Fernando Ríos, en espera de justicia

Fernando Ríos, acusado por el asesinato del hijo de Gerardo Sosa Castelán, comparte con Reporte Índigo las irregularidades sobre su caso, confía en que las pruebas y los delitos imputados al exdirector del patronato de la UAEH le den la razón y sea liberado por una acusación de la que se declara inocente
Eduardo Buendia Eduardo Buendia Publicado el
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Hoy se cumplen siete meses de la detención de Fernando Ríos, quien permanece privado de su libertad en el Centro de Readaptación Social (Cereso) de Pachuca.

A Ríos se le acusa de haber asesinado a quien consideró su amigo, hijo de Gerardo Sosa Castelán, exdirector del patronato de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) y hoy preso por lavado de dinero y delincuencia organizada.

“Como persona se puede decir que Gerardo Sosa Cravioto era una persona muy amable, honesta, de buenos principios y no tenía problemas con nadie. Desde un principio yo sabía que la muerte de Gerardo no podía ser por él, era una persona que siempre buscaba ayudar y no creo que tuviera ese tipo de problemas”, relata Fernando en entrevista con Reporte Índigo.

El 23 de febrero pasado, Ríos dormía en la casa de su suegra. A las 5 de la mañana, la autoridad irrumpió en el domicilio, lo detuvo y se le imputó haber sido el actor material del homicidio de Sosa Cravioto asesinado justo un año antes en Acaxochitlán, Hidalgo.

La detención arbitraria solo forma parte de una serie de irregularidades en el caso, Fernando explica que, entre las pruebas que el Ministerio Público presentó para inculparlo, se encuentran un retrato hablado que no coincidía con sus características faciales y una pistola, de la cual no existen pruebas balísticas de que él la haya accionado.

Me sembraron un arma en el domicilio de mi suegra donde me catearon, justo al año cumplido del suceso que acabó con la vida de mi amigo, pero esa es una de las evidencias que tiene el Ministerio Público
Fernando Ríos

De acuerdo con Fernando, la cercanía entre su familia y el núcleo de Gerardo Sosa se remonta a tres décadas atrás. Su padre, trabajó para el exdirector del patronato de la UAEH, él recuerda las reuniones frecuentes y asegura que se trataba de una relación fraterna.

Tengo 37 años, mi padre se jubiló hace cuatro. Mi familia, mi padre, mi madre, mi hermano y yo convivíamos con el licenciado, con su esposa, sus hijos, su hijo Gerardo y sus hijas que lamentablemente también tienen una orden de aprehensión. Entonces, ahí crecimos juntos en el círculo universitario, por los mismos empleados que tenía, mi padre era empleado de confianza
Fernando Ríos

Cuando su padre se jubiló hace cuatro años, Fernando comenzó a trabajar para Gerardo Sosa como administrador del rancho Yemila. Afirma que entre marzo y abril de 2018 el hijo del exdirector del patronato de la UAEH regresó de realizar sus estudios en Filadelfia, Estados Unidos, y, tras algunas fricciones en el tema laboral, Ríos decidió renunciar en enero de 2019.

Unas semanas después, Fernando recibió la noticia de que Gerardo Sosa Cravioto fue asesinado.

“Noté un distanciamiento entre Gerardo hijo y yo. Preferí terminar la relación laboral, aunado a que el licenciado no me cumplió lo que se había acordado en un principio en cuanto a cuestión salarial”, expone Ríos.

Fernando acudió al funeral de Sosa Cravioto para dar el pésame a la familia, se presentó junto a su padre y su familia, sin saber que en un año después sería señalado por la muerte de su amigo.

A partir de su detención y vinculación a proceso, Fernando Ríos fue recluido en el Cereso de la capital hidalguense y el juez abrió un periodo de seis meses para que su defensa legal reuniera las pruebas para comprobar su inocencia.

La familia de Fernando Ríos se ha manifestado ante la autoridad con el propósito de que sea liberado y se elimine la acusación que pesa sobre él por las irregularidades en el proceso.

Fernando está en espera de la audiencia intermedia y confía en que las pruebas fabricadas que lo imputan sean desestimadas por el juez. Añade que, cuando el hijo de Sosa Castelán fue herido durante el atentado que sufrió se comunicó con su padre y no lo mencionó como sospechoso, además de que fue auxiliado por empleados del propio exidirector del patronato.

“Tras el ataque y a pesar de que estaba consciente él habló con su papá y le dijo ‘mira lo que me hicieron’, pero sin dar nombres ni nada; y, de haber sido el caso, lo más lógico es que haya dicho ‘fue Fernando’, pero eso no pasó”, asegura.

Gerardo Sosa Castelán se encuentra preso en el penal del Altiplano por lavado de dinero y delincuencia organizada

La sombra de Sosa

La influencia política que Gerardo Sosa Castelán ejerce en Hidalgo le permitió vivir bajo la sombra de la impunidad durante los años en que dirigió el patronato de la UAEH. Uno de sus mayores deseos, revelan fuentes, fue convertirse en gobernador de la entidad y a la vez mantener su control sobre la universidad estatal.

A inicios de septiembre, elementos de la Fiscalía General de la República detuvieron a Sosa Castelán en la Ciudad de México. La Unidad de Inteligencia Financiera persigue irregularidades en sus cuentas bancarias por más de 150 millones de pesos.

Los actos ilícitos que se imputan al exdirector del patronato de la UAEH involucran a los integrantes más cercanos de su familia, es el caso de sus hijas, a quienes la FGR también investiga por su relación en la comisión de delitos y empresas para el desvío de recursos.

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