No hay imagen disponible

El nuevo tesoro energético

El fantasma de un nuevo tesoro energético ronda los pasillos del Congreso de la Unión. Su nombre está en inglés y es incomprensible para la mayoría de los ciudadanos.

La cúpula de Pemex lo tiene claro: shale gas será el gran tema de la reforma que presentará el presidente Enrique Peña Nieto.

Los directivos hablan de un gran trampolín hacia la prosperidad. “El Cantarell de este sexenio”.

"No estamos resolviendo Cantarell, sino nuevas tecnologías, nuevos depósitos con nuevas características y nuestra legislación debe reflejarlo"
Héctor Moreiraconsejero general de Pemex
"En Norteamérica se va a caer el precio independientemente de lo que pase, vamos a ser una zona de bajo costo. Los autos se van a volver híbridos, se te va a caer el consumo de la gasolina”
Felipe Calderón promovió la idea de que el proyecto de aguas profundas sería la solución económica para México
El riesgo compartido es un esquema de inversión privada, que funciona como el de concesiones, a excepción de que Pemex no invierte pero tampoco cobra el derecho; en cambio se dividen las utilidades entre la paraestatal y la compañía privada
El esquema deseable para ser aprobado en esta nueva reforma energética es exactamente el mismo que propuso el PAN en su proyecto la semana pasada
"Estamos en el punto donde estaba EU hace diez años. Allá se intentaron varias tecnologías, hay siete mil empresas que se dedican a shale. Se requiere capital. Gastar primero para recobrar después”
Héctor Moreiraconsejero general de Pemex
https://www.youtube.com/watch?v=hF9V1sQd5lk

El fantasma de un nuevo tesoro energético ronda los pasillos del Congreso de la Unión. Su nombre está en inglés y es incomprensible para la mayoría de los ciudadanos.

La cúpula de Pemex lo tiene claro: shale gas será el gran tema de la reforma que presentará el presidente Enrique Peña Nieto.

Los directivos hablan de un gran trampolín hacia la prosperidad. “El Cantarell de este sexenio”.

Se trata de un negocio de 600 mil millones de dólares que debe quedar en manos privadas porque “Pemex no puede hacerlo”, asegura Héctor Moreira, consejero general de la petrolera, quien revela la cara de ese fantasma en entrevista con Reporte Indigo.

En uno o dos años iniciaría este proyecto en el norte de Coahuila. La paraestatal pretende abrir 30 mil pozos anuales, cada uno con un costo promedio de 20 millones de dólares.

Moreira es enfático: el shale gas es el futuro de México, por encima del proyecto de aguas profundas, que fue el tesoro de la reforma de 2008, la gran bandera de Felipe Calderón.

El consejero acepta que ese “tesoro” ha sido un fracaso porque hasta ahora no se ha extraído un solo barril de petróleo en aguas profundas.

A pesar de ello, vende el shale gas como un producto milagro y dice: “hay que pagar por ver”.

Afirma que para hacer realidad este sueño, la reforma energética debe permitir la entrada de compañías privadas que pongan el dinero y la tecnología en este proyecto.

Si no se hace, reitera, es muy difícil que las grandes petroleras vengan a México. El país perderá la “oportunidad histórica” de ser una nación de progreso.

Hasta ahora, la información con la que Pemex sostiene el sueño del shale gas proviene de Estados Unidos, no de México. Pero para el consejero, esto no demerita su credibilidad.

Solo se trata de aprobar la reforma, comenzar a abrir pozos y mostrar en la práctica lo que ningún estudio geológico ha logrado comprobar: que los depósitos de gas y aceite ligero de las rocas de shale en el sur de Texas se ubican en este lado de la frontera, desde Coahuila hasta el sur de Veracruz.

El bálsamo curatodo

Héctor Moreira, doctor en Química por la Universidad de Georgetown, sonríe cuando habla de shale gas. Sus ojos brillan, se acomoda en su asiento y enumera las ventajas de esta especie de bálsamo que hará más feliz y más rica la vida de los mexicanos.

Expone que esta oportunidad “es demasiado importante como para que la tratemos como una cosa lateral, es el Cantarell de este sexenio.

“Imagínese una nación que produjera el doble, tendríamos que reconvertir todo nuestro sistema eléctrico a gas, que es más limpio, tiene menos contaminación y es más barato.

“Estamos en el punto donde estaba EU hace 10 años. Allá se intentaron varias tecnologías, hay 7 mil empresas que se dedican al shale. Se requiere capital. Gastar primero para recobrar después”.

En los últimos tres años del sexenio de Vicente Fox, Moreira fue subsecretario de Planeación Energética y subsecretario de Hidrocarburos en la Secretaría de Energía (Sener).

Desde 2009 ha sido consejero profesional de la petrolera y miembro del Consejo de su subsidiaria Pemex Exploración y Producción.

Insiste en que el shale es el mejor de los nuevos proyectos que debería potenciar Pemex, por encima de la exploración en aguas profundas.

“Es mucho más barato, tiene mucho menos riesgo, lo puedes ir haciendo poco a poco, es mucho más controlable”, precisa.

De cara a la inminente reforma energética, recalca: “(Quisiera) que los partidos miraran hacia adelante y no hacia atrás. No estamos resolviendo Cantarell, sino nuevas tecnologías, nuevos depósitos con nuevas características, y nuestra legislación debe reflejarlo”.

En efecto, se trata de un proyecto muy diferente.

Mientras un pozo tradicional de Cantarell puede explotarse por más de 15 años, el petróleo y el gas de los pozos de shale se agotan antes de tres años, según el historial de estos yacimientos en Estados Unidos.

Moreira, sin embargo, no es ciego. Sabe lo que representa la entrada masiva de las empresas privadas.

“Van a venir aquí a ganar. El hecho de que vengan se va a traducir en una renta petrolera. La pregunta es cómo maximizo esa renta petrolera.

“Es un juego de ganar-ganar. Las empresas vienen e invierten, sacan utilidad, pero la nación les cobró un derecho y les cobró una utilidad.

“Debes tener un nivel que sea comparable con los estándares internacionales. Una empresa petrolera no va a venir a México si en otro lugar le va mejor. Nosotros ganamos el capital. Si ellos no vienen, nosotros tenemos que poner el capital”, explica el consejero de Pemex.

Las opciones que explica coinciden con las que fueron publicadas por The Wall Street Journal en junio y este fin de semana: se abriría una nueva subsidiaria, que podría llamarse Pemex Shale, y una Agencia Nacional de Hidrocarburos, que se encargaría de la regulación a los privados, que sea “un organismo que tenga más fuerza porque va a controlar más”.

Pemex al estilo Texas

Una opción para hacer viable el proyecto del gas shale sería comprar empresas en extranjero, sugiere el ingeniero químico por el Tec de Monterrey.

“Vete a Texas y compra una compañía. Automáticamente estás comprando toda su experiencia y toda su tecnología”, señala Moreira.

Hace un año, el Consejo General de Pemex aprobó una estrategia de internacionalización que permitiría comprar una empresa de shale en lugar de rentar la tecnología.

Esto podría hacerse incluso con la regulación actual, sin la reforma energética.

“Es siempre más barato tener que rentar. El que renta siempre está pagando, y finalmente va a pagar más”, reflexiona.

Asegura que el esquema deseable que debería ser aprobado en la reforma energética es exactamente el mismo que propuso el PAN la semana pasada.

Se trata de un sistema de concesiones que funcionaría con el pago de derechos e impuestos.

La empresa privada pagaría un porcentaje por el derecho y otro de impuestos por el material extraído. Además, tendría que costear sus gastos de operación. El resto del ingreso que perciba por la venta de cada barril sería su utilidad.

Moreira no descarta la propuesta de riesgo compartido publicada este fin de semana por The Wall Street Journal como la “favorita” en el proyecto que enviaría Enrique Peña Nieto al Congreso.

El riesgo compartido es un esquema de inversión privada que funciona como el de las concesiones, la diferencia es que Pemex no invierte, pero tampoco cobra el derecho. En cambio, se dividen las utilidades entre la paraestatal y la compañía privada.

Esquemas más abiertos

La renta de tecnología no es suficiente. Hay que ir más lejos, hay que “dar incentivos, ligar el éxito”, dice Héctor Moreira.

El funcionario de Pemex no se contiene. Habla de futuro, de ganancias, de triunfos por alcanzar.

En esta visión, los contratos de servicios aprobados en 2008 –cuando Moreira ya estaba involucrado en la política energética– son ya un modelo caduco.

“Necesito ligar la producción, el éxito, con los incentivos, para que cuando tú ganes, yo gane.

“Tú le diste valor a algo que yo tenía debajo de la tierra. Pero entiendo que para una gente de izquierda eso es privatizar. Siguiendo esa lógica en el esquema que tenemos ahora, entonces ya estamos privatizados”, advierte.

Aunque no está seguro de que se cumplan al 100 por ciento las expectativas sobre el shale gas en México, sí cree que será un proyecto exitoso.

“El shale es verdaderamente transformacional. En Norteamérica se va a caer el precio independientemente de lo que pase, vamos a ser una zona de bajo costo. Los autos se van a volver híbridos, se te va a caer el consumo de la gasolina”, puntualiza.

El esquema
> Se trata de un sistema de concesiones, que funcionaría con el pago de derechos e impuestos.
> La empresa privada pagaría un porcentaje por el derecho y otro de impuestos por lo extraído.
> Tendría que costear sus gastos de operación.
> El resto de la ganancia por la venta del barril serían sus utilidades.

Inversiones millonarias
> 390,000 millones de pesos se requerirían de inversión anual para shale gas
> 295,000 millones de pesos por año, presupuesta Pemex para todos sus proyectos de exploración y producción

Muchos pozos
> 30,000 pozos anuales propone el consejero de Pemex para shale gas
> 20,000 pozos anuales propuso el PAN para shale gas
> 1,000 pozos anuales abre hoy Pemex en todos sus proyectos
Fuente: Héctor Moreira, consejero profesional de Pemex

Sueños guajiros

Las cifras se contradicen. A principios de julio, el Instituto Mexicano para la Competitividad publicó un informe a favor de la explotación de shale gas en México. Aseguraba que generaría un promedio de 300 mil empleos por año.

Sin embargo, este dato resulta exagerado para Héctor Moreira, quien asegura que en 10 años, EU ha generado solamente 800 mil empleos, casi cuatro veces menos de lo que se ha proyectado para México.

Otro de los argumentos de Moreira es que el shale gas debe explotarse urgentemente para aprovechar el precio bajo que tiene en Estados Unidos.

Este precio es precisamente lo que el geólogo estadounidense Arthur Berman pone como ejemplo para demostrar el fracaso del shale en ese país. Explicó su postura en abril pasado, cuando fue entrevistado por Reporte Indigo.

Moreira, cuya carrera dentro del sector energético tuvo un desarrollo notable durante los dos sexenios panistas, insiste en que la caída actual de los precios es temporal.

Durará mientras EU convierte a gas todas sus industrias que actualmente usan carbón. Según los pronósticos del consejero de Pemex, esto deberá suceder en los próximos cinco años.

Concuerda con las recomendaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico contenidas en el libro “Getting it right”, en el que se señala que México debe hacer que Pemex compita.

“No hay ninguna nación que haya regresado al control total estatal. Los modelos de control estatal con incentivos de tipo de producción son los mejores.

“Petrobras vale muchísimo más de lo que valía cuando era una empresa totalmente del Estado, es una empresa más compitiendo con otras, y la competencia la ha hecho más eficiente”, asegura Moreira.

Pocos resultados

Los pozos de shale gas que se han abierto en México no han tenido grandes resultados.

Los últimos tres que se abrieron en Coahuila y Nuevo León son productores comerciales, pero los dos primeros, el Nómada 1 y Montañez 1, son improductivos y productores no comerciales.

Aun así, el consejero de Pemex no se desanima. Asienta que la tendencia mundial en los pozos exploratorios es que la posibilidad de fallar o tener éxito es de 50-50, pero la posibilidad de éxito aumenta a 90 por ciento cuando se delimita el área productiva.

Como un alquimista, Héctor Moreira ve el futuro en barriles de petróleo, no de gas, que es lo que se ha extraído hasta ahora.

Propone convertir a crudo las estimaciones de las reservas posibles de gas que proyectó para México la Agencia de Información Energética de EU en 2011.

En esta ecuación, la industria del shale gas representaría “casi el doble de las reservas que tenemos ahora”.

No le concede importancia al hecho de que los estudios geológicos que sostienen el proyecto no se hayan desarrollado en la empresa para la que él trabaja.

“Ya tenemos muchísima información, aunque sea del otro lado. Obviamente abajo no hay una delimitación fronteriza.

“Si en los primeros pozos empezamos a ver que las estructuras geológicas son las mismas, podemos empezar a perforar. Entre uno y dos años, Pemex podría estar explotando en el norte de Coahuila”, revela Moreira.

Cada pozo explorado hasta ahora en México ha costado 20 millones de dólares, mientras que en Estados Unidos la cifra ronda entre 4 y 10 millones.

Para justificar este sobrecosto, Moreira sostiene que “los primeros pozos siempre son un poquito más caros, precisamente porque no tenemos más información.

“El costo total de sacar el gas es bastante barato comparado con los otros. En realidad, estamos encontrando una manera más barata de sacar el gas”, señala el especialista.

Una burbuja financiera

Los críticos del shale en Estados Unidos y Canadá sostienen que se ha creado una burbuja financiera para sostener las acciones de las empresas que han invertido en esta industria luego de la crisis inmobiliaria de 2008.

Moreira no lo niega, pero aclara que no se debe ver el beneficio para los inversionistas, sino para la nación. “Imagínese las implicaciones, la electricidad va a costar la mitad”.

Acepta que los pozos de shale gas son más caros porque se perforan horizontalmente y se les inyecta agua con químicos mediante un proceso conocido como fracking.

Y se acaban (declinan) entre tres y seis meses después de su apertura debido a la forma en que está contenida la energía en la roca de esquisto.

El químico afirma que a pesar de ello, a la larga resultan más baratos.

“Se requieren muchos pozos perforados por la manera en que está el gas (…). En términos de números de pozos tendríamos que perforar más, estamos en una tecnología diferente que lleva procesos diferentes”, explica Héctor Moreira. 

La primera acción sería mover la extracción de gas de la cuenca de Burgos a los yacimientos de shale.

El idílico horizonte del que habla el consejero de Pemex no es tan  lejano. Si sus propuestas toman forma en el debate legislativo de las próximas semanas, la segunda parte del gobierno de Peña Nieto marcará un cambio en el mapa de Coahuila, Nuevo León y Veracruz.

El fantasma tomará cuerpo de pozo petrolero con leyendas en inglés, pero también en chino.

El tesoro anterior

La administración de Peña Nieto promete lo mismo que la de Calderón con el proyecto de aguas profundas: una mejor vida

Por Peniley Ramírez

Los dos niños aparecen a oscuras, con el ceño fruncido. De repente sus rostros se iluminan, en sus labios se dibuja un “wooooow”.

Caminan por una playa hermosa, llena de vida, al tiempo que una voz en off sentencia: “México tiene un gran tesoro, un tesoro escondido en el fondo del mar”.

Esta es la entrada del video producido en febrero de 2008 por el gobierno de Felipe Calderón para promover la idea de que el proyecto de aguas profundas sería la solución económica para México.

Varias de sus frases centrales coinciden con los argumentos de quienes hoy defienden la explotación de shale gas.

En el spot se suceden imágenes de aviones, automóviles, ciudades iluminadas, en movimiento.

La voz en off asegura que el petróleo “ha permitido la modernización y el progreso de nuestro país”.

Describe de manera técnica los retos de aguas profundas al tiempo que dice: “Esto significa nuevos y enormes retos que otros países del mundo ya están enfrentando. Brasil logró duplicar su producción y hoy es autosuficiente”.

En 2008 el gobierno calderonista aseguraba que México “puede establecer alianzas con quienes ya cuentan con la tecnología y la experiencia para explotar yacimientos en aguas profundas”.

Ahora la administración de Peña  Nieto hace su propia versión de este argumento, con pocas variaciones.

También coinciden cuando enfatizan que “no podemos ni debemos quedar fuera de esta oportunidad histórica”, como repetía la cápsula transmitida en televisión en 2008.

Las promesas son las mismas. Estos nuevos proyectos “permitirán vivir mejor, tener más medicinas, empleos, carreteras, más escuelas y prosperidad para todos”.

 La recompensa prometida también se repite: se garantizará nuestro futuro y el de las nuevas generaciones.

 

Te puede interesar