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La mujer que derribó los muros

La primera vez que Marisa pisó la cárcel de Santa Martha Acatitla en el Distrito Federal se topó de golpe con miradas frías y recelosas.

Descubrió en las mujeres que purgan ahí sus condenas -merecidas o no- los rostros deformados por la soledad. 

Poco a poco, Marisa bebió las historias grises de esas mujeres casi invisibles que abarrotan la populosa cárcel.

Con su perseverancia y franqueza, Marisa logró romper el muro de la desconfianza que parecía infranqueable. Logró que las más rudas mujeres en Santa Martha le contaran sus historias.

"Con sus testimonios, estas mujeres demostraron que el arte es un camino que puede llevar a la acción y la transformación. Porque estas mujeres iluminaron las paredes opacas de la justicia mexicana y se alzaron con su voz a través del arte"
Marisa Belausteguigoiti‘Fuerza, tiempo y esperanza’

La primera vez que Marisa pisó la cárcel de Santa Martha Acatitla en el Distrito Federal se topó de golpe con miradas frías y recelosas.

Descubrió en las mujeres que purgan ahí sus condenas -merecidas o no- los rostros deformados por la soledad. 

Poco a poco, Marisa bebió las historias grises de esas mujeres casi invisibles que abarrotan la populosa cárcel.

Con su perseverancia y franqueza, Marisa logró romper el muro de la desconfianza que parecía infranqueable. Logró que las más rudas mujeres en Santa Martha le contaran sus historias.

Marisa las liberó

María Isabel Belausteguigoitia Rius llegó a la cárcel de Santa Martha Acatitla con la idea de llevar talleres de muralismo a la reclusas a través de Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG) de la UNAM.

Pero debido a la urgencia de una intervención cultural y jurídica, en la creación de un nutrido y complejo proyecto de investigación-acción: “Mujeres en espiral: sistema de justicia, perspectiva de género y pedagogías en resistencia”.

Además, al convivir con las presas, Marisa se encontró con decenas de casos llenos de irregularidades.

El proyecto original de pintar los muros en la cárcel como forma de expresión se desbordó y la exigencia de ayuda propició la intervención jurídica para ayudar a muchas a revisar su expedientes.

Así nació con el respaldo de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, la Facultad de Derecho de la UNAM y el PUEG, el Proyecto Mujeres en Espiral y la Clínica de Justicia Marisela Escobedo, cuyo objetivo es la conducción de litigio estratégico con visión de género.

Ahora, Marisa y su equipo han logrado transformar las miradas frías y recelosas en esperanza de justicia.

‘Fuerza, tiempo y esperanza’ 

A lo largo de casi cinco años, las mujeres en reclusión se apropiaron de los muros de la cárcel y crearon cuatro murales: “El Grito”, “Fuerza, Tiempo y Esperanza”, “Caminos y formas de la libertad” y “Acción colectiva por la justicia”.

En 2013, el PUEG junto con la Facultad de Derecho de la UNAM y la CDHDF integró al proyecto Mujeres en Espiral las Áreas de Investigación, Practica Jurídica y Artístico Pedagógico, con el fin de promover cambios estructurales en el sistema de justicia mexicano.

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