Los otros periodistas, los olvidados

A la protesta generalizada del gremio sobre las condiciones de riesgo bajo la que se realiza el trabajo periodístico en México, se ha sumado la Conferencia del Episcopado Mexicano.

Por primera vez expresó su apoyo y solidaridad con los periodistas de todo México “frente a la situación de violencia y ataques recibidos en el ejercicio de su profesión”.

La voz de la Iglesia Católica se alza cuando son 14 los desaparecidos, desde el 2003 a la fecha; en lo que va del año ya suman nueve los asesinatos de comunicadores

Mientras algunos casos quedan en el olvido, se insiste en esclarecer el homicidio de Javier Valdez, el más reconocido de los comunicadores ejecutados
“Frente a la situación de violencia y ataques recibidos en el ejercicio de su profesión (…) y las preocupaciones que invaden a todo el gremio que hoy siente temor al realizar su tarea”
ComunicadoConferencia del Episcopado Mexicano

A la protesta generalizada del gremio sobre las condiciones de riesgo bajo la que se realiza el trabajo periodístico en México, se ha sumado la Conferencia del Episcopado Mexicano.

Por primera vez expresó su apoyo y solidaridad con los periodistas de todo México “frente a la situación de violencia y ataques recibidos en el ejercicio de su profesión”.

La voz de la Iglesia Católica se alza cuando son 14 los desaparecidos, desde el 2003 a la fecha; en lo que va del año ya suman nueve los asesinatos de comunicadores

Aunque organizaciones defensoras de derechos de periodistas han discriminado algunos casos y no se han ventilado públicamente por Artículo 19, Reporteros Sin Frontera (RSF) o La Casa de los Derechos de Periodistas (CDP).

Las dirigencias de la mayoría de organizaciones defensoras de derechos de periodistas se han concentrado en exponer los asesinatos de los periodistas más mediáticos, dejando de lado el reclamo por el esclarecimiento de otros comunicadores.

Mientras se insiste en el esclarecimiento del homicidio de Javier Valdez, el más reconocido de los comunicadores ejecutados, se han dejado en el olvido los reclamos de justicia para los periodistas también asesinados, Erik Bolio López, Marcela de Jesús Natalia de la Cruz, Jonathan Rodríguez Córdova, Filiberto Álvarez, Maximino Rodríguez, Ricardo Monlui y Cecilio Pineda Birto.

A la lista de periodistas no reclamados por esas organizaciones se suman los 14 comunicadores desparecidos en todo el país; el más reciente, el michoacano Salvador Adame, cuyo caso no ha trascendido más allá del reclamo ante el gobierno estatal de periodistas locales.

Entre los 14 periodistas desaparecidos destacan Alfredo Jiménez Mota, en Sinaloa; Rafael Ortiz Martínez, en Coahuila; Gamaliel López Candanosa y Gerardo Paredes Pérez, en Nuevo León; Jesús Mejía Lechuga y Gabriel Fonseca Hernández, en Veracruz; Rodolfo Rincón Taracena, en Tabasco; Marco Antonio López Ortiz y Leodegario Aguilera Luca, en Guerrero.

Michoacán es el estado que más periodistas desaparecidos tiene a la fecha y no se ha podido esclarecer el paradero de José Antonio García Apac, María Esther Aguilar Casimbe, Ramón Ángeles Zalpa, Mauricio Estrada Zamora y Salvador Adame Pardo.

Temor por su labor

Tal vez por esa razón el pasado domingo se alzó la voz de la Iglesia Católica mexicana mediante un comunicado, que en palabras del Papa Francisco consideró que los periodistas “tienen un papel de gran importancia y al mismo tiempo una gran responsabilidad… (y) siguen siendo una piedra angular, un elemento fundamental para la vitalidad de una sociedad libre y plural”.

El obispo auxiliar de Monterrey, secretario general y vocero de la Conferencia del Episcopado Mexicano, Alfonso Miranda Guardiola, dijo que se reconoce que a la fecha hay una agresión “dirigida a las personas que integran los medios de comunicación en general: reporteros, camarógrafos, editores, jefes de información, directivos, entre otros.

“Nos unimos en oración para que el Señor Jesús consuele y alivie el sufrimiento y las preocupaciones que invaden a todo el gremio que hoy siente temor al realizar su tarea”, dice el comunicado.

Tierra de desaparecidos

Michoacán es el estado con mayor cantidad de periodistas desaparecidos, con cinco casos. De ninguno se sabe nada a la fecha, ni hay exigencia de organizaciones:

>> Salvador Adame Pardo es director del canal de Televisión del municipio de Nueva Italia, donde se asientan células criminales de La Familia y Los Caballeros Templarios, con los que el periodista habría entrado en conflicto por denunciar cobro de plaza. Desapareció el 18 de mayo pasado, cuatro sujetos armados lo interceptaron y subieron por la fuerza a una camioneta pick up. La procuraduría estatal clasifica el caso como un secuestro, sin darle la calidad de periodista desaparecido.

>> José Antonio García Apac desapareció el 20 de noviembre del 2006; propietario del modesto semanario Ecos de Tepalcatepec.

>> María Esther Aguilar Casimbe, reportera de Cambio de Michoacán, desapareció el 11 de noviembre del 2009.

>> Ramón Ángeles Zalpa, reportero de Cambio de Michoacán, desapareció el 6 de abril del 2010.

>> Mauricio Estrada Zamora, reportero de La Opinión de Apatzingán, desapareció el 12 de febrero del 2008.

Comunicadores sin medallas

Mientras la mayoría de organizaciones defensoras de derechos humanos salen a las calles en protesta por la falta de resultados en las investigaciones, a un mes del asesinato de Javier Valdez Cárdenas, nadie habla de los otros periodistas asesinados, los que no son reconocidos.

El poblano Erik Bolio López era productor de radio por Internet en el programa “México Prioridad” y colaboraba con la revista electrónica “Tierra Baldía”; fue acribillado el 29 de abril en un camión de transporte urbano en la ciudad de Puebla.

Se ha tratado de circunscribir su muerte a hechos ajenos a su labor profesional; la versión de la Fiscalía estatal es que murió al tratar de evitar el asalto a una mujer y su hijo que viajaban en el mismo camión.

Igual sucede con Marcela de Jesús Natalia de la Cruz, asesinada el pasado 3 de junio en la cabecera municipal de Ometepec, en la región de la Costa Chica, Guerrero; acribillada cuando salía de su turno de locución en las instalaciones de Radio y Televisión de Guerrero (RTG).

Ni siquiera es reconocida como periodista en diversas publicaciones locales que dieron cuenta de su asesinato, en el mejor de los casos se le ha referido como “locutora y defensora indígena.

Filiberto Álvarez fue acribillado la tarde del 29 de abril pasado al salir de las instalaciones de radio “La Señal de Jojutla”; descalificado no sólo por el Gobierno estatal de Morelos, sino por organizaciones de periodistas como la APRESMOR, su dirigente Claudia Marino difundió la postura sobre el caso.

“Era un poeta y escritor y tenía dos años con un programa de poesía. Lamentable su muerte, pero no se suma a las más de 250 que hay en los últimos 20 años en el país y que tengan que ver con la censura a la libertad de expresión”, escribió la periodista.

Jonathan Rodríguez Córdova, en Jalisco; Maximino Rodríguez, en Baja California Sur; Ricardo Monlui, en Veracruz, y Cecilio Pineda Birto, en Guerrero, no han sido desacreditados como periodistas, pero sus casos tampoco han sido denunciados por organismos.

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