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‘Botonazo’ nacional

Solo quien ha estado a dieta sabe el tormento al que se enfrenta. Días de esfuerzo para llegar a la báscula y descubrir que solo se han perdido 300 gramos. México está igual.

Durante años, ha estado entre los principales países con problemas de obesidad y sobrepeso. Se ha puesto a dieta una y otra vez solo para descubrir, no solo que no ha bajado de peso, sino que ha aumentado.

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millones de pesos destinó el Gobierno Federal en 2015 al programa de prevención y control de sobrepreso, obesidad y diabetes
Expertos señalan que se necesitan más recursos para el combate del SPyO, y que la reducción presupuestaria no corresponde con los ingresos fiscales recaudados
México es el primer país de América, y uno de los pocos en el mundo, en contar con impuestos nacionales sobre alimentos poco saludables
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Solo quien ha estado a dieta sabe el tormento al que se enfrenta. Días de esfuerzo para llegar a la báscula y descubrir que solo se han perdido 300 gramos. México está igual.

Durante años, ha estado entre los principales países con problemas de obesidad y sobrepeso. Se ha puesto a dieta una y otra vez solo para descubrir, no solo que no ha bajado de peso, sino que ha aumentado.

Los intensos -y melódicos- programas de salud y los controversiales impuestos a la comida chatarra poco han logrado. En los últimos 10 años, el número de personas con sobrepeso en el país se ha triplicado. La dieta no está funcionando.

La semana pasada, el reporte del Instituto Mexicano para la Competencia (IMCO) fue tan desalentador como alarmante.

“Siete de cada 10 adultos mexicanos sufren sobrepeso u obesidad. Esto equivale a 48.6 millones de personas que enfrentan el principal factor de riesgo modificable para el desarrollo de enfermedades crónicas, como la diabetes mellitus tipo dos, padecimientos cardiovasculares y algunos tipos de cáncer”.

De acuerdo a ese informe, la elevada tasa de obesidad ubica al país país como el segundo de la OCDE con mayor incidencia después de Estados Unidos.

Y ya no solo es un problema de salud. Fátima Masse, consultora del IMCO, asegura que la obesidad se ha convertido no solo en una crisis de salud pública, sino también en un elemento que pone en peligro la competitividad del país.

“Por una parte, afecta la salud de los habitantes, lo que tiene un impacto en la dinámica familiar y genera altos costos de tratamiento médico. Por el otro, reduce la productividad de los trabajadores e impone retos significativos a las finanzas gubernamentales”, detalla.

Pero a pesar de esto, los mexicanos no logran modificar sus hábitos alimenticios. En México, el consumo promedio por persona de bebidas azucaradas es de 163 litros al año.

Y según datos de la Federación Mexicana de Lechería, los hogares mexicanos erogan 2 mil 315 pesos por año en la compra de líquidos embotellados -que incluyen refrescos, cervezas, agua embotellada y bebidas alcohólicas- lo que supera en 25 por ciento los mil 848 pesos que se destinan al consumo de leche.

Ese, definitivamente es un problema gordo.

El pesado costo del sobrepeso

El precio social de uno de los problemas asociados con la obesidad –la diabetes–equivale a más del 70 por ciento del presupuesto federal dedicado a salud 

El sobrepeso y la obesidad (SPyO) representan un costoso lastre para la economía mexicana.

Tan solo una de las enfermedades asociadas con estas condiciones, la diabetes mellitus tipo 2, representa un costo social anual estimado de entre 82 y 98 mil millones de pesos. Estos montos equivalen a entre 61 y 72 por ciento del presupuesto federal dedicado a salud para este año.

Esto es lo que señala un estudio del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) que calculó los costos sociales por diabetes tipo 2, la segunda mayor causa de muertes en México, derivados de la combinación de tres factores.

Según los cálculos de esta organización, los costos sociales de la diabetes se deben principalmente a que el tratamiento de las enfermedades asociadas con estas condiciones incrementan el costo que representa para el erario el sistema de salud pública.

Este dinero podría ser utilizado en programas de apoyo y desarrollo económico en lugar de tratar enfermedades prevenibles.

Además del mayor gasto público, el SPyO reduce la productividad laboral del país (por ausentismo laboral asociado a convalecencias) y la calidad de vida de la población (que tiene que gastar más en salud y ve pérdidas en ingresos por mortalidad prematura).

El IMCO destaca que escogió enfocarse en la diabetes tipo 2 debido a la falta de información correspondiente a otras enfermedades asociadas con el SPyO (enfermedades cardiovasculares, algunos tipos de cáncer, entre otros).

Presupuesto adelgazado

A pesar de lo costoso que resulta el sobrepeso y la obesidad (SPyO) para la sociedad mexicana, el presupuesto dedicado a combatirlo se vio adelgazado este año.

Mientras que en 2014 el Gobierno destinó más de 12 mil millones de pesos al programa de prevención y control de sobrepreso, obesidad y diabetes, para este año el dinero correspondiente a este rubro asciende a sólo 337.7 millones de pesos. Esto representa una reducción de más de 97 por ciento.

Expertos señalan que se necesitan más recursos para el combate del SPyO, y que esta reducción presupuestaria no corresponde con los ingresos fiscales recaudados.

El reporte del IMCO sobre esta situación señala que si se reparten los más de 33.6 mil millones de pesos que el Gobierno prevé recaudar en 2015 gracias al impuesto sobre las bebidas azucaradas y alimentos no saludables entre los 60.6 millones de mexicanos con SPyO, la recaudación por persona asciende a más de 544 pesos.

Pero si se reparte el presupuesto destinado a la Estrategia Nacional para el Combate contra el Sobrepeso, la obesidad y la Diabetes entre el mismo número de mexicanos, el gasto por persona apenas alcanza los 5.3 pesos. Esto quiere decir que hay una diferencia de más de 102 veces entre lo que se recauda y lo que se gasta.

Al mismo tiempo, no tendría que gastarse todo lo que se recauda para implementar un plan efectivo. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) estima que podrían implementarse medidas de prevención por 152 pesos por persona con SPyO – menos del 30 por ciento de lo que se recauda gracias al IEPS sobre bebidas azucaradas y alimentos no saludables.

Una dieta que no es suficiente

La Alianza por la Salud Alimentaria, grupo que reúne a asociaciones civiles, organizaciones no gubernamentales y profesionistas independientes “preocupados por la epidemia de sobrepeso y obesidad”, celebró recientemente la reducción promedio de 6 por ciento que el impuesto sobre las bebidas azucaradas logró sobre el consumo de estos productos durante el 2014.

Según los resultados preliminares de un estudio realizado en conjunto por el Instituto Nacional de Salud Pública y la Universidad de Carolina del Norte, esta reducción fue acelerándose conforme avanzó el año, y afectó particularmente a los hogares de menores recursos.

Sin embargo, Alianza aún así demandó que el impuesto sea mayor a su nivel actual, mientras se mantenga en un rango de entre 10 y 20 por ciento, para incrementar su efectividad. Además, estas organizaciones piden que se elimine el impuesto al valor agregado (IVA) sobre el agua embotellada en envases menores de 10 litros, y que se apliquen los recursos recaudados mediante el impuesto a las bebidas azucaradas a la instalación de bebederos de agua en las escuelas.

Consecuencias muy pesadas

Para Fátima Masse, consultora del IMCO especializada en salud pública, resultan “muy preocupantes estos recortes que se están haciendo a la parte de salud (del presupuesto federal)”.

“Creo que en el discurso queda muy claro que la prevención del sobrepeso, la obesidad y la diabetes es una prioridad. Pero, al menos lo que nosotros estamos viendo, en partida presupuestaria no, no se ve así”, señaló Masse.

Esta conclusión es derivada de la disparidad que existe entre el monto que se proyecta recaudar mediante el impuesto a las bebidas azucaradas y los egresos que se planean destinar para el programa de prevención de SPyO de la Secretaría de Salud.

La especialista agrega que “podría ser que haya otras categorías (en el presupuesto) en donde se esté gastando con este fin (de prevención). Pero el problema es que, al no ser un gasto transparente, no le podemos dar seguimiento”.

Masse indica que “es muy importante que al menos lo que se está recaudando hoy se esté destinando a acciones efectivas de prevención”.

Esto sobre todo al considerar que, desde un punto de vista recaudatorio, el impuesto a las bebidas azucaradas ha sido exitoso, ya que “consistentemente ha superado las metas y las proyecciones de recaudación. Esto a mí me lleva a pensar que nos está dejando recursos para invertir en otras cosas que tenemos abandonadas”, dijo la experta.

En la opinión de Masse, una de estas áreas “abandonadas” es el tema de la capacitación del personal médico, que considera como una de las “acciones críticas” para poder lograr cambios en los pacientes afectados por el SPyO.

A ésta se agrega el tema de la recaudación y publicación de estadísticas confiables para evaluar este problema de salud pública y así “hacer un gasto más inteligente de los recursos”.

Masse advierte que “si dejamos que la gente se siga enfermando y si no mejoramos sus condiciones de vida, pues definitivamente esto nos puede traer consecuencias económicas gravísimas”, por lo que el combate efectivo de esta problemática debe ser prioritario si se quiere mejorar la competitividad del país.

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