Casas de moda a medias en la protección del medio ambiente

Las marcas de renombre en la industria de la moda dejarán los desfiles de temporada con el argumento de que la ropa debe tener más tiempo de vida, sin embargo, dicha acción sumada a otras similares no serán suficientes para disminuir el impacto ambiental que deja en el mundo
Viviana Bran Viviana Bran Publicado el
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Gucci, Giorgio Armani, Saint Laurent, entre otras marcas de renombre relacionadas a la industria de la moda, renunciaron a los desfiles de temporada debido a que la pandemia de Covid-19 los orilló a reinventarse y a buscar un sistema más eficiente, en el cual la ropa que se produzca tenga más tiempo de vida y los procesos para su creación sean menos dañinos para el medio ambiente.

El director creativo de Gucci, Alessandro Michele aseguró que el coronavirus cambió el rumbo de la moda, ya que la enfermedad dejó al descubierto los graves daños que este sector genera al planeta.

Gucci abandona el concepto de temporadas, la ropa debería tener una vida más larga. Comprendemos que fuimos demasiado lejos. Nuestras acciones irresponsables han incendiado la casa en la que vivimos. Tanta altivez nos hizo perder nuestra hermandad con las mariposas, las flores, los árboles y las raíces
Alessandro Michele

Su declaración se sumó a la de Giorgio Armani, que en febrero, durante la Milan Fashion Week sin público, hizo una fuerte crítica del sector: “Estoy cansado de que me pregunten por las tendencias del momento. Las tendencias no son nada, no deben existir. Dejemos de ser víctimas de este sistema”. Por su parte, Saint-Laurent asumió una opinión similar.

A pesar de las posturas que dieron a conocer estas marcas y la empatía generada en torno al medio ambiente, algunos especialistas aseguran que las acciones que intentan implementar son insuficientes, sobre todo al querer revocar los daños que por décadas provocó esta industria, la cual es catalogada como la segunda más contaminante del mundo, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

En la actualidad, la industria de la confección es responsable de 20 por ciento de las aguas residuales a nivel global, 10 por ciento de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero y consume más energía que la aviación y los envíos de paquetes combinados, revela la ONU.

Saúl Hernández Islas, maestro en ciencias, en ingeniería ambiental y profesor de asignatura en el Instituto Politécnico Nacional (IPN), asegura que las iniciativas planteadas por las casas de moda están destinadas al fracaso, ya que el cambio y conciencia que se debe de tener sobre el medio ambiente no depende solo de las marcas, sino de los valores y educación ambiental que exista en las personas.

“Con el paso de los años caímos en el circulo vicioso de comprar y tirar por estar al día con la moda. Al no conocer las problemáticas que desencadena la producción masiva de textiles tanto en la salud humana, como en los ecosistemas, la flora y la fauna, es común que una persona se mantenga en el mismo ciclo de irresponsabilidad. Esto un gran problema a nivel mundial, pero el individuo es parte de la problemática, pues es quien consume estos productos, por lo que cambiar el rumbo depende de todos”, explica Hernández Islas.

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¿Cambio con sentido?

Los hábitos de consumo comenzaron a cambiar en los últimos cinco años y con la pandemia por Covid-19 se modificarán todavía más. Hoy día, los consumidores están más preocupados por su salud física y mental, así como por el cuidado del medio ambiente.

De acuerdo con un estudio publicado por Kantar México, después de que se levante la emergencia sanitaria por coronavirus, las personas se fijaran en que los productos que adquieran sean amigables con el planeta.

Este cambio en la forma de comprar provocó que muchas empresas comenzaran a reconocer las necesidades ambientales y a considerar la sustentabilidad como el nuevo “negocio”, de acuerdo con lo estipulado en un reporte del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

Para formar parte del cambio algunas marcas optaron por crear productos hechos a base de desechos plásticos reciclados de los océanos, o diseñar telas en poliamida a base de aceite de ricino o de almidón de maíz.

Asimismo, las denominadas fast fashion (moda rápida), como H&M o Bershka, Zara y Pull & Bear, del grupo Inditex propusieron campañas de reciclaje en donde ofrecen a sus clientes bonos de reducción a cambio de prendas ya utilizadas, para que después la ropa de segunda vaya a las empresas recicladoras que crean materias primas ecológicas.

Sin embargo, la problemática ambiental no se resuelve con esta medida, ya que la ropa que se adquiere en tiendas de moda rápida tiene un periodo de vida en el clóset 36 por ciento menor, equivalente a 160 puestas aproximadamente, cuando hasta hace unos años se superaban las 500 antes de mandarse al bote de basura.

Iván Vázquez, presidente y fundador de la organización financiera Protege A.C, comenta que el desenlace final dependerá siempre de los individuos, pues las marcas son las deben adaptarse a sus hábitos de consumo, por lo que en este ciclo, la industria de la moda más que por un tema ético o económico, se ve obligado a cambiar por conveniencia.

“Existen muchas marcas que saben del daño ecológico que provocan y a pesar de eso destinan recursos propios a fundaciones para salvar al planeta, con la única intención de manejar su imagen pública y que parezcan amigables con el medio ambiente, pero el lado oscuro es que cuando se les hace alguna investigación se descubre que muchas siguen con los mismos procesos de producción”, argumenta el presidente de la organización financiera Protege A.C.

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