Cuando la inclusión llegó al circo

Motivados por su hermano menor Eduardo, Diana y Francisco Monforte crearon Circo Inclusivo México, un lugar en el que personas con discapacidad pueden demostrar a través de malabares, teatro e incluso la cuerda floja que no tienen límites

“¡Respetable público! Sea usted bienvenido a esta nueva experiencia y sea testigo de cómo jóvenes con discapacidad son apoyados y preparados por los fundadores de Circo Inclusivo para romper sus propios límites”.

Con estas palabras inició la noche del miércoles la gala del Circo Inclusivo México en el Centro Cultural España, el cual busca eliminar etiquetas y prejuicios acerca de las personas con discapacidad.

Con actos como malabarismo, acrobacia, trapecio, aro, clown, teatro, hula, actividades en el monociclo y hasta con la cuerda de floja, los 14 miembros de la compañía logran vencer sus propios miedos

Diana Monforte, una de las fundadoras de Circo Inclusivo, cuenta que el proyecto surgió en 2016 por dos motivos: su experiencia al estudiar una maestría en educación especial en la Universidad Veracruzana y por su hermano menor Eduardo, de 24 años, quien tiene retraso psicomotor.

“Nace porque a mi hermano Francisco y a mí siempre nos ha gustado el arte y también por el contexto en el que siempre hemos vivido, es decir, tener a Lalo con discapacidad. Nosotros tratamos de integrarlo y ayudar a que su potencial crezca”, dice Diana.

A tres años de la formación del circo, asegura que se trata de un espacio para personas con y sin discapacidad.

Por su parte, su hermano Francisco asegura que no solo es un proyecto familiar sino también una oportunidad de incidir en la sociedad.

“A veces la gente cree que la discapacidad es limitación, puede que solo lleguen a ver problemas y no oportunidades y de verdad que las hay. Nosotros queremos demostrar que se pueden lograr cosas si le echamos corazón, ganas y esfuerzo y también poder transmitir que las barreras no existen sino que nosotros las ponemos”, dice.

Para lograr llevar a cabo esta idea, Diana y Francisco no son los únicos que instruyen a los chicos con rutinas artísticas sino también cuentan con el apoyo de un intérprete de lengua de señas, fisioterapeutas con quienes se piensa la discapacidad como conducta social y antropólogos que ayudan a entender el deber ser del ser humano

Peregrinar por falta de espacio

Si bien las ganas de los integrantes y el apoyo de sus familias han ayudado a que Circo Inclusivo México crezca, Diana y Francisco enfrentan dos limitantes constantes: la falta de su propio espacio y el ingreso económico.

“Sí nos hemos apoyado en becas o programas del gobierno pero no siempre los obtenemos, entonces sacar el dinero para pagar a todo el equipo es un lío, tristemente no podemos vivir de la compañía”, lamenta Francisco.

Además, Diana especifica que en los últimos meses no han podido tener su propio lugar, porque han tenido que peregrinar un espacio en el que desafortunadamente no duran mucho.

Pero las situaciones positivas superan estos obstáculos. “Tenemos alumnos que aunque ya intentaron hacer ciertos movimientos y no les salen pueden desarrollarse en alguna otra actividad con la que contamos, por ejemplo si no pueden hacer malabares entonces lo que eligen es teatro”, cuenta Diana.

14
elementos conforman este proyecto

Para los hermanos Monforte no hay duda que este circo ha crecido con cada una de las personas que lo integran, por eso aseguran que el proyecto es de todos sus miembros.

“Acá no solo aprenden y crecen los chicos, sino también sus familias. Las mamás por ejemplo han aprendido a tratarlos diferente, a soltarlos un poco más, a que sean más independientes”, explica la también fundadora.

Actualmente, la compañía del circo realiza sus actividades en el interior de un gimnasio de artes marciales en la alcaldía Azcapotzalco, por lo que la adecuación del lugar no resulta el mejor para sus actividades al limitarlos de espacio.

Sin límites

Desde hace dos años que Luis Ángel González está en Circo Inclusivo tiene más habilidad física y psicomotora, se ha vuelto un joven más ágil y le da más valor a lo que hace, relata Lilia Pineda, su mamá.

El joven, quien tiene síndrome de Down, nunca quiere faltar a los ensayos, se siente motivado en el grupo y su autoestima ha incrementado.

Mientras Luis Ángel pone su mayor esfuerzo en seguir las indicaciones de su instructora Diana, su madre no deja de motivarlo a unos metros de distancia.

“Yo lo veo y siento muy bonito, verlo en una rutina, verlo sentirse importante y que la gente lo reconozca, verlo realizado es para mí algo realmente indescriptible”, dice.

Laura Peñalosa, mamá de Alejandra, una joven con parálisis cerebral infantil, dice que jamás se arrepentirá de haber traído a su hija al Circo Inclusivo México

“Mi esposo los conoció en un evento en Chapultepec, fue por eso que nos enteramos y la llevamos a que los conociera, desde el momento en que los vio mi hija se enamoró del espacio”, relata.

Aunque le han costado trabajo algunos ejercicios por su motricidad, ha presentado mejoras.

“Su interacción con la demás gente ha sido mucho mejor, a mí me da mucha emoción verla, la verdad es que Alejandra cada día me enseña algo nuevo.

“Nos ha venido a replantear la vida misma en la familia, a demostrarnos que pueden desarrollarse en otras cosas, tanto físicamente, como emocionalmente, por eso es que hoy me siento muy orgullosa de ser su mamá y de ver su gran alcance que va teniendo”, agrega Laura.