La verificación vehicular es un proceso en el que se revisa la cantidad de emisiones contaminante que produce un vehículo.

¿Ha servido de algo la verificación vehicular para mejorar la calidad del aire en las ciudades?

Los programas de verificación vehicular están directamente vinculados con la baja de emisiones en la atmósfera, ¿pero qué tanto han impactado en la calidad del aire que respiramos? De acuerdo con ambientalistas, la baja en contaminantes en la CDMX es producto de la aplicación de éste y otros programas y la participación activa de la población para tener en estado óptimo su vehículo

La verificación vehicular se puede considerar un trámite engorroso pero ha traído beneficios en ciudades como la capital del país, en donde son patentes los resultados, y se espera lo mismo en el mediano plazo en la capital de Jalisco.

¿Hoy en día se puede hablar de que ha servido de algo este proceso que resulta engorroso para los ciudadanos con vehículos automotores? En principio, hay factores que se tienen que tomar en cuenta para analizar la llegada de los Centros de Verificación Vehicular y los resultados que han dejado.

“Las peores condiciones en términos de calidad del aire en el Valle de México datan de finales de los 80 y principios de los 90. De hecho, en 1992 tuvimos el punto más alto de ozono registrado en el Valle de México y es a partir de la realización de varias acciones que se mejoró notablemente la calidad del aire”, explica Sergio Zirath Hernández Villaseñor, director de Calidad del Aire del Gobierno de la CDMX.

El funcionario capitalino considera que el hecho de que en la capital del país exista el parque vehicular más nuevo y con menores emisiones del país es un resultado de una política pública que ha dado resultado.

Además, la verificación vehicular está ligada con la aparición del convertidor catalítico, un artefacto que reduce la salida de emisiones contaminantes en los automotores. Otra política implementada es que en las zonas metropolitanas del Valle de México, Guadalajara y Monterrey se vende al público la gasolina con un quemado más limpio.

“La primera (política) fue el uso de convertidores catalíticos en vehículos y esos convertidores catalíticos, para utilizarlos, fue necesario tener gasolina con un bajo contenido de plomo, prácticamente, sin plomo, entonces esta modificación de la gasolina que se vendió en el Valle de México”, explica el responsable de la política pública en materia de calidad del aire en la capital.

El funcionario rememora los tiempos en que en la televisión nacional se hablaba de la nata de humo que se formaba en la Ciudad de México.

“Este dispositivo permite reducir en más del 90 por ciento la contaminación de monóxido de carbono, óxido de nitrógeno e hidrocarburos, y en 1993 todos los vehículos ligeros que se vendieron en el país, así como en 1994 se sumaron todas las camionetas, ya contaban con este dispositivo y esa partir de esta renovación gradual que fue surgiendo del parque vehicular que circulaba en el Valle de México que se empezó a mejorar muchísimo en la contaminación”, explica Sergio Zirath Hernández Villaseñor.

“Los peores problemas de contaminación, sobre todo por ozono, se registraron a finales de los años 80, donde teníamos un crecimiento exponencial de los contaminantes presentes en nuestro aire y el máximo maximorum (máximo histórico) se registró en 1992. Este máximo histórico coincidió con la entrada del uso de convertidores catalíticos en los automotores del Valle de México”, apunta.

Sobre si la política de verificación vehicular ha funcionado, Beatriz Cárdenas, directora de Calidad del Aire en la organización WRI México, explica que, junto con el monitoreo ambiental, es destacable lo que ha pasado en la CDMX tras su implementación.

“Sí se puede ver cómo los niveles de contaminantes a los que estábamos expuestos hace una década han reducido considerablemente, no a los niveles que necesitamos para cumplir con normas internacionales ni con los requerimientos o las sugerencias de las guías de la Organización Mundial de la Salud (OMS) pero, sí, definitivamente hay evidencia de que los niveles son mucho menores de los que teníamos hace tres décadas”, explica la integrante de WRI.

“La otra herramienta son inventarios de emisiones, que es una manera de estimar cuántas emisiones a la atmósfera hay a lo largo de los años y qué fuentes de emisión contribuyen a ellas y, en ambos, con estas dos herramientas, es claro que ha habido una reducción de los niveles de concentración de contaminantes y que las emisiones por el parque vehicular se han reducido”, expone.

Hay de programas a programas

La especialista Beatriz Cárdenas afirma que los programas de verificación vehicular del centro del país y el de Jalisco son los que son punta de lanza, sobre todo porque han demostrado resultados y se ha combatido la corrupción.

“Cualquier sistema es falible y para eso sí te puedo decir que por lo menos en la Ciudad de México y creo que con base en experiencias como el programa de Jalisco, se ha tratado de reducir al máximo las posibles opciones de saltarte o de trampear. Tecnológicamente hay todas las posibilidades, como cualquier cosa, de ‘hackear’ algo, pero también puedes tener sistemas que aseguren que desde la persona que tiene centro de verificación hasta las autoridades que debe revisar que están operando como deben de operar”, explica la ambientalista.

Critica que el sistema de verificación de Monterrey sea catalogado como gratuito, cuando en realidad se utilizan fondos del erario.

No es gratuito porque alguien lo está pagando y lo están pagando las y los mexicanos con sus recursos, lo que pasa es que lo están absorbiendo con recursos públicos. Esa es una opción, pero yo creo que a la ciudadanía posiblemente no le quede claro que si ese recurso se utilizó para verificar, entonces no se está utilizando para un transporte público y la realidad también sobre todo en ciudades con estas inequidades, como las que tenemos en México, es que el 30% de los viajes se hacen en vehículos privados pero el tráfico y las emisiones las sufro, aunque yo no tenga vehículo”
Beatriz CárdenasAmbientalista de WRI México

La propia Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) no reconoce el programa neoleonés en el listado de estados con programa de verificación vehicular. El plan de la entidad neoleonesa consiste en la utilización de “túneles verificadores” cuyo resultado es un muestreo con sensor remoto que se ha realizado en distintas ciudades, pero está desapegado a los procedimientos, tecnología, ni límites máximos permisibles establecidos en las normas oficiales mexicanas que regulan la verificación vehicular.

La calidad del aire, explica Beatriz Cárdenas, es importante para el desarrollo humano, ya que se ha demostrado que una exposición a contaminantes en el aire incide en la presencia de enfermedades respiratorias y otras como diabetes y cáncer, y los más expuestos a este riesgo son las personas de sectores más vulnerables.

¿Por qué afecta a los más pobres?

La contaminación ambiental tiene varios temas de análisis, entre otros, afecta más a las personas que tienen más vulnerabilidades, provoca enfermedades más allá de los cuadros respiratorios, incluso como el cáncer y la diabetes, y por ello es un factor en las muertes prematuras en el mundo, de acuerdo con Beatriz Cárdenas.

Algunas estimaciones de instituciones públicas indican que entre 40 y 45 mil muertes prematuras al año están directamente relacionadas con los contaminantes que respiramos.

Si bien es diferente la manera en la que sea aborda la problemática de la contaminación ambiental, es importante que los estados comiencen a implementar planes de verificación vehicular robustos. Si bien no todos tienen la tecnología y las instalaciones como el programa vehicular de Jalisco, lo ideal es que los estados vayan hacia un programa robusto con instalación y aparatos de última generación.