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Autodefensas a tres años: entre la disolución y la resistencia

Mecido entre la leyenda romántica que habla de un pueblo que se alzó en armas contra el crimen organizado, y las historias ácidas que apuntan a la intervención de los carteles de las drogas en su organización, el movimiento de las autodefensas se enfrenta a la determinación del Gobierno de Michoacán, respaldado por la federación, de cerrar en definitivo el capítulo del levantamiento de civiles armados.

1,200
desaparecidos
en la región vinculados con los autodefensas, entre ellos mujeres
y niños
“A casi todos los autodefensas que se alzaron contra el narco, ya los han matado”
José Luis Larafundador de autodefensas
en Apatzingán

Mecido entre la leyenda romántica que habla de un pueblo que se alzó en armas contra el crimen organizado, y las historias ácidas que apuntan a la intervención de los carteles de las drogas en su organización, el movimiento de las autodefensas se enfrenta a la determinación del Gobierno de Michoacán, respaldado por la federación, de cerrar en definitivo el capítulo del levantamiento de civiles armados.

Los cinco mil hombres armados que se irguieron en pie de lucha el 24 de febrero del 2013 fueron dispersados con el tiempo: el encarcelamiento, la persecución o el asesinato de sus principales líderes fundadores o el decreto de facto para su desaparición, han causado estragos en su capacidad de organización y movilización.

La cuota que han tenido que pagar los integrantes de ese movimiento ha sido alta: hay 383 autodefensas presos, entre ellos los fundadores del movimiento José Manuel Mireles Valverde, Agustín y Efraín Villanueva Ramírez. Por lo menos otros 26 jefes de grupo de los civiles armados cuentan con órdenes de captura, libradas por el delito de portación ilegal de armas.

Otros 13 jefes de grupo, de los fundadores de las autodefensas, ya fueron asesinados; en tanto que al menos unos tres mil integrantes de la alzada se han tenido que exiliar del estado. La cantidad de muertos que han tenido que pagar los que se sumaron a la revuelta ya llega a los casi 2 mil 800 hombres, cifra casi similar a la de desaparecidos que se ubica  por lo menos en mil 200 personas, entre ellos mujeres y niños.

En su breve y contingente historia, ha habido acercamiento de las autoridades para institucionalizar a los civiles armados; así surgió la Fuerza Rural, obra del entonces comisionado Alfredo Castillo, que en muy poco tiempo ha sido depurada ante la presunción de que fue infiltrada por ex templarios que se pusieron la camisa de autodefensa, y fueron rebautizados como los arrepentidos.

El actual gobierno de Michoacán, encabezado por Silvano Aureoles, retomó el planteamiento de meter a los cauces institucionales a los civiles armados que aprendieron de labores de seguridad en el fragor de los enfrentamientos con la delincuencia; sin embargo, la apuesta del Gobernador perredista se encamina en dos vertientes: otorgar una indemnización de 90 mil pesos a quienes empuñaron las armas para que vuelvan a sus comunidades a realizar proyectos productivos, y la capacitación para incorporar a las fuerzas de seguridad del estado a los que acrediten las evaluaciones de control y confianza.

En tres años de movimiento armado, los grupos de autodefensa fueron minados desde dentro por aquellos que intentan reagrupar a los carteles de las drogas. El propio procurador de Justicia de Michoacán, Martín Godoy Castro, así lo ha señalado; reconoció que los mensajes emitidos por grupos autodenominados La Nueva Familia y Los Justicieros, no son más que el intento de civiles armados que militaban en las autodefensas por formar nuevos grupos delictivos, hasta ahora sin la capacidad operativa para controlar con hegemonía las actividades delictivas.

Y es que Luis Antonio Torres González “El Americano”, uno de los autodefensas que mayor presencia mediática tuvo durante la intervención en Michoacán del comisionado Alfredo Castillo Cervantes, ha sido señalado por las autoridades estatales como uno de los líderes que busca sentar sus reales en asociación con ex integrantes de la Familia Michoacana.

Se presume que otros exautodefensas han sido “reclutados” principalmente por el Cartel Jalisco Nueva Generación, aunque este no ha logrado consolidar su presencia en Michoacán; en menor medida, los carteles de Sinaloa, Los Zetas y del Golfo también han podido reclutar a quienes en algún momento se alzaron en guerra contra el cartel de los Caballeros Templarios.

Nada que celebrar

Para el Comandante José Luis Lara, un fundador del movimiento de las autodefensas en la zona de Apatzingán que se encuentra exiliado en algún lugar fuera del estado de Michoacán, al llegar el tercer aniversario del surgimiento del movimiento armado, afirma que no hay nada que celebrar: “a casi todos los autodefensas que se alzaron contra el narco, ya los han matado”.

Reconoce, desde el exilio, al hablar para Reporte Índigo, que el problema de Michoacán en realidad no lo representan los carteles de las drogas. “El verdadero problema del estado es la clase política corrupta. A esa no se ha tocado en nada”.

Sin embargo, en estos tres años, la clase política también resintió el surgimiento de las autodefensas, ya que fueron puestos en evidencia sus vínculos con integrantes de los Caballeros Templarios; así, fueron encarcelados los alcaldes de Apatzingán, Huetamo, Pátzcuaro y Lázaro Cárdenas, además del ex gobernador interino Jesús Reyna García, y hasta Rodrigo Vallejo “El Gerber”, hijo del ex gobernador priísta Fausto Vallejo Figueroa.

Citó una serie de ejemplos, de funcionarios estatales y federales que no tuvieron empacho en negociar con miembros de los carteles de las drogas que se presentaron como integrantes del movimiento de autodefensas. “Funcionarios federales se reunieron en muchas ocasiones con Carlos Rosales (fundador de la Familia Michoacana), con El Cenizo (Ignacio Andrade Rentería) y otros narcos, a los que se les dieron las posibilidades de organizarse y seguir activos en el crimen”.

El movimiento no está muerto

A pesar de lo adverso del panorama,  el Comandante Felipe, uno de los jefes de los grupos de autodefensa de la región de Aguililla, en zona limítrofe de Michoacán con Jalisco, afirma que “es una mentira lo que hoy se quiere decir a la sociedad por parte de las autoridades. No es cierto que el movimiento de las autodefensas esté muerto. Todavía existimos grupos armados que seguimos en pie de lucha. Estamos en guerra permanente contra todos los carteles de las drogas, porque no es cierto que haya carteles buenos y malos. Todos son malos”.

El grupo de autodefensas del comandante Felipe es uno de los que se mantienen leales a las instrucciones del fundador encarcelado, José Manuel Mireles. Por eso no pierde ocasión en demandar su libertad. “Nosotros, los que somos leales al doctor Mireles no vamos a deponer las armas, hasta que el Jefe se encuentre en libertad. Hasta que el gobierno federal se siente a la mesa del dialogo con él, es cuando podemos pensar en la posibilidad de desmovilización que reclama el gobierno”.

El pasado 11 de febrero, el Gobernador Silvano Aureoles, acompañado por el titular de la Sedena Salvador Cienfuegos, declaró el final de la etapa de autodefensas, y aseveró que el Estado haría valer su facultad exclusiva de la seguridad pública. Sentenció que las razones que habían propiciado el levantamiento de los civiles armados ya perdieron vigencia, toda vez que Michoacán se encuentra listo para entrar en una nueva etapa de gobernabilidad.

Proyección mundial

Pese a que el tema de los grupos de autodefensa y su relación con grupos del narcotráfico había sido tocado de manera insistente por solo algunos cuantos medios nacionales, la problemática de la violencia en Michoacán no alcanzó la proyección internacional hasta que surgió el documental “Tierra de Carteles”.

Hoy el documental está en la lista de los que pueden ganar un Oscar, lo que apunta a la difusión internacional de este fenómeno social. Y es que el filme refleja desde adentro la organización de los grupos de autodefensa, y –como lo ha venido haciendo Reporte Índigo- pone en entredicho la honestidad del movimiento armado.

 “Tierra de Carteles” es la aproximación visual, y por consecuencia de mayor impacto, del conflicto que mantiene en vilo al estado de Michoacán desde el 2013, cuando la sociedad se polarizó entre los que creyeron que se trataba de una historia casi romántica y de valor de un grupo de hombres que se alzaron contra el crimen organizado y la otra parte social que no dejó de dudar sobre la presencia de los carteles detrás del movimiento de civiles armados.

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