aprovechar el efecto del voto útil convenciendo a los seguidores de Josefina Vázquez Mota de que voten por él.

Encuestas fallidas

En el pasado reciente, algunos pronósticos electorales han fallado, como suele suceder en la historia de los comicios.

En las elecciones para gobernador de Michoacán que se realizaron en noviembre de 2001, casi todas las encuestas ubicaban como favorita a Luisa María “Cocoa” Calderón, del PAN, frente al priista Fausto Vallejo.

El Gabinete de Comunicación Estratégica señalaba que la panista y hermana del presidente de la República tenía 37 por ciento de las preferencias electorales contra 22 por ciento del candidato tricolor, 15 puntos de ventaja.

El día de los comicios, los resultados fueron totalmente distintos. Vallejo ganó con 35.4 por ciento, mientras que “Cocoa” Calderón obtuvo 32.6 por ciento.

Hay otros casos, como el de Sinaloa en julio de 2010. Casi todas las encuestadoras fallaron en sus pronósticos, ya que daban como ganador a Jesús Vizcarra, del PRI, pero resultó electo Mario López Valdez, Malova, postulado por la coalición PAN-PRD.

Diversos estudios avalan estos yerros. Una investigación publicada por Leo Zuckerman en la Revista Nexos en marzo pasado, califica a las empresas e instituciones que realizan estudios de opinión en México.

Según el politólogo y periodista, el periódico El Universal tiene los sondeos electorales con 100 por ciento de efectividad con cinco encuestas publicadas. 

Con 13 estudios publicados, le sigue Gabinete de Comunicación Estratégica, que tiene un acierto de 77 por ciento.

A Consulta Mitofsky le da 75 por ciento de efectividad con cuatro encuestas publicadas.

Zuckerman reprueba a Arcop con 50 por ciento y a Reforma con 40 por ciento.

Factor de rechazo

Un elemento adicional que ha afectado el levantamiento de las encuestas es la negativa de las personas a contestar. 

Y esta tendencia ha venido aumentando en los últimos años debido a diversos factores, como la inseguridad pública.

Según datos de la mayoría de las casas encuestadoras, la negativa a contestar se había mantenido en 25 ciento, pero el porcentaje ha venido subiendo debido a la situación de violencia que vive el país.

Y esto se debe a que para garantizar la confiabilidad y representatividad del resultado, los cuestionarios se levantan “cara a cara” en el domicilio del seleccionado para la muestra.

Recientemente, en la presentación del estudio de opinión realizado por Berumen para el Observatorio Universitario Electoral, que integra a académicos de la UNAM, el Colegio de México y la Universidad Autónoma Metropolitana, se abordó esta problemática.

En este caso particular, la negativa a contestar la encuesta llegó a 40 por ciento, lo que implica que 4 de cada 10 personas se rehusaron a ser entrevistadas.

Errores famosos

A nivel internacional, las encuestas también han fallado en sus pronósticos.

Uno de los casos más recordados es el de la elección presidencial de Estados Unidos en 1948, cuando sorprendió la victoria de Harry Truman. 

Encuestadoras como Gallup y Roper pronosticaron que Thomas E. Dewey le ganaría a Harry S. Truman por más de cinco puntos. Sin embargo, fue Truman quien se llevó la victoria con una diferencia similar.

En el Reino Unido se vivió una situación parecida. En 1992, el Partido Conservador triunfó por cuarta ocasión consecutiva en las elecciones generales. 

Este resultado fue adverso a las proyecciones de las principales encuestas, que posicionaban al laborista Neil Kinnock como el favorito. 

En 2010 sorprendió la victoria de Juan Manuel Santos, hoy presidente de Colombia.

Y es que todas las encuestas sobre intención de voto pronosticaban una elección muy cerrada entre Santos y Antanas Mockus. Sin embargo, Santos ganó con más de 46 por ciento, y su oponente solo alcanzó 21.4 por ciento.

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