‘Golpe de timón’

El presidente Enrique Peña Nieto ha apostado por una nueva estrategia de comunicación. Atrás dejó los spots y las campañas de mercadotecnia política que pretendían promocionar sus reformas.

Ahora se ha embarcado en un proyecto de comunicación que busca posicionar entre las masas haciendo uso de su carisma.

El mandatario retoma el rol comunicativo de acercamiento con la gente, tal y como lo hizo durante su periodo como gobernador del Estado de México.

El giro hacia la versión populista de la comunicación era de esperarse

El presidente Enrique Peña Nieto ha apostado por una nueva estrategia de comunicación. Atrás dejó los spots y las campañas de mercadotecnia política que pretendían promocionar sus reformas.

Ahora se ha embarcado en un proyecto de comunicación que busca posicionar entre las masas haciendo uso de su carisma.

El mandatario retoma el rol comunicativo de acercamiento con la gente, tal y como lo hizo durante su periodo como gobernador del Estado de México.

Peña Nieto puso en marcha una estrategia de comunicación en la que se deja ver como una especie de Mesías entre la población.

Aprovechando la coyuntura de la emergencia nacional originada por los ciclones “Ingrid “ y “Manuel”, Peña Nieto y su equipo dieron un golpe de timón.

El objetivo: responder a los bajos niveles de aceptación que el presidente había recibido tras los embates políticos y sociales causados por algunas de sus reformas.

La aceptación con la que llegó a la presidencia, disminuyó exponencialmente en sus primeros meses. 

Los especialistas en comunicación política sostienen que se trata de un fenómeno “normal”, ya que una vez en el poder, la responsabilidad y los costos políticos de situaciones –incluso las que están fuera del alcance del Gobierno- son pagadas directamente por el presidente.

Una estrategia diferente

Desde la residencia oficial de Los Pinos, el gobierno anunció que cancelaba la participación del presidente Peña Nieto en la 68 asamblea general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). 

Para algunos se trató de una decisión impulsiva y poco medida, ya que la agenda internacional que forma parte del proyecto de la administración incluía temas de alta relevancia. 

Sin embargo, el equipo del mandatario puso los temas en balanza y la decisión final fue que la prioridad estaba en la problemática nacional. 

En dos horas, Peña Nieto tenía armado un plan prediseñado para hacerle frente a la emergencia nacional, y con ello redirigir su estrategia de comunicación.

El especialista en comunicación política y manejo de crisis, Alfredo Paredes Zamora, CEO de Capitol Consulting and Communication, dijo en entrevista para Reporte Indigo, que el golpe de timón a la estrategia de comunicación es de carácter coyuntural.

La respuesta del Gobierno Federal se trata de una publicidad atractiva y diferente, agregó, aunque es escéptico de que se trate de una estrategia como tal.

Dijo que las primeras exhibiciones como presidente dejaron mucho que desear de los asesores en comunicación. Por ello, que el giro hacia la versión populista de la comunicación era de esperarse.

Paredes Zamora asegura que la cancelación del viaje a Nueva York fue algo bien analizado, pues decidió no exponerse, sobre todo en un foro que seguramente sería complicado de conquistar dada la agenda, y que los riesgos de un desliz mediático eran altos.

Concentrarse en el problema nacional, indicó el especialista, no solo logró que el presidente tuviera una respuesta positiva en gran parte de la gente damnificada sino que exhibió su lado humano y consolidó una victoria entre las clases populares.

Eso, agrega, se traducen en capital político para la aprobación de sus reformas.

El costo de las reformas

Las reformas energética y fiscal no fueron recibidas como lo esperaba el Gobierno Federal. 

La energética desató un debate que puso en jaque al Pacto por México.

Y la fiscal, según expertos, fue un “bombazo a la clase media” que terminó de desestabilizar el rating de aceptación del presidente.

Además, los spots televisivos para promoverlas tuvieron poco efecto sobre la población. 

En una apuesta diferente y un cambio de retórica -que contrasta con la del sexenio de Calderón- el presidente invirtió en espacios publicitarios que vendieran sus reformas estructurales.

Por si fuera poco, su aparición durante la celebración de El Grito de Independencia nada le favoreció.

Se habló de “acarreados” y de poca presencia en el Zócalo capitalino. 

Y aunque hay que recordar que el clima no ayudó, el desgaste generado por las protestas y marchas del movimiento magisterial cobró factura.

En pocas horas, el presidente y su equipo tuvieron que actuar en consecuencia, diseñar un plan de respuesta mediática y política.

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