El documental Remover el corazón cuenta la historia de San Gregorio Xochimilco

Hacer comunidad en San Gregorio, Xochimilco

El documental Remover el corazón, presentado en el Festival Internacional de Cine de Morelia, cuenta cómo a través de la poesía y la pintura este pueblo originario de Xochimilco cura sus heridas tras el sismo del 19 de septiembre

Cuando se abre la tierra también los corazones; y se remueven escombros y recuerdos. Es domingo 6 de octubre y los vecinos de San Gregorio Atlapulco ven por primera vez, en una proyección comunitaria, el documental en el que participaron.

Se trata de Remover el corazón, dirigido por Melissa Elizondo y producido por tres compañías: Educadores Somos Todos A.C., Reflekto Kreativo y Antítesis. Es uno de los 60 títulos de la sección Cortometraje Mexicano que participaron en la 17° edición del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), del 18 al 27 de octubre de este año.

Cartulinas fosforescentes avisan que la calle permanecerá cerrada e invitan a los vecinos a la función. Una señora hace lo mismo; desde un altavoz desafía a la amenaza de lluvia.

Antes de las 18:00 horas ya están ocupadas las sillas de plástico que fungen como butacas. La gente del lugar no llega con las manos vacías a pesar de saber que iba a haber palomitas gratis. Familias enteras llevan dulces, chicharrones y refresco para compartir.

Este pueblo originario de Xochimilco aprendió de solidaridad después de ser una de las zonas más afectadas tras el sismo de 7.1 grados que sacudió a la Ciudad de México el 19 de septiembre de 2017, mismo día en que el país conmemoraba 32 años del temblor de 1985.

Las presentadoras advierten que el sonido de la alerta sísmica es parte del audiovisual que dura 29 minutos. Pero a algunos asistentes les es imposible contener las lágrimas.

“Cuando yo llegué eran gritos de auxilio; después, en la tarde, silencio. Los siguientes días eran lluviosos, todo lo veía triste. Muchos vecinos, la mayoría, sí se tuvo que ir, pues sus casas sí se cayeron”, menciona la voz de un menor que aparece en el proyector.

El arte puede ser no sólo una catarsis, sino una manera de generar comunidad por esa manera de compartir las emociones de una situación como el sismo
Melissa ElizondoDirectora

El ánimo de los espectadores cambia con la poesía y la pintura que niños y niñas de San Gregorio Atlapulco realizaron gracias a las talleristas Jan Rosagel y Janette Huerta.

“De mi cuerpo nace todo, el amor, la tristeza, el enojo, la amabilidad, la necesidad de ayudar, y algo muy importante, la alegría. Yo sueño con un cuerpo como el sol que calienta, y otro como el mar, casi infinito”, fue uno de los poemas que crearon los infantes.

En mayo de 2018, como parte de los talleres gratuitos, los participantes pintaron un mural en la Cerrada Acueducto. En éste, una niña carga en sus manos un ajolote y un niño sostiene un corazón. Hoy están convencidos de que el arte cura y reconstruye después de cualquier desastre natural.

Remover el corazón de Xochimilco y San Gregorio

Melissa Elizondo también realizó el guión de Remover el corazón, uno de los 14 documentales del FICM. En los 17 años que cumplió este festival, ha presentado otros dos trabajos: Economía solidaria en 2013 y El sembrador en 2018. Sus proyectos se enmarcan dentro de la temática de derechos humanos de los pueblos originarios y de la niñez.

“Todo empezó, yo creo que ya van a ser dos años, de que me contactaron. A partir de que ocurrió el sismo del 19 de septiembre, la organización Educadores Somos Todos quería llevar a cabo talleres debido a la situación en las comunidades más damnificadas, como San Gregorio Atlapulco”, menciona en entrevista con Reporte Índigo.

La productora Antítesis, que realiza cine de corte social más allá del artístico y de entretenimiento, fue la que la buscó tras hacer equipo con Educadores Somos Todos A.C.

“Era urgente contar algo sobre el sismo. Lo que ellos no querían era que fuera un documental amarillista, sino saber cómo juega la cultura en la reconstrucción de la autoestima de las comunidades”, menciona en entrevista la productora ejecutiva Alayde Castro.

En San Gregorio no hubo un censo oficial tras el sismo que reportara el número exacto de viviendas afectadas y mucho menos la situación de los centros educativos. El sismo además agravó el problema de la contaminación.

“Esta comunidad era de las más dañadas y, sobre todo, nos dimos cuenta de que tenía varias escuelas que llevaban meses sin funcionar y había muchos niños sin asistir”, explica Castro sobre la elección de San Gregorio.

Trabajar con niños es muy complicado y más cuando no son actores. Ellos venían a tomar un taller, su objetivo no era hacer un documental
Alayde CastroProductora

Directora y productora pasaron de no haber estado nunca en este pueblo originario a ganarse la confianza de sus habitantes.

“Nuestra mano derecha en San Gregorio fue Xochiquétzal Mendoza y su familia. Fueron personas que nos abrieron la puerta de su casa y que nos ayudaron mucho con estas actividades, como prestarnos el muro”, cuenta Elizondo.

El equipo que realizó Remover el corazón está en pláticas con ella para realizar más murales y proyecciones en Xochimilco.

“El sismo dejó muchos estragos pero también asomó la unión y la solidaridad de la gente. A la fecha preguntan mucho cuándo van a regresar las talleristas”, revela Elizondo.

Para Melissa el cine puede ser un medio para generar empatía y sensibilizar a la gente sobre una realidad que no siempre es la que vive pero que no le debe ser ajena. Para Alayde, parte de la producción fue entender el trabajo con menores de edad que no eran actores.

60
cortometrajes tuvo el FICM

“Lo principal es respetarlos y aprender de ellos sin victimizarlos, sin ser paternalistas, ni condescendientes porque los estás poniendo en una posición que no se merecen. Ellos tienen su propia cultura”, menciona la productora.

El FICM es una plataforma que permite a los realizadores recibir la retroalimentación del público y promover el cine mexicano a nivel internacional.

14
producciones fueron documentales

“Lo más importante para mí es llevar este mensaje fuera de la comunidad, a los ojos de personas que de otra forma no lo verían. Es como decir, ojalá puedas comprender lo que viven estos niños a través de sus poemas y dibujos”, expresa Castro.

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