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La UNAM abraza a Marichuy

María de Jesús Patricio llegó a la UNAM buscando firmas, pero se llevó consigo las voces de las víctimas y de las minorías que la apoyan rumbo a su candidatura presidencial

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“Venimos buscando algo mucho más grande que el voto, venimos buscando la conciencia colectiva de los de abajo, aquella que hemos visto crecer y florecer en los estudiantes”
María de Jesús Patricio Martínez Vocera del Concejo Nacional Indígena

Marichuy llegó a Ciudad Universitaria y como agricultora cosechó muchas voces, gritos de justicia y de hartazgo a la impunidad y a la situación de violencia que viven muchos sectores.

María de Jesús Patricio Martínez, vocera del Concejo Nacional Indígena, llegó a la Universidad Autónoma de México buscando firmas para su candidatura presidencial, pero se llevó consigo el apoyo de los estudiantes y el eco del sufrimiento de decenas de personas cuyos familiares fueron asesinados.

“Su sufrimiento es mi sufrimiento” y “México se está resquebrajando” fueron el confort de los escuchas y la esperanza de que las cosas podrían ser diferentes.

Por eso, la aspirante indígena fue bien recibida, con flores, con copal, con música y con cadenas humanas le dieron la bienvenida.

“Es la única aspirante que pueda entrar de esa manera a la Máxima Casa de Estudios”, dijo un estudiante a otro.

Entre la multitud, una niña de menos de 10 años y con uniforme escolar veía sobre los hombros de su madre el templete.

“¿Quién es Chuy?”, le preguntó a quien la cargaba, “es ella, la de la falda bonita, quiere ser Presidenta”, le contestaron.

“Cuando sea grande, yo voy a votar con ella porque se ve diferente y porque está aquí”, dijo la pequeña.

Primera parada

El estar ahí, en el lugar donde Lesvy Berlín Osorio presuntamente fue asesinada, le valió la aceptación.

La primera parada de María de Jesús fue la cabina telefónica a un costado del Instituto de Ingeniería donde el cuerpo de la joven fue encontrado el pasado 3 de mayo.

La cabina telefónica se convirtió en altar, flores, pancartas de apoyo y consignas que exigían a las autoridades justicia para su caso. Una decena de personas ataviadas con manta limpiaban el lugar con incienso, cánticos y mantras “Despierta México” repetían a los cuatro puntos cardinales.

Alrededor se formaban cadenas humanas para resguardar la llegada de Marichuy. Dos ramos de flores fueron entregados en el improvisado templete, uno para Marichuy y otro para Araceli Osorio, mamá de Lesvy, arriba de ellas la consigna era clara: “¡Alto a los feminicidios!”.

“Fue feminicidio, 3 de mayo del 2017, en esta cabina telefónica fue encontrado el cuerpo de mi hija, de Lesvy Berlín Osorio (…) nos damos cuenta cómo están las cosas en el país que Lesvy no es la única que quieren hacer pasar como un suicidio”, condenó la mamá de Lesvy para después acusar a las autoridades por la impunidad y las endebles investigaciones que realizó la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México.

“En este país no existe la justicia para quienes no podemos pagarla, nos damos cuenta de que se hace investigación a modo y sobre todo se hacen sentencias también a modo y las sentencias siempre son en contra de las mismas mujeres, se justifica la violencia hacia nosotras por la forma en que vestimos, por la forma en que nos relacionamos”, dijo la mamá de Lesvy.

Según cifras recientes de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, al día se asesinan 7 mujeres en México y Lesvy fue una de ellas. Mientras su madre habla, denuncia y rompe en llanto, Marichuy se aferra a su brazo, le da fortaleza y la consuela con la mirada.

“Yo le digo a la compañera Marichuy que hay una tarea muy grande, hay una tarea que requiere que caminemos juntas y de que nuestros compañeros sean eso, nuestros compañeros, nuestros esposos, novios, nuestros compañeros de trabajo, nuestros amigos, queremos ese acompañamiento para buscar la igualdad, pero los queremos a nuestro lado, no adelante, no atrás, los queremos así, junto a nosotras, en armonía, no violentándonos”, fue la estocada final de la mamá de Lesvy.

Con voz baja, tímida, hipnótica y la mirada en alto, Marichuy tomó la palabra y todos callaron.

“Quiero decirle a la compañera que sentimos ese dolor y también es nuestro dolor y eso es lo que nos anima y animó a tomar esta decisión, quiero decirle que en el Concejo Indígena de Gobierno hay también muchos dolores que hemos recogido de las comunidades que hemos caminado y ha sido también ese grito desesperado de todo esto que está pasando y que nadie ve, que nadie escucha, que nadie hace nada y eso hace que tomemos más fuerza”, dijo la aspirante.

La aspirante invitó a los presentes a tomar ese dolor, esa rabia, para convertirlos en fuerza y luchar para que no vuelva a pasar, para que no vuelva a haber otro feminicidio.

‘Nunca más un México sin nosotros’

Después de un grito general de “¡justicia!” y el sonido de los caracoles, el contingente inició su marcha rumbo a rectoría, detrás y delante de ellas sonaba una banda y decenas de estudiantes formaban una cerca para protegerlas y apoyarlas.

Durante el camino de más de media hora, varios estudiantes y trabajadores se sumaban, otros no sabían de qué se trataba.

“Mi hermano me dijo que iba a venir Marichuy, allá está, vamos a tomarle una foto”, dijo una joven a otro, “yo qué voy a saber de eso, yo soy contador”, le contestó.

Pasando por varias facultades, escuchando gritos de apoyo, Marichuy pasaba por el Auditorio Che Guevara, a lo lejos veía imponente el mural que Juan O Gorman hiciera en la Biblioteca Central, la aspirante se quedó quieta y vio el pasaje de la fundación de Tenochtitlán, cerró los ojos unos segundos, tomó aire y siguió caminando.

En el templete principal la esperaban dos integrantes de Café Tacuba entonando la canción Volcán y una pancarta con la leyenda “Queremos hablar de cosas imposibles porque de lo posible se ha dicho demasiado”.

“Mira tus huesos rotos y tu belleza desfallecer. Mira sin querer yo te he lastimado queriéndote. Mira que tú me has dado todo, todo y así pagué. Mira que entre tus huertos había semillas que desperdicié”, cantaba Rubén Albarrán.

Cuando llegó Marichuy la coronaron con un arreglo floral y decenas de causas y minorías se unieron a ella, estaban las feministas, los del SME, miembros de la comunidad LGBTTI y compañeros de otros pueblos indígenas, todos con luchas distintas pero con un fin en común, ser escuchados y tener justicia.

“Nuestra lucha no es por el poder ni por votos electorales, lo decimos porque venimos buscando algo mucho más grande que el voto, venimos buscando la conciencia colectiva de los de abajo, aquella que hemos visto crecer y florecer en los estudiantes”, dijo la cosechadora de voces.

María de Jesús era esa vocera que necesitaban.

“Es el tiempo de reconstruir este país desde abajo y desde la izquierda. Nunca más un México sin nosotros”, sentenció la aspirante indígena.

“Ha sido también ese grito desesperado de todo esto que está pasando y que nadie ve, que nadie escucha, que nadie hace nada y eso hace que tomemos más fuerza”
María de Jesús Patricio MartínezAspirante independiente a una candidatura a la Presidencia de la República