La tierra prometida de Mancera

En esta tierra no hay víctimas, tampoco corrupción, no hay cabida para los malos policías y mucho menos para el narcotráfico. En este lugar sólo pasan cosas buenas. Se ayuda a los viejitos, a las madres desprotegidas y se atiende a los jóvenes.

Es “Manceralandia”, la capital prometida por el candidato del PRD, Miguel Ángel Mancera Espinosa.

El término que durante el segundo debate de los candidatos al GDF, empleó la aspirante de Nueva Alianza, Rosario Guerra para mofarse del gobierno irreal del Distrito Federal que describe Miguel Ángel Mancera, no resulta tan ajeno.

Bajo los nombres de “La otra administración”, “La Empresa”, “FM” y “La Resistencia”, la delincuencia organizada hizo presencia en Iztapalapa, Gustavo A. Madero, Tlalpan y Magdalena Contreras
Mancera Espinosa negó por años la presencia del narco en esa tierra que solo él veía, mientras que en esta capital ocurría una sangrienta batalla por controlar el territorio
Un convencido a ultranza de la política social del gobierno perredista en la capital del país, Mancera parece ignorar las prácticas de corrupción en las dependencias

En esta tierra no hay víctimas, tampoco corrupción, no hay cabida para los malos policías y mucho menos para el narcotráfico. En este lugar sólo pasan cosas buenas. Se ayuda a los viejitos, a las madres desprotegidas y se atiende a los jóvenes.

Es “Manceralandia”, la capital prometida por el candidato del PRD, Miguel Ángel Mancera Espinosa.

El término que durante el segundo debate de los candidatos al GDF, empleó la aspirante de Nueva Alianza, Rosario Guerra para mofarse del gobierno irreal del Distrito Federal que describe Miguel Ángel Mancera, no resulta tan ajeno.

Convencido a ultranza de la política social del gobierno perredista en la capital del país, el aspirante Mancera parece no darse cuenta de lo que diariamente padecen los capitalinos por las prácticas de corrupción en las dependencias y las clientelares que practica su partido.

Por eso es que en “Manceralandia” no hay cabida para las historias oscuras como las que él siempre negó, ocultó o simplemente no quiso ver a su paso por la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF).

El tiempo que Mancera Espinosa vivió en esa tierra, no se enteró que sus policías mentían con tal de sumar aprehensiones, lo que costó enviar a prisión a ciudadanos inocentes como la estudiante, Mariel Solís, quien en 2011 fue acusada de participar en el homicidio de un catedrático de la UNAM, Salvador Rodríguez y Rodríguez, quien al salir de un banco fue asesinado por resistirse a un asalto.

Por el simple parecido entre la estudiante y una mujer que aparecía en el video tomado por las cámaras del banco al que acudió la víctima, Mariel Solís fue enviada tras las rejas.

En aquella ocasión, el entonces procurador no se enteró de lo que Eduardo Adrián López Herrera, uno de los presuntos responsables detenidos por ese crimen declaró ante el Ministerio Público de la PGJDF:

“El día del homicidio del catedrático, quiero aclarar que la persona de nombre Iván y la persona llamada Mariel, realmente no tienen nada que ver en esto, ya que unos judiciales me presentaron varias fotografías diciendo que tenía que mencionar a esas dos personas como también responsables de ese homicidio”.

Pero al interior de  “Manceralandia” se tejió otra historia perversa que llevó a Mariel Solís a prisión y la mantuvo bajo el escarnio público. Muy tarde, cuando el procurador despertó, pidió disculpas y la dejó en libertad.

Pero también ocurrieron otras historias. 

Por años, Mancera Espinosa negó la presencia del narco en esa tierra que sólo él veía, mientras que en esta capital ocurría una sangrienta batalla por controlar el territorio de las drogas y su distribución.

Diversos cárteles del narcotráfico, los mismos que hoy tienen el territorio mexicano devastado, se disputaron zonas específicas de la ciudad de México, dejando su huella y mensaje a través de cartulinas y mantas abandonadas en puentes y junto a cadáveres.

Peligrosa negación permanente

Una y otra vez, pese a las fatales evidencias, Mancera Espinosa negó que el narco estuviera asentado en el Distrito Federal, donde sólo él veía una tierra distinta, libre de aprehensiones de capos y de ejecuciones.

De nada valieron las múltiples declaraciones de detenidos asentadas en averiguaciones previas de la dependencia que él encabezó en las que se refería la presencia y operaciones del narco en la capital. Esa realidad nunca existió para el ahora candidato. 

“No tenemos ningún reporte de que se hubiera encontrado, se hubiera asentado el crimen organizado en el Distrito Federal, lo más es que hay algunos objetivos que llegan a estar en tránsito y cuando son detectados o se advierte la necesidad de operar, pues así lo hacen”, declaró a principios de 2011.

Otros tantos emplearon este mismo territorio para aquí llevar a cabo transacciones ilegales también producto del movimiento del mercado de las drogas.

Desde el 2010 la propia Procuraduría General de la República (PGR) advertía de la presencia de células de la Familia Michoacana en la delegación Iztapalapa.

Bajo los nombres de “La otra administración”, “La Empresa”, “FM” y “La Resistencia”, el grupo delictivo hizo presencia en diversas delegaciones de la capital como Iztapalapa, Gustavo A. Madero, Tlalpan y Magdalena Contreras.

El testimonio de Enrique Salgado Huerta, miembro de la Familia Michoacana detenido por las autoridades federales, reveló dónde y cómo operaba el grupo delictivo en el Distrito Federal. 

 “Conocí a Lázaro Cervantes Ramírez, en el municipio de Arcelia, Guerrero y él me invitó a trabajar en la organización de la Familia Michoacana en el Distrito Federal…mi función para la cual me contrataron era la de recoger el dinero de lo que se recaudaba de venta de droga en el municipio de Nezahualcoyotl, Texcoco y sus alrededores.

“Ya que recogíamos el dinero nos íbamos para la casa de Mauritania 16, colonia Lomas Estrella en Iztapalapa, que era el lugar donde contábamos el dinero y lo empaquetábamos en bolsas de plástico Ziploc, ya que se reunía el dinero de todo un meso los guardábamos en un compartimento oculto o “clavo” de una camioneta”, declaró.

Muchos más, detenidos por la Policía de Investigación, antes Judicial, les dijeron claramente que venían de Morelos, Guerrero y Michoacán para encargarse de la plaza del DF pero el procurador capitalino se obstinó en negar su existencia. 

Tal vez por ese estado de negación permanente fue que ocurrió uno de los episodios más oscuros de la historia reciente del secuestro en la ciudad de México: la muerte de la empresaria Yolanda Ceballos Coppel y dos policías judiciales, durante un fallido operativo para rescatarla de sus plagiarios.

Aunque no ocurrió de inmediato, poco a poco, las piezas cayeron hasta que a través de un video filtrado a los medios se exhibió que los agentes Julio Rincón y José Antonio Moreno murieron en fuego cruzado por las balas de sus propios compañeros policías.

El escándalo estalló y obligó a Mancera a remover de su cargo al comandante Erasmo de la Rosa, al Fiscal Antisecuestros, Juan Maya y el jefe general de la policía, Jesús Jiménez Granados. Los errores de ese operativo más que graves, mortales.

Caso Coppel

Con las destituciones frenó el escándalo. El expediente del llamado Caso Coppel fue celosamente guardado para evitar que los detalles de aquel error se ventilaran.

La versión oficial planteó que Yolanda Ceballos Coppel murió asesinada por el supuesto líder de plagiarios, “El Iván”, quien al verse rodeado de policías le disparó. Sin embargo, esa versión siempre estuvo envuelta en una nube de dudas.

Hoy, los documentos de la causa penal 261/2009 que obra en juzgados corroboran que  Ceballos Coppel recibió múltiples disparos que ocasionaron 24 orificios producidos por arma de fuego. Lo que resulta imposible adjudicar a un solo ejecutor.

Yolanda Ceballos Coppel fue víctima también del llamado fuego amigo y si “El Iván” le disparó no fue él único. La víctima murió en manos de los policías que fueron a rescatarla.

Así lo plantean los resultados de la química forense o prueba de Walker de fecha 5 de julio de 2009. Los peritos José Luis Domínguez y Ricardo Tavera Torres identificaron 24 orificios producidos por arma de fuego, que se localizaron en la playera gris, marca óptima (con 21 orificios) y tres más en el pants gris con franjas rojas, que vestía Yolanda Ceballos al momento que fue encontrada muerta en la casa de seguridad de Xochimilco.

El viernes tres de julio, día del operativo, Yolanda vestía esa ropa. Una de las mujeres inculpadas en el secuestro, Yeni Fabiola Rosas Ortíz o Jenifer Fabiola Rosas, le dio esa vestimenta a la víctima para que se cambiara cuando fue llevada a la casa de seguridad.

“Le dio ropa a la agraviada, por lo que la señora Yolanda Ceballos Coppel se puso un pants gris con franja en los costados color rojo, una camiseta de color gris”, refiere el documento del que Reporte índigo posee una copia.

La nube de humo entorno al caso permitió conocer a fondo los errores operativos de aquella movilización policiaca pero también de mando y de jerarquías al interior de la Procuraduría capitalina pese que le costó el cargo a altos funcionarios.

En el discurso actual, el candidato del PRD habla de una ley anticorrupción y defiende el primer lugar en trasparencia que le otorgó al GDF, el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) y Fundar.

Por eso es que en la tierra que sólo el ex procurador ve, no hay cabida para historias de ineficiencia, corrupción, mordidas o dádivas. Ya ni hablar de los casos del partido que lo postula. Hoy todo mundo quiere aparecer junto a Mancera y sumarse al efecto arrollador que el candidato tiene en la capital.

Aspirantes a diputados federales, locales y a jefes delegacionales, quieren tomarse la foto junto a él y llevarlo a sus mítines, sobre todo en aquellas zonas donde el perredismo no lleva la delantera y aún hay que convencer al electorado.

Decenas de funcionarios en funciones lo buscan en espera de una posible oportunidad de que los incorpore a su equipo, en caso de que se concrete su llegada al gobierno. 

Así las cosas, ¡Bienvenido a Manceralandia!. 

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