Estudiantes de escuelas privadas como el ITAM, La Salle y la Universidad Iberoamericana se organizaron

Estudiantes del ITAM y privadas contra la violencia

Estudiantes de escuelas privadas como el ITAM, La Salle y la Universidad Iberoamericana se organizaron para denunciar el acoso sexual que padecen dentro y fuera de las instituciones

Alumnas de universidades privadas como el ITAM, La Salle y la Universidad Iberoamericana decidieron alzar la voz y denunciar las agresiones sexuales de las que son víctimas ante la falta de acción de las autoridades escolares para sancionar a los responsables y tomar medidas efectivas para combatirlas.

Durante la semana pasada, tras la marcha y el paro de mujeres del 8 y 9 de marzo, alumnas de la Universidad Iberoamericana, La Salle y del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) acusaron el acoso que viven en la escuela por parte de profesores y compañeros.

La Universidad Iberoamericana anunció que no habría persecución de los presuntos acosadores señalados en el tendedero de denuncias que colocaron alumnas en la explanada principal del campus Ciudad de México, porque en las denuncias anónimas se enfrenta a la “casi absoluta imposibilidad de verificar los hechos relatados y por lo tanto de actuar a favor de las mismas víctimas”.

Entre los mencionados por acoso sexual se expuso al excandidato presidencial Gabriel Quadri, así como otros maestros, principalmente de las carreras de Derecho y Relaciones Internacionales.

En entrevista para Reporte Índigo, tres alumnas del ITAM, a quien se les cambió el nombre por seguridad y temor a represalias, relataron que recurrieron a las denuncias anónimas ya que el área encargada de atender la violencia de género, el protocolo y las sanciones no bastan para protegerlas y mucho menos para garantizarles la no repetición del acoso sexual contra ellas.

“El acoso en el ITAM está muy normalizado, se puede vivir desde profesores con comentarios que directamente te dicen que mejor vayas directo a su oficina para verte a solas con otras intenciones, hasta manoseos y tocamientos de compañeros. Nosotras ya estamos hartas y decididas a no tolerar estas conductas”, dice Marlene.

La alumna asegura que la escuela no permite la libertad de expresión aunque diga lo contrario, por ejemplo, hace unos días un colectivo feminista montó una exhibición sobre feminicidios en la Plaza Roja y las autoridades la quitaron sin previo aviso y con el argumento que esta ya había cumplido su propósito de protesta y de concientización.

“Con el tendedero pasó lo mismo. Lo habíamos cambiado de lugar y se pasó a una pared para que no se mojara por si llovía. El director de Asuntos Estudiantiles, Horacio Vives Segl, se sorprendió de que lo moviéramos y dijo que se había asustado de que lo quitáramos, era pura hipocresía porque al día siguiente lo habían quitado. En un comunicado informaron que fue porque se violentaban los derechos de los denunciados y se desestimaron los testimonios por ser anónimos.

Nosotras, las alumnas, no queríamos perjudicar ni destruirle la vida como muchos dijeron que era el objetivo del tendedero, queríamos que se pusiera cara a lo que nosotras vivimos constantemente y que todos ignoran
MarleneEstudiante del ITAM

Para Nayeli, estudiante del ITAM, es urgente que se reforme el protocolo contra la violencia de género y se deje de revictimizar a las alumnas. Asegura que es por esa razón que las víctimas no se atreven a denunciar y la institución se excusa en no tener suficientes registros para atender el problema.

“Convencer a las compañeras de denunciar es difícil porque saben que el ITAM no le da seguimiento a su caso, no avisa cómo van las investigaciones y tienen que ser ellas mismas quienes presionen y son tomadas por locas o exageradas. Te dicen que lo más que pueden hacer es una llamada de atención. No se está tomando en serio el problema, nos están violentando y no les importa”, afirma.

Convivir en clases y encontrarse a su agresor libre de cualquier sanción llena de coraje e impotencia a Diana, quien pasó más de un año siguiendo el proceso de denuncia contra un compañero y lo único que consiguió fue que lo suspendieran un semestre.

“Denuncié como me lo pidieron, se demostró que no era la única chica a la que había agredido y no lo expulsaron. Él siempre te decía comentarios misóginos y opinaba de tu cuerpo, es decir, te decía que ‘te veías bien buena con esos jeans’, a mí en algunas ocasiones me levantó la falda, arrimaba a nuestro cuerpo su pene y las autoridades se hacían de la vista gorda”, describe la alumna.

Diana exige que, para que ninguna otra chica sufra de revictimización, se capacite al personal en perspectiva de género y trato con víctimas, agrega que para ella es una experiencia terrible tener que encontrar en pasillos a su agresor y oírlo reírse de su denuncia.

Cese a la violencia, piden alumnas del ITAM

Las estudiantes víctimas de agresiones consideran que la organización es la vía para hacer valer sus demandas y tener una vida libre de violencia de género, exigen no solo cursos de perspectiva de género para autoridades y alumnos sino también medidas efectivas para la prevención y no repetición de dicha violencia.

“El ITAM es una escuela muy conservadora, no quieren incluir perspectiva de género en sus clases porque no lo ven necesario, queremos que entiendan que la realidad es otra y que nuestra seguridad va primero”, explica Nayeli.

Aunque para ella fue muy difícil darse cuenta que no era la única alumna agredida, Marlene se siente afortunada de saber que no está sola, que las alumnas están luchando y que más de una compañera le cree, la va a apoyar y a respaldar.

“Creo que podemos lograr un cambio no solo para nosotras sino para otras generaciones y eso motiva, pero de igual forma entristece saber que no solo es un caso porque el tendedero estaba lleno y para empezar ese tendedero no debería de existir”, puntualiza.

Las tres alumnas coinciden en que para lograr un cambio es indispensable dejar de normalizar conductas cotidianas como las miradas lascivas y los comentarios machistas, atacar el problema de raíz para que las estudiantes más jóvenes no tengan que volver a vivir acoso sexual y su única preocupación sea estudiar.

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