INAH, sin filtro para investigadores

Tanto el INAH, ENAH y el Conacyt financiaron durante años al arqueólogo Saúl Alberto Guerrero Rivero, quien además de carecer de los conocimientos que presume, violentó a colaboradoras y subalternas
Rubén Zermeño Rubén Zermeño Publicado el
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Durante más de diez años vivió en las entrañas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) un hombre que robó, plagió, acosó y agredió física y verbalmente a superiores y subalternos por igual, todas ellas mujeres.

“El Alacrán”, como le dicen sus víctimas, creció gracias a becas y dinero público del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) y del INAH, monto que en los últimos cinco años ascendió a más de dos millones de pesos. La complicidad y omisiones de superiores y otros compañeros arqueólogos ayudaron a que actuara impunemente.

Hasta agosto de este año, Saúl Alberto Guerrero Rivero, formó parte del Sistema Nacional de Investigadores (SNI); actualmente aspira a cursar un postdoctorado en la Universidad de Sevilla pese a la estela de violencia y fraude que dejó a su paso en la educación pública del país.

Patricia Fournier es una de las arqueólogas más prestigiosas de México. Forma parte del Sistema Nacional de Investigadores nivel 3 y obtuvo un postdoctorado en el Smithsonian Center for Materials Research and Education del Smithsonian Institution en Washington.

En agosto de este año fue denunciada por Guerrero Rivero ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), el Conacyt y el Órgano Interno de Control del INAH por supuestos “actos de hostigamiento laboral”.

La doctora comenta a Reporte Índigo que ella es quien ha sido hostigada por Saúl, quien incluso no ha devuelto tepalcates (pedazos de cerámica arqueológica) que son propiedad de la nación y de los cuales tiene la custodia legal, además de emprender una campaña de desprestigio y acoso en su contra, motivo por el cual fue defendida en una carta pública por la academia del Posgrado en Arqueología de la ENAH.

El 6 de septiembre de este año, la doctora Fournier mandó una carta al coordinador Nacional de Arqueología, Pedro Francisco Sánchez Nava, en el que narra el proceso de préstamo y no devolución de los 25 tiestos (monumentos arqueológicos muebles protegidos por ley), provenientes del Templo Mayor, que Guerrero Rivero utilizó para su tesis doctoral “Caracterización arqueométrica en el estudio de producción cerámica en México y Andalucía durante los periodos Virreinal y Republicano”.

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Debería de habérmelos devuelto pero a la fecha no ha regresado los materiales y después de solicitarlos por email, se ha dedicado a difamarme por todos los medios posibles
Patricia FournierArqueóloga

El 28 de octubre de este año la Coordinación Nacional solicitó a Guerrero Rivero la devolución formal de los tiestos, a lo que ha hecho caso omiso.

Hago de su conocimiento que debió devolver todos los fragmentos así como las láminas delgadas que extrajo de esos tiestos, sin que hasta la fecha ello haya ocurrido. Es por lo anterior que le solicito proceda a devolver el material arqueológico enunciado a la Dra. Patricia Fournier García, en el entendido que el fin para lo que fue solicitado ha sido concluido y es deseo de la Dra. Fournier que se haga entrega de los bienes arqueológicos muebles que ella tiene bajo su custodia legal
Pedro Francisco Sánchez Navacoordinador Nacional de Arqueología

Tiestos dañados

Agapi Filini es doctora por la Universidad de Londres, especialista en arqueología de la Cuenca de Cuitzeo y desde diciembre de 2004 trabaja en la Universidad de Michoacán.

En 2015, Saúl Guerrero la contactó a través de correo electrónico para que le ayudara, ya que iba a concursar para una plaza en el Museo Nacional de Antropología e Historia en la Sala de Occidente de México.

A cambio, Guerrero Rivera, quien se presentó como especialista en petrografía cerámica, se ofreció a apoyarla, por lo que recibió tiestos y 10 mil pesos para realizar el trabajo.

Le di muestras cerámicas para que las trabajara, retrasaba mucho el trabajo. Después sin preguntarme las llevó a la UNAM (…) Finalmente sí me las entregó junto con un informe parcial de los análisis que hizo. Las muestras me las entregó dañadas. Son propiedad de la nación, pero yo como arqueóloga directora del proyecto tengo la responsabilidad sobre ellas
Agapi Filiniarqueóloga

La especialista agrega que las piezas se dañaron irreparablemente debido a un desconocimiento de los procesos a realizar para analizarlas y por las afectaciones ya no se podrá conocer la procedencia ni composición de los tepalcates.

“Saúl es poco profesional, es un narcisista que manipula y se aprovecha de las personas con hostigamiento y acoso. Perdí mi dinero y mis muestras pero al final gané la paz de saber que no vuelvo a colaborar con él”, argumenta.

 

Con dinero público

Saúl Alberto Guerrero Rivero ingresó a la licenciatura en Arqueología de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) en 2007 y terminó en 2012. Durante ese proceso fue becario por un año de la doctora Fournier y recibía el equivalente a dos salarios mínimos por parte del Conacyt.

En 2012 ingresó a la maestría en Arqueología y en 2014 al doctorado en la misma ENAH.

De acuerdo con la Plataforma Nacional de Transparencia (PNT), Saúl Rivero Guerrero es un “sujeto obligado a cumplir con sus obligaciones de transparencia” debido a que recibe dinero público.

Durante el 2015, año más antiguo del que hay información pública en la PNT, Rivero Guerrero recibió 378 mil 540 pesos en cuatro pagos de la Dirección Adjunta de Posgrados y Becas del Conacyt; para 2016 fueron 433 mil 552.8 pesos y en 2017 el monto alcanzó los 313 mil 709.08 pesos.

Al año siguiente y durante 2019 y 2020, el INAH celebró tres contratos anuales por adjudicación directa por “Servicios” con Saúl Guerrero por 298 mil 500.48 pesos.

El arqueólogo fue contratado por la Subdirección de Arqueología Subacuática (SAS) del INAH para realizar trabajos especializados de geofísica aplicados en la prospección arqueológica subacuática y procesamiento de anomalías geofísicas, pese a no ser su área de especialización.

Después de que no se le renovara su contrato en la SAS, el arqueólogo trabajó en la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY) como técnico asociado del Laboratorio de Cerámica de la Facultad de Ciencias Antropológicas, de donde recibía 6 mil 933.60 pesos mensuales. A la par, Guerrero entró al Sistema Nacional de Investigadores del Conacyt de donde recibió al menos 8 mil pesos mensuales de enero a agosto, pero el montó podría ascender a 30 mil.

En total, de enero del 2015 a agosto de este año, Guerrero Rivero ha recibido al menos 2 millones 110 mil 903.48 pesos en dinero público.

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