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La debacle perredista

El Partido de la Revolución Democrática trasladó el pasado 7 de junio su crisis política a las urnas logrando su peor resultado electoral de los últimos 20 años.

En la elección de 1991 la votación del partido del Sol Azteca rondó por los 2 millones de votos a nivel federal.

Se trataba de su debut tras constituirse como partido político y disolver el Frente Democrático Nacional, que postuló en 1988 a la presidencia a Cuauhtémoc Cárdenas.

 En la elección del pasado 7 de junio, el PRD obtuvo 4 millones 335 mil votos en la elección para diputados federales

El Partido de la Revolución Democrática trasladó el pasado 7 de junio su crisis política a las urnas logrando su peor resultado electoral de los últimos 20 años.

En la elección de 1991 la votación del partido del Sol Azteca rondó por los 2 millones de votos a nivel federal.

Se trataba de su debut tras constituirse como partido político y disolver el Frente Democrático Nacional, que postuló en 1988 a la presidencia a Cuauhtémoc Cárdenas.

Desde entonces el PRD había conseguido mantener una tendencia hacia arriba en las elecciones federales llegando casi a ganar la presidencia en 2006.

Pero la elección pasada marcó el inicio del declive del PRD, el partido tradicional de izquierda y progresista en México.

La desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa en el municipio perredista de Iguala, Guerrero, además de las renuncias de líderes históricos del perredismo como Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard, marcaron la ruta para este fracaso electoral.

La derrota es atribuible a “Los Chuchos”, la corriente interna del PRD que controla este partido y que encabezan Jesús Zambrano, Jesús Ortega y Carlos Navarrete, actual dirigente nacional del PRD. En la elección del pasado 7 de junio el PRD obtuvo 4 millones 335 mil votos en la elección para diputados federales. Un pobre 10.8 por ciento de los sufragios emitidos por los mexicanos.

Si este número de votos se comparan -como lo hace un informe que presentó recientemente la Secretaría Electoral del PRD y al que tuvo acceso Reporte Indigo- con la votación conseguida en la elección del 2009, la debacle perredista no es tan impresionante.

“El decrecimiento porcentual del PRD en esta elección es relativo”, concluye el informe.

Pero si la referencia es la elección presidencial del 2012 en la que contendió Andrés Manuel López Obrador como candidato presidencial, la pérdida de votos es de escándalo. No tiene otro nombre. Hace tres años, el PRD consiguió 8 millones 194 mil votos en la elección de diputados federales. Hoy, la votación perredista en el país cayó 50 por ciento.

El informe electoral del PRD es devastador por cualquier lado que se le mire.

En la votación federal sólo puede presumir que ganó un estado: Tabasco, donde logró imponerse en cuatro de los seis distritos electorales federales gracias a su alianza con el Partido del Trabajo.

En la Ciudad de México el PRD sólo ganó 10 de los 27 distritos electorales cuando en el 2012 había arrasado.

Por sí solo el PRD -sin la alianza con el PT- sólo ganó 5 distritos: los cuatro que comprenden el municipio de Nezahualcóyotl en Edomex, y el de Poza Rica, Veracruz.

En los 29 distritos electorales donde el PRD ganó, junto con el PT, se reparten 10 en la Ciudad de México, 4 en Tabasco, 2 en Guerrero, 5 en Michoacán, 2 en Morelos, 4 en Oaxaca y 2 en San Luis Potosí.

En 13 estados del país los candidatos del PRD a diputados federales obtuvieron menos del 5 por ciento de la votación.

En Nuevo León, Tamaulipas y Coahuila, la votación ni siquiera llegó al 3 por ciento.

El PRD perdió también la competencia por los votos de los electores de izquierda con Morena, el partido de reciente creación fundado por el excandidato presidencial perredista Andrés Manuel López Obrador.

En la Ciudad de México Morena obtuvo 770 mil votos en los comicios para diputados federales superando los 646 mil conseguidos por los aspirantes del PRD.

Pero en 17 entidades más los candidatos de Morena consiguieron más votos que los del PRD, a pesar de no contar con prerrogativas ni financiamiento público.

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