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Honrar a Echeverría

El gobernador de Chihuahua, César Duarte , intentó consagrarse en su campaña por la dirigencia nacional del PRI con un cuadro duro del tricolor: el expresidente Luis Echeverría.

Y esto no tendría ninguna importancia si para hacerlo no hubiera entregado dos reconocimientos al expresidente a través de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, que dirige Ricardo Duarte, su hermano.

Es frecuente escucharlo en sus clases de ética y en otros escenarios como un hombre de izquierda que fue un perseguido estudiantil en su juventud
"Fue una visita muy padre. Yo creo que la gente que criticó mucho, si hubieran estado en el lugar de nosotros opinarían completamente distinto. O sea, es histórico. Eso ya queda para la historia de la universidad. Se estaba tratando de gestionar una donación de libros de su colección personal. Todavía está pendiente… Se hicieron muchísimos lazos”
Viviana MárquezAlumna de la Unversity of Texas at El Paso (UTEP)
“No hubo votos en contra porque era una propuesta que aún no se oficializaba. No era como un ‘ya vamos a dar inicio a este evento ¿alguien está en contra?’"
La UACJ le dedicó a Echeverría un reconocimiento en nombre del Consejo Universitario y otro a nombre de la comunidad estudiantil
El rector Ricardo Duarte estuvo de pie frente a los alumnos de los diferentes institutos escuchando sus exigencias
https://www.youtube.com/watch?v=vebby-eDOtM

El gobernador de Chihuahua, César Duarte , intentó consagrarse en su campaña por la dirigencia nacional del PRI con un cuadro duro del tricolor: el expresidente Luis Echeverría.

Y esto no tendría ninguna importancia si para hacerlo no hubiera entregado dos reconocimientos al expresidente a través de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, que dirige Ricardo Duarte, su hermano.

Hasta antes de lo de la UACJ en México era casi impensable que una universidad del país rindiera un reconocimiento público a uno de los personajes más polémicos y oscuros de la historia del país como es Echeverría.

“Desde hoy uno será el dicho de la gente y otro, absolutamente distinto, el fallo de un tribunal”, declaró el abogado del otrora jefe de estado, Juan Velázquez, ese 26 de marzo de 2009 en el que se callaron todas las voces que señalaron al expresidente como el principal responsable de la peor masacre en contra de estudiantes en la historia del país. 

Esa tarde Echeverría quedó libre de cargos por la matanza del 68 en la Plaza de la Tres Culturas y por la agresión contra estudiantes conocida como “El Halconazo” de 1971. 

Libre después de tres años de arresto domiciliario. 

“Uno será el dicho… y otro el fallo”, zanjó el abogado como si dictara una sentencia bíblica.

En ese tema, la historia, al menos dentro los círculos políticos del país o los del Partido Revolucionario Institucional, ha sido una amnesia, una necedad, una ceguera o una indulgencia perpetua. 

El 12 de mayo del 2015, con las heridas abiertas en la comunidad estudiantil por la desaparición de 43 estudiantes en Ayotzinapa, Guerrero, una tragedia que apenas tenía seis meses de haber sucedido, la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ) le entregó a Echeverría un reconocimiento en nombre del Consejo Universitario y otro a nombre de la comunidad estudiantil.

El hermano del mandatario de Chihuahua, el rector de la UACJ, viajó a la casa del expresidente Echeverría en la Ciudad de México para hacerle los honores. 

Dos meses después de este acto semiclandestino, que no solo no fue difundido por la UACJ, sino que incluso se ocultó en las páginas de Facebook donde circuló, el gobernador César Duarte también estuvo en la casa de Echeverría para refrendar la distinción realizada a través de la universidad que dirige su hermano.

Cuestión de matices

En Ciudad Juárez el tema de Ayotzinapa pegó como en el resto del país.

El 13 de noviembre de 2014 un grupo de al menos 200 estudiantes de la universidad se reunió con el rector para exigirle que oficialmente la UACJ se sumara al paro nacional a favor de los estudiantes desaparecidos de la Escuela Normal “Raúl Isidro Burgos”. 

El rector Ricardo Duarte Jáquez estuvo de pie frente a los alumnos de los diferentes institutos escuchando sus exigencias. 

Después dijo que la universidad no podía suspender labores -ya que afectaría a más de 26 mil estudiantes-, sin ser aprobado antes por el Consejo Universitario. 

La reunión terminó con el rector y su equipo abandonando el lugar entre gritos de “asesino”. 

El edificio de Rectoría fue tomado por la comunidad estudiantil hasta que la universidad accedió al paro del 20 de noviembre.

 Para ese día estaba programada la elección del nuevo Consejo Universitario, que se tuvo que posponer. En una ciudad como Juárez, tan heroica como apaleada, parece que esas medidas extremas son las que se deben de tomar para que los funcionarios de una universidad se solidaricen con un movimiento estudiantil con serias repercusiones para el país.

Sin embargo, en esta parte del mapa de México todo parece moverse por las leyes del absurdo: es mucho más fácil entregar un agradecimiento a Luis Echeverría, completamente descontextualizado de la agenda universitaria y con todo el dolor de los estudiantes desaparecidos, porque a LEA se le atribuye al aniversario de la fundación de la UACJ. 

Hay otro detalle a tener en cuenta: la fecha del nacimiento de esta casa de estudios es en el mes octubre, pero el reconocimiento se hizo en mayo y Echeverría autorizó la creación el 28 de enero de 1973.

El “agradecimiento” a Echeverría se propuso en la sesión del Consejo Universitario del 28 de abril por parte de Kevin Guerrero, consejero estudiantil de la facultad de Derecho de la UACJ.

Según el Boletín Universitario de la UACJ del 24 de junio de 2015, el reconocimiento fue aprobado por mayoría de votos por uno en contra.

Sin embargo, integrantes del Consejo Universitario entrevistados que optaron por mantenerse en el anonimato aseguraron que el tema no se votó en esa sesión.

Las fuentes consultadas aceptaron que el asunto fue planteado por los estudiantes de Derecho, Fernando Chacón y Kevin Guerrero, pero sólo como una idea, una sugerencia que le pareció una buena idea al rector y a los demás maestros. 

De inmediato estos propusieron formar una comisión para avanzar en el proyecto. 

Pero dos semanas después, sin avisar a nadie, sin publicarlo en la página oficial de la UACJ y en el más estricto silencio, se entregó el reconocimiento a Echeverría.

“No hubo votos en contra porque era una propuesta que aún no se oficializaba. No era como un ‘ya vamos a dar inicio a este evento ¿alguien está en contra?’. No, no fue, sino que era la propuesta. Normalmente cuando nos piden votar es como por presupuesto, el dinero y esa clase de asuntos. Ya después no nos dijeron qué pasó en este caso. No hablaron de viajar a hacer esto. No dijeron nada de dinero. No mencionaron cuándo. Yo ni siquiera estuve enterado de que habían ido. Siempre pensé que en la siguiente reunión se iba a decir cuándo y cómo lo iban a hacer”, contó el consejero.

Pero no hubo un siguiente encuentro para decidir. Ni siguiente cita para informar, porque la universidad no publicó nada al respecto de ese viaje ni de ese agradecimiento. Tampoco del dinero que gastaron para trasladar a siete personas, una de ellas que no pertenece a la universidad, en vuelos de AeroMéxico que salieron a las 6 de la mañana del 12 de mayo pasado. 

La fecha de la cita según uno de los estudiantes que propuso en Consejo, Fernando Chacón, se las dio el expresidente dos días antes. 

Es decir, que el viaje se planeó con dos días de anticipación.

La comitiva estuvo conformada por las más altas autoridades académicas de la UACJ, desde el rector, Ricardo Duarte; el secretario académico, Manuel Loera (quien no ha ocultado sus aspiraciones por el rectorado); el director del Instituto de Ciencias Sociales y Administrativas, Ignacio Camargo Nassar y el director de Comunicación Social y por ese entonces coordinador de facto de la licenciatura en Periodismo,   Simental.

Los funcionarios universitarios se hicieron acompañar de los estudiantes de Derecho, Kevin Guerrero y Fernando Chacón, para entregarle dos agradecimientos al expresidente de la República Luis Echeverría Álvarez.

Las fotos y una reseña del encuentro entre directivos de la UACJ y Echeverría en la Ciudad de México fueron publicadas en la revista MacroEconomía, que dirige Mauro Jiménez Lazcano, exvocero del expresidente mexicano, además de que los consejeros estudiantiles las subieron a sus páginas de Facebook.

Lo más insólito del caso es que la idea de reconocer a Echeverría –en plena crisis por Ayotzinapa- se le atribuye a una estudiante foránea: Viviana Márquez, de la Unversity of Texas at El Paso (UTEP), quien también viajó a la Ciudad de México ese 12 de mayo y fue en representación de la UACJ.

Los estudiantes que propusieron el agradecimiento aseguran que sí se votó en el Consejo.

“Esto fue llevado ante el Consejo Universitario. Lo propuso Kevin Guerrero, se sumaron el rector y mostró su posicionamiento Manuel Loera. A la hora de las votaciones hubo solamente un voto en contra, y hubo un pronunciamiento de un maestro que afirmó que es preciso contrastar lo que hizo el ex presidente antes de dar el paso… 

Pero es necesario que la universidad explicite tanto lo bueno como lo malo”, dijo Fernando Chacón.

Para Kevin Guerrero el asunto es menos complicado. 

“El rector nos dijo: Sométanlo a votación, y lo que decida el Consejo lo vamos trabajando en la marcha, comenta. “Luego de la propuesta, las personas empezaron a levantar la mano. La que votó en contra no hizo uso de la voz. A partir eso, empezamos: nos pusimos en contacto con las personas que manejan su agenda. Eso fue el 10 de mayo, y nos dieron una cita para el 12 de mayo. Nosotros como alumnos redactamos una carta, en lo personal”.

La pieza importada

Viviana Márquez, quien podría parecer completamente fuera de contexto, es en realidad, todo el contexto. Tiene 20 años, nació en El Paso, Texas, y allí estudia. Es prima del estudiante de Derecho, Fernando Chacón, amiga de Kevin Guerrero y el enlace de la universidad con Luis Echeverría, como ella misma apostilla. Es una chica que no oculta sus ambiciones políticas.

“Al acercarme con el rector y con otros maestros, empiezan a sumar más gente al proyecto ¿no?”, cuenta en entrevista.

“Y personas como el licenciado Manuel Loera, el doctor Raúl Flores Simental, que les tocó vivir la fundación de la universidad, un tema muy sensible para ellos, me comentaban que ya querían hacer lo de Echeverría pero por cuestiones de política y demás, pues no. Si te pones a pensar en lo controversial que puede ser que de la universidad salga esa iniciativa, todo se vuelve muy polémico. Entonces en el momento en que nosotros nos acercamos a platicar con el presidente, pues claro que estuvo encantado y le emocionó apoyar una iniciativa de los estudiantes”.

Raúl Flores Simental se ha movido con habilidad en puestos de poder de Ciudad Juárez y parece saber cómo mantenerse a la sombra como asesor y miembro de camarillas itinerantes.

No obstante, es frecuente escucharlo en sus clases de ética y en otros escenarios como un hombre de izquierda que fue un perseguido estudiantil en su juventud. Por su prédica es casi imposible relacionar su nombre con el de Echeverría.

“Sí, yo los ayudé y mi labor ahí fue ser el canal de comunicación con el expresidente”, explica Viviana Márquez.

“Fue una visita muy padre. Yo creo que la gente que criticó mucho, si hubieran estado en el lugar de nosotros opinarían completamente distinto. O sea, es histórico. Eso ya queda para la historia de la universidad. 

“Se estaba tratando de gestionar una donación de libros de su colección personal. Todavía está pendiente… Se hicieron muchísimos lazos”, contó y nunca antes esa última oración significó tantas cosas a la vez.

Pero no fue lo único que se presta a la ironía de una trama llena de matices. 

Según Viviana Márquez, la donación de libros en la que se estaría trabajando se llamaría Luis Echeverría y estaría dentro de la Biblioteca Carlos Montemayor, quien a la vez fue uno de los investigadores que más esfuerzo dedicó a averiguar sobre los culpables de la masacre del 68.

El 2 de octubre de ese año México vivió uno de los momentos más trágicos de su historia, cuando en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco hubo una matanza en toda la regla en contra de una manifestación en la que participaron estudiantes, profesores, intelectuales, amas de casa, obreros y profesionistas. 

Aunque oficialmente se hablaron de 20 muertos, las cifras sobrepasan la centena en un acto cometido bajo el mandato de Luis Echeverría Álvarez. Quiera el destino que la UACJ, en esa escalada de reconocimientos polémicos a perseguidores estudiantiles, no premie dentro de 20 años al expresidente municipal de Iguala, José Luis Abarca, relacionado con la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa. 

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