El Nuncio de la transición

El nuevo inquilino de la casa marcada con el número 118 de la calle Juan Pablo II, en la colonia Guadalupe Inn, en la delegación Álvaro Obregón de la Ciudad de México, es el obispo italiano Franco Coppola. Llegó la semana pasada a México y está a la espera de presentar sus cartas credenciales de diplomático al presidente Enrique Peña Nieto.

 

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próximos años al menos una veintena de los 134 Obispos mexicanos estarán obligados a presentar su renuncia
El Cardenal Norberto Rivera Carrera, no acudió a recibir al nuevo Nuncio Apostólico a su arribo al aeropuerto de la Ciudad de México; trascendió que su ausencia obedeció a ‘razones de agenda’
En representación de la Iglesia Católica mexicana, el Cardenal michoacano, Alberto Suárez Inda encabezó la comitiva oficial para recibir a Monseñor Franco Coppola; del que se reconocen diferencias personales con el Cardenal Rivera Carrera
El nuevo Nuncio Apostólico en México ha sido un funcionario de primer orden dentro de la Sección para las Relaciones con los Estados, de la Secretaría de Estado del Vaticano, y ha representado los intereses de la Santa Sede en países con conflictos sociales graves 
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El nuevo inquilino de la casa marcada con el número 118 de la calle Juan Pablo II, en la colonia Guadalupe Inn, en la delegación Álvaro Obregón de la Ciudad de México, es el obispo italiano Franco Coppola. Llegó la semana pasada a México y está a la espera de presentar sus cartas credenciales de diplomático al presidente Enrique Peña Nieto.

 

Su nombre puede decir poco, pero su responsabilidad es mucha: es el nuevo Nuncio Apostólico en México, el hombre que el Papa Francisco ha designado para encarar la crisis que silenciosamente vive la Iglesia Católica en nuestro país.

 

El nuevo representante del Estado Vaticano en México, el sexto desde que se formalizaron las relaciones diplomáticas entre estos dos países, no sólo tendrá la función de atender los asuntos diplomáticos de la Santa Sede, también tendrá la difícil labor pastoral para conducir a la iglesia en el momento de confrontación que vive con el Estado Mexicano, a causa de la iniciativa gubernamental para la legalización de los matrimonios entre personas del mismo sexo.

 

Sumado a ello, el nuevo Nuncio Apostólico, tendrá la nada fácil tarea de transitar el relevo generacional en la Arquidiócesis Primada de México, la representación católica más importante del país, en donde el actual Obispo y Cardenal, Norberto Rivera Carrera, por obligatoriedad del Derecho Canónico, tendrá que presentar su renuncia al cargo de Arzobispo Primado de México el año entrante, cuando cumpla los 75 años de edad.

 

De acuerdo al especialista en asuntos religiosos, Bernardo Barranco Villafán, autor entre otros libros de “Las Batallas del Estado Laico” (Grijalbo 2016), “la renuncia del cardenal Norberto Rivera va representar una reconfiguración de la jerarquía mexicana y para ello Coppola y el Papa deberán tener no sólo una estrategia, sino una hipótesis clara” sobre el tipo de episcopado que el Vaticano necesita para México.

 

Igual que Norberto Rivera, en los próximos cuatro años, al menos una veintena de los 134 Obispos mexicanos estarán en la obligación de presentar su renuncia a la conducción de diversas representaciones diocesanas en el país, en donde se asoma la posibilidad de que nuevos ministros, afines a la política del Papa Francisco, se hagan de esas posiciones.

 

A decir del especialista Bernardo Barranco, “el episcopado mexicano es uno de los más conservadores y chatos de América Latina, y los obispos aún no acaban de comprender la conversión que el Papa Francisco les ha mandatado”, por eso estima que el nuevo Nuncio Apostólico, Franco Coppola, será una especie de “correa de transmisión de las orientaciones del pontificado en México”.

 

Otro de los retos que encara el nuevo Nuncio Apostólico en México es replantear el papel de la Iglesia Católica frente al creciente clima de violencia que se vive en el país, en donde los propios ministros de la iglesia son blanco directo del crimen organizado, muestra de ellos son los recientes asesinatos de tres sacerdotes en los estados de Veracruz y Michoacán, que conmocionaron a la estructura eclesiástica nacional.

 

Monseñor Franco Coppola no es ningún improvisado en el panorama que se le presenta frente a él, en el tema de la Iglesia frente a la violencia, es un soldado de Dios; es un diplomático que ha estado trabajando en países con situaciones de guerra. Su labor más reconocida es la que realizó en la República Centroafricana, donde junto al arzobispo de Bangui, Dieudonné Nzapalainga, logró mantener intacta a la Iglesia Católica, tras el proceso de reconstrucción nacional.

 

Un Pastor entre los lobos

 

Monseñor Franco Coppola es un doctor en Derecho Canónico, que entró al Servicio Diplomático del Vaticano el 1 de julio de 1993. Antes de estar en México, Coppola ha sido Nuncio Apostólico en la República Centroafricana y en la República de Chad, en el corazón de África, donde la Iglesia católica está confrontada con algunos Estados y es perseguida por miembros de otras religiones, pero mantiene una presencia de asistencia social, como en pocos lugares del mundo.

 

El nuevo Nuncio Apostólico en México, ha sido también un funcionario de primer orden dentro de la Sección para las Relaciones con los Estados, de la Secretaría de Estado del Vaticano, lo que le ha permitido representar los intereses de la Santa Sede en países con conflictos sociales graves, como en Líbano, Burundi, Colombia y Polonia, donde distinguió a la Iglesia Católica por estar del lado de los sectores golpeados por la violencia.

 

Por eso la presencia Monseñor Coppola en México, podría indicar la visión del Estado Vaticano, donde la violencia ha golpeado no sólo a los sectores cobijados por la Iglesia, sino a la iglesia misma. 

 

“Si estamos viviendo situaciones difíciles”, reconoce el Obispo Víctor Sánchez, quien asegura que no sólo es el reciente asesinato de tres sacerdotes, sino “la difamación, pero en esto nos sentimos tranquilos; estamos viviendo momentos difíciles, yo también ya tuve un asesinato de un sacerdote hace más de un año en Puebla… pero la iglesia tiene que seguir su camino”.

 

Cabe recordar que, de acuerdo al propio recuento de la Iglesia católica, en los últimos años en México han sido asesinados 15 sacerdotes, y dos más se encuentran desaparecidos; la mayoría de esos crímenes han sido atribuidos a células del crimen organizado, aunque el Estado Mexicano ha minimizado los hechos, atribuyendo los asesinatos a la delincuencia común. 

 

A Monseñor Coppola se le considera un hombre formado en zonas de guerra, pero, además, “es un hombre muy cercano al Papa Francisco”, dijo el Arzobispo de Puebla, Monseñor Víctor Sánchez Espinoza. “Tengo entendido”, dijo, “que él es muy cercano al Santo Padre, y sin duda traerá indicaciones del Papa; el Santo Padre conoce muy bien la realidad de nuestro continente, de nuestra iglesia en México… Yo tengo mucha fe y esperanza de que (Franco Coppola) sea además de un gran diplomático, como son todos los nuncios, un gran pastor”.

 

Una de las mayores muestras de la destreza del Padre Franco Coppola para mantener la presencia de la Iglesia Católica en zonas de guerra, fue la visita del Papa Francisco, la que él mismo organizó en noviembre del 2015, a Kenia y Uganda, donde las condiciones sociales y políticas han sido adversas para la Iglesia, pero que a final de cuentas resultó en una misión exitosa, con un mensaje de paz que no pasó desapercibido para el mundo.

 

‘Bendito el que viene en nombre del Señor’

 

El Padre Franco Coppola, quien fuera anunciado como el nuevo Nuncio Apostólico en México desde el pasado 9 de julio, arribó a nuestro país la noche del pasado miércoles 28 de septiembre, con la encomienda de suplir en el cargo al francés Christophe Pierre, quien fue Nuncio Apostólico en nuestro país por nueve años y fue reubicado en la Nunciatura Apostólica del Vaticano en Estados Unidos.

 

El arribo del padre Franco Coppola fue saludado desde la sede de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), desde donde se escribió en la cuenta de twitter “Bendito es el que viene en nombre del Señor”. A los hashtags “Bienvenido a México” y “Nuncio Apostólico”, se sumaron todas las sedes diocesanas del país, las que aplaudieron la llegada del representante papal.

 

El propio Cardenal Norberto Rivera Carrera, al no acudir a recibir al nuevo Nuncio Apostólico a su arribo al aeropuerto de la Ciudad de México, escribió a través del Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México: “rezamos para que nuestra Madre celestial, Santa María de Guadalupe, ilumine y acompañe sus pasos en esta tierra mexicana, en el cumplimiento de la nueva misión que el Papa Francisco le ha encomendado”.

 

Trascendió que la ausencia del Cardenal Rivera Carrera en el recibimiento oficial del Nuncio Franco Coppola, obedeció a “razones de agenda”, pues el arribo del representante del Papa Francisco se hizo mientras el Arzobispo Primado de México se encontraba en la ciudad de Roma, asistiendo a una reunión del Consejo de Asuntos Económicos del Vaticano, al que fue convocado de manera urgente.

 

Por esa razón, en representación de la Iglesia Católica mexicana, fue el Cardenal michoacano, Alberto Suárez Inda, que encabezó la comitiva oficial para recibir a Monseñor Franco Coppola a su llegada a nuestro país; junto con Suárez Inda, del que públicamente se reconocen diferencias personales con el Cardenal Rivera Carrera. También estuvo presente en la recepción el Cardenal Francisco Robles Ortega, Obispo de Guadalajara.

 

En la comitiva, donde el gran ausente fue el Cardenal y Arzobispo Primado de México, Norberto Rivera Carrera, también estuvo el obispo Alfonso Gerardo Miranda Guardiola, secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano y obispo auxiliar de Monterrey, así como Sigifredo Noriega Barceló, Obispo de Zacatecas. Por parte del gobierno mexicano, acudió Humberto Roque Villanueva, Subsecretario de Población, Migración y Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación.

 

Prigione, de la polémica al escándalo

 

El protagonismo con el actúan a veces los Nuncios Apostólicos, se ejemplifica bien en México con el caso de Girolamo Prigione, quien permaneció durante casi 19 años como representante del Papa, entre 1978 y 1997. En ese lapso, el Nuncio Apostólico hizo pactos con el gobierno y tendió “lazos oscuros” con el Cártel de los Hermanos Arellano Félix, terminó sintiéndose no sólo cabeza, sino dueño de la Iglesia mexicana.

 

En su momento el representante papal en México transitó de la polémica al escándalo, sobre todo cuando minimizó y escondió las denuncias de pederastia que pesaron sobre el padre Marcial Maciel, al que no ocultó su cariño, a grado de aceptarle una fiesta de despedida, en uno de sus tantos retornos a Italia.

 

Entre los escándalos del Nuncio Apostólico Girolamo Prigione, donde el menor eran sus amoríos que 

mantenía con “la Hermana Alma”, la monja que lo atendía en la Nunciatura, se encuentra la forma en que destituyó de sus diócesis a más de la mitad de los obispos mexicanos afines a la Teología de la Liberación.

 

Prigione fue un perseguidor del obispo Raúl Vera, al que retiró de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, por no estar de acuerdo con su “teología india” en Chiapas. También se confrontó con el obispo Samuel Ruiz a causa de la tarea de apoyo que la Iglesia Católica daba a los pueblos indios del sureste mexicano, en donde ordenó el cierre del Seminario Regional del Sureste, por ser semillero de los teólogos de la liberación.

 

Creó el llamado “Club de Roma”, donde integró a los obispos fieles a su modo de actuar, dejando de lado a la iglesia progresista mexicana. 

 

Con el apoyo de la Curia Romana, el Nuncio Girolamo Prigione atentó contra la autoridad de los obispos, por lo que entró en conflicto con el entonces Arzobispo Primado de México y cardenal Ernesto Corripio Ahumada, al que terminó por reducirlo a una figura decorativa de la Iglesia Católica en México.

 

Como representante personal sucesivo de los Papas Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II, el Nuncio Prigione se relacionó con varios presidentes; y Manuel Bartlett Díaz tenía la encomienda de llevarlo a jugar tenis cada semana.

 

Esa relación con el poder mexicano es lo que hizo posible que fuera el gran orquestador de las Reformas Constitucionales de 1992, para afianzar las relaciones Estado-Iglesia, mediante las cuales la Iglesia Católica pudo tener reconocimiento jurídico, a fin de hacerse de propiedades, participar en sociedades de negocios y ser activa en la vida política del país.

 

Pero el mayor escándalo que encaró el Nuncio Apostólico Prigione, fue el haber recibido en la Nunciatura la visita de los hermanos Ramón y Benjamín Arellano Félix, capos del narcotráfico a quienes el Estado Mexicano señaló de haber asesinado al Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo. 

 

Con Ramón se reunió el 13 de diciembre de 1993, y con Benjamín el 16 de enero de 1994.

 

¿Crisis diplomática?

 

El arribo a México del nuevo Nuncio Apostólico se da a menos de un mes de que el embajador de México ante el Estado Vaticano, Mariano Palacios Alcocer, presentara su dimisión al cargo. La separación del diplomático mexicano se dio también casi un mes después de que se anunciara a Franco Coppola como nuevo embajador de la Santa Sede en nuestro país.

 

Mariano Palacios Alcocer, de acuerdo a la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) de México, anunció que se separaba del cargo “por razones personales”, esto lo hizo el pasado 29 de agosto, pero su renuncia cobró efecto hasta el 1 de septiembre, bajo el argumento de atender la salud de su esposa, la señora Ana María González.

 

El embajador de México, que asumió el encargo de la representación diplomática ante el Estado Vaticano el 3 de abril del 2013, se confrontó con el jefe del Estado Vaticano, el Papa Francisco, a raíz de las declaraciones que éste vertiera en un documento privado, donde utilizó la expresión “la mexicanización”, en alusión al combate que en distintos países de Latinoamérica se viene haciendo 

al narcotráfico y al crimen organizado.

 

El que también fuera presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, reclamó en una nota diplomática al Jefe del Estado Vaticano tal calificativo, obligando a la Santa Sede a reconsidera el término “mexicanización”, haciendo que finalmente el Papa Francisco reconociera que “de ninguna manera (dicho termino) tendría una intención estigmatizante hacia el pueblo de México”.

 

Otro punto de conflicto que, se presume, orilló al embajador mexicano en el Vaticano a renunciar a su encargo, fue la confrontación abierta que ha tenido en México la Iglesia Católica con el Estado Mexicano, luego de la controvertida iniciativa para legalizar las uniones matrimoniales entre personas del mismo sexo.

 

Tras la renuncia del embajador ante el Vaticano, el gobierno de México designó a Francisco de Paula Castro Reynoso como “encargado de negocios de la delegación”, quien podría asumir el encargo de embajador en cuanto el mismo Franco Coppola presente sus cartas credenciales como diplomático ante el presidente Enrique Peña Nieto.