La caída del mito electoral del PRI

La elección del domingo en Monterrey vino a terminar con uno de los mitos electorales mejor fabricados por el priismo nacional y de Nuevo León.

Felipe Enríquez, “el gran operador electoral del PRI”, no sólo perdió la contienda por la Alcaldía de Monterrey.

El priista fue aplastado por una panista inexperta que por primera vez en sus 35 años de edad competía por un cargo de elección popular.

Enríquez ni siquiera pudo superar los 200 mil votos que consiguió Abel Guerra en la elección de 2009, cuando éste perdió la Alcaldía de Monterrey frente a Larrazabal

La elección del domingo en Monterrey vino a terminar con uno de los mitos electorales mejor fabricados por el priismo nacional y de Nuevo León.

Felipe Enríquez, “el gran operador electoral del PRI”, no sólo perdió la contienda por la Alcaldía de Monterrey.

El priista fue aplastado por una panista inexperta que por primera vez en sus 35 años de edad competía por un cargo de elección popular.

Enríquez encarnó siempre la figura del alquimista electoral, del mago de las estructuras territoriales, del genio de la compra de votos y de la movilización de gente durante la jornada electoral.

Enríquez estaba convertido casi en una leyenda electoral y sus triunfos en comicios de estados como Yucatán, Quintana Roo y Nayarit ayudaban a alimentar ese mito.

Se trataba además del compadre de Enrique Peña Nieto, quien se perfila para ser a partir de diciembre el nuevo presidente de México.

LOS TRIUNFOS DE ENRÍQUEZ

En el 2006 Enríquez llegó a Yucatán como delegado del CEN del PRI y operó para que su comadre, la entonces candidata tricolor Ivonne Ortega, recuperara para su partido ese estado gobernado por el PAN.

En el 2009, como jefe de la oficina del candidato, Enríquez participó en la campaña que llevó a Rodrigo Medina a ganar la elección por la gubernatura de Nuevo León.

Los triunfos electorales para Enríquez continuaron desde entonces.

En el 2010, Enríquez fue uno de los responsables de despojar al PAN de la capital de Yucatán, considerada un coto de poder para el panismo nacional.

Ese año coordinó las elecciones intermedias que llevaron a la priista Angélica Araujo a la Alcaldía de Mérida, ciudad que tenía casi 20 años de ser gobernada por el PAN.

Ese mismo año Felipe Enríquez fue uno de los operadores electorales que mandó el PRI a Quintana Roo para la campaña de Roberto Borge, quien se impuso en la elección por la gubernatura.

La fama de Enríquez como garante de victorias electorales se esparcía entre los dirigentes priistas, el círculo de Enrique Peña Nieto y los gobernadores del PRI.

En el 2011, Enríquez fue enviado por el CEN del PRI como delegado especial para coordinar la campaña del priista Roberto Sandoval a la gubernatura del estado de Nayarit.

El resultado conseguido en la contienda, una vez más, fue favorable para el ahijado político del ex gobernador neolonés Benjamín Clariond.

LA PARADOJA DE ENRÍQUEZ

Felipe Enríquez está convertido en una gran paradoja: gana elecciones para sus amigos los gobernadores, pero es incapaz de conseguir una victoria electoral para sí mismo.

La del domingo no es la primera vez que Enríquez pierde una elección en Monterrey. Hace tres años, en las elecciones del 2009, Enríquez sufrió también una derrota electoral inesperada.

En la contienda por el Distrito Federal 7, que comprende Monterrey, el priista fue superado por 207 votos por una panista con poca trayectoria: Yolanda Villarreal.

Enríquez logró 49 mil 479 votos en la votación por 49 mil 686 sufragios de la candidata panista.

Sin embargo, el priista impugnó el resultado logrando revertir su derrota por una victoria en el conteo de votos.

Fue así, raspando, como logró llegar a San Lázaro.

Enríquez fue secretario de la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados, que presidía Luis Videgaray, coordinador de la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto.

Desde ese cargo cabildeó y construyó su candidatura del PRI a la Alcaldía de Monterrey.

LOS FACTORES DE LA DERROTA

El domingo Enríquez fue aplastado en la contienda por la Alcaldía de Monterrey por Margarita Arrellanes, la ex delegada de Sedesol en el estado.

Era la primera vez que Arellanes contendía por un cargo de elección popular, pero aún así superó por 90 mil votos al considerado gran operador electoral del PRI.

En la elección, Arellanes obtuvo 262 mil votos, por 173 mil sufragios del amigo y compadre de gobernadores y ex gobernadores priistas.

Enríquez ni siquiera pudo superar los 200 mil votos que consiguió Abel Guerra en la elección de 2009, cuando éste perdió la Alcaldía de Monterrey frente a Larrazabal.

¿Qué provocó la estrepitosa derrota del compadre de Enrique Peña Nieto en Monterrey?

Hay varios factores. Uno de ellos es la mala percepción que los electores tienen sobre Enríquez, quien tiene operaciones inmobiliarias millonarias en Quintana Roo y que no puede explicar con sus ingresos como servidor público.

Dos semanas antes de las elecciones del 1 de julio, Reporte Indigo publicó: “El Compadre Incómodo de Enrique Peña Nieto”, donde difundió la fortuna inexplicable del candidato.

Se reveló el desarrollo turístico de Punta Piedra, ubicado al sur de Tulúm, donde participa la familia de Enríquez, igual que en el proyecto de Isla Blanca, al norte de Cancún.

Pero además de esta imagen, Enríquez tuvo en contra al gobernador Rodrigo Medina, quien por traición o incapacidad, no operó para los candidatos del PRI, incluso no lo hizo para Enrique Peña Nieto.

A Medina le convenía políticamente que Enríquez perdiera la elección por la Alcaldía de Monterrey y así excluirlo de la carrera por la sucesión en el 2015.

Inclusive poniendo en riesgo, como lo hizo, el triunfo de Enrique Peña Nieto en Nuevo León.

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Y es que el ahora candidato a la Alcaldía de Monterrey fue impulsado como operador político luego de ser el coordinador de área en la campaña del candidato a la gubernatura de Nuevo León en 2003, Natividad González Parás.

Fue una operación exitosa, luego de que el mismo González Parás había perdido la gubernatura seis años antes, en 1997, año en que ganó la gubernatura un panista por primera ocasión en la historia del estado: Fernando Canales Clariond.