Cero y van tres

Las propuestas o buenas intenciones nunca se lograron. Zedillo le apostó al bienestar para la familia, Fox al crecimiento del siete por ciento, Calderón al empleo y Peña Nieto ahora a la competitividad.

La política de gastos anticipa una salida masiva de todos aquellos que laboran por honorarios y eventuales en el gobierno, pero carece de un hilo conductor de ahorro pues los gastos personales registrarán un crecimiento de 6.3 por ciento.

La lógica del gasto busca enmendar los errores de los 18 años previos: dos crisis y un profundo estancamiento que provocaron mayor pobreza

Las propuestas o buenas intenciones nunca se lograron. Zedillo le apostó al bienestar para la familia, Fox al crecimiento del siete por ciento, Calderón al empleo y Peña Nieto ahora a la competitividad.

La política de gastos anticipa una salida masiva de todos aquellos que laboran por honorarios y eventuales en el gobierno, pero carece de un hilo conductor de ahorro pues los gastos personales registrarán un crecimiento de 6.3 por ciento.

Gobernación registrará en este rubro un aumento de 18.3 por ciento y el Tribunal de Justicia Fiscal y Administrativa del 15.5, no así el IFE que tendrá una contracción en el gasto para servicios personales de 3.5 por ciento.

Las dependencias que obtendrán mayores subsidios serán Educación, Desarrollo Social y Salud con 30, 21 y 16 por ciento.

Pero los logros inalcanzables no obedecieron a falta de recursos pues desde 2002 el país recibió más de 1.5 billones  de pesos por el alto precio del petróleo.

En realidad, el problema de fondo se encuentra en el modelo económico implementado en los 90 e incapaz de propiciar un crecimiento sostenido, en opinión del académico del TEC de Monterrey, José de la Cruz Gallegos.

Y es que el esquema se ha enfocado en controlar la inflación, no los precios de los alimentos, mediante la contención sistemática de los salarios y no a mejorar la productividad.

De acuerdo con el proyecto de egresos, para mantener finanzas públicas sanas hay que controlar el gasto en infraestructuras y mejorar la competitividad.

La propuesta contempla un aumento del gasto corriente de 6.2 por ciento y de 2.6 en inversión, un esquema similar al anterior, pero no se altera la abultada estructura burocrática en servicios personales.

Si bien el ramo de Desarrollo Social tiene un aumento en su presupuesto, en realidad la mayor parte es para el gasto corriente (94 por ciento) del total.

En cambio, sectores básicos para el desarrollo de infraestructura fueron castigados: Comunicaciones y Transportes tendrá un gasto de casi 12 mil millones de pesos menos a lo asignado este año.

En cambio, Pemex y a la Comisión Federal de Electricidad contarán con un presupuesto mayor al destinado a los ramos de educación, salud y desarrollo social, sin precios de energéticos más bajos.

Por el contrario, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, la Consejería Jurídica del Ejecutivo Federal y el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, obtuvieron los mayores incrementos.

La duda es cómo se implementará la reforma laboral si la Secretaría del Trabajo redujo su gasto 14.4 por ciento.

A juicio del especialista, la lógica del gasto busca enmendar los errores de los 18 años  previos: dos crisis y un profundo estancamiento que provocaron mayor pobreza.

Con la actual arquitectura del presupuesto se tienen   candados implícitos que no pueden cambiar de fondo la  asignación de recursos, a menos que se haga una profunda reforma del Estado.

El mantener una expectativa de déficit cero implica que  México crecerá su capacidad  potencial; no existirá una desaceleración en Estados Unidos que nos afecte, pero las tendencias marcan lo contrario.

Y si falla el pronóstico de crecimiento, también lo hará la recaudación tributaria.

Por lo que al buscar tener  un déficit cero se cierra el margen para evitar la aplicación de recortes al gasto.

El margen que se da es el de ingresos extraordinarios por aplicar un precio y plataforma   petrolera inferior a lo observado.

Sin embargo ello podría ser  insuficiente si la economía crece menos de tres por ciento.

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