Las y los médicos en formación llegan al primer año del COVID-19 en México en una situación de vulnerabilidad

El calvario de los médicos en formación ante el COVID

Las y los médicos en formación llegan al primer año del COVID-19 en México en una situación de vulnerabilidad, pues además del riesgo de infectarse del virus, deben hacer frente a otros problemas como la violencia física y sexual, así como a la explotación laboral

Las y los médicos en formación han sido una pieza clave para el combate de la pandemia de COVID-19, pero a un año de la llegada del virus del SARS-CoV-2 a México se encuentran más vulnerables que nunca y siguen sin ser escuchados.

Se trata de la población conformada por estudiantes, pasantes, internos y residentes del sistema de salud en México. Además de poner en riesgo su salud y su vida por la contingencia sanitaria, se enfrentan a otros problemas como la violencia —en todas sus formas— y la explotación laboral.

“Sabemos que el médico en formación, históricamente, padece acoso tanto sexual como laboral de varios tipos, largas jornadas de trabajo, etcétera”, dice Andrés Castañeda Prado, coordinador de las causas de Salud y Bienestar en la organización Nosotrxs.

Sin embargo, son vulnerables porque tanto las universidades como los hospitales o centros de salud donde se encuentran se deslindan de ellos cuando sucede algún problema o se violan sus derechos, lo que provoca que pocos se atrevan a denunciar.

Lo que exigimos es que se respete el derecho a la salud de los médicos en formación y que se escuche su voz en las decisiones que los involucran
Andrés Castañeda PradoCoordinador de las causas de Salud y Bienestar en la organización Nosotrxs

“Tomando en cuenta que el médico en formación se juega todo, se juega la carrera, entonces esto hace que muchas veces no se denuncie por miedo, ‘porque qué pasa si nadie me hace caso, quedo mal’, y se compromete la carrera de estas personas”, menciona Castañeda.

Lo anterior es importante porque el próximo 1 de marzo inicia un nuevo ciclo de residencias médicas en el país, lo que sumará más de 200 mil médicos en formación a nivel nacional, la mayoría de los cuales son médicos de pregrado o que hacen su internado como parte de la carrera, dice Castañeda Prado.

Personal sin voz

Los internos o médicos de pregrado son los estudiantes que aún no terminan la carrera pero están normalmente durante un año en un hospital de segundo o tercer nivel.

“Es un sistema muy jerárquico, el interno está hasta abajo, luego el residente de primer año, segundo año. Esto tiene cierta lógica cuando hablamos en términos de conocimiento, pero cuando se trata de tareas normalmente hay mucha presión, muchos malos tratos y se llega a caer en el abuso tanto físico, sexual, psicológico, de varios tipos”, dice Castañeda.

Los pasantes son recién egresados que aún no tienen cédula profesional, la gran mayoría están en centros de salud urbanos o rurales, sobre todo en las comunidades más vulnerables, donde por lo general son los únicos médicos, tienen largas jornadas de trabajo y están expuestos a la violencia.

“Aparte de dar consulta también se les exige que hagan censos de la población, estudios epidemiológicos, labores de promoción de la salud e incluso de administración de la clínica mandando inventarios, haciendo pláticas y en muchos casos tienen que pernoctar y vivir ahí en la comunidad”, explica Andrés Quintero Leyra, vocero de la Asamblea de Médicos Pasantes.

“Ha habido muchos pasantes que no tienen los servicios básicos, no tienen luz, muchas veces no tienen internet, agua, teléfono ni se diga, las condiciones en las que los tienen en los centros de salud a veces no son ni las mínimas necesarias para atender”, menciona.

Adicional a estas condiciones de explotación laboral también se encuentra el clima de inseguridad de las comunidades y las más vulnerables son las mujeres. El caso de Mariana Sánchez Dávalos —la joven médica hallada muerta el 29 de diciembre en una comunidad en Ocosingo, en Chiapas, donde realizaba su servicio social— exhibió la violencia machista que enfrentan y la falta de apoyo por parte de las instituciones.

“Las mujeres son quienes más sufren acoso de parte de pacientes, de amenazas de parte de las comunidades, incluso también hay muchos casos de acoso de los compañeros de las mismas clínicas, incluso lamentablemente incluso intentos de violación o violaciones, sí se ha reportado bastante”, señala Andrés Quintero.

“Ahora lamentablemente está el caso de Mariana, que terminó en un feminicidio, a todo esto se exponen los pasantes y no ha habido una revisión de cómo se hace el servicio social en medicina por más de 80 años, que es cuando se inició a pesar de que las condiciones han cambiado bastante”, dice.

Los residentes son médicos egresados con cédula profesional que realizan una especialización y enfrentan violencia por parte de los residentes de mayor rango o de los médicos adscritos, quienes se toman la libertad de castigarlos o de encomendarles tareas que nadie quiere o que no tienen relación con su área.

Médicos en formación sin derechos

Andrés Castañeda dice que por las tareas que realizan se tendrían que considerar como un trabajador más de salud aunque estén haciendo su internado o residencia, pero no reciben un salario, ni tienen incapacidad ni seguro de vida, sino una beca que muchas veces se ha retrasado.

Además de estos problemas, uno nuevo es la falta de vacunación contra COVID-19 pese a que al atender a pacientes el riesgo de contagio es alto. A la fecha, internos, pasantes y residentes de diversos estados del país se han manifestado porque aún no reciben la vacuna pese a estar expuestos.

Castañeda dice que se debe de replantear la relación entre las universidades y las unidades clínicas sobre la responsabilidad que deben tener; así como el tema del servicio social, ya que antes era una manera de dar abasto por la falta de médicos que había en el país, pero actualmente se debería replantear el diseño, la formación y el alcance.

“El tema de un mecanismo claro de representación, ésta no solamente es labor de las universidades, sino de los mismos médicos en formación, nos tenemos que organizar para que no se puedan tomar decisiones unilaterales con el futuro de los médicos en formación, y la autoridad, tanto universitaria como de gobierno, debe de abrir espacios de diálogo y de consulta para los médicos en formación”, dice.

También que haya mecanismos para atender casos de urgencia, crear protocolos si hay una denuncia de este tipo y responsables claros para la respuesta.

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