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YSL, para fanáticos

Yves Saint Laurent es una leyenda. Su muerte hace seis años sacudió a la industria de la moda, que le recuerda como un revolucionario, un transgresor y un creativo atrevido.

El filme que lleva su nombre, uno de dos sobre su vida presentados en festivales este año, intenta dar la misma sensación de desobediencia que los diseños de Saint Laurent, pero resulta insuficiente.

La conexión entre la vida del diseñador y su obra solo se destaca en una frase: “Solo era feliz dos veces al año”, y luego se olvida

Yves Saint Laurent es una leyenda. Su muerte hace seis años sacudió a la industria de la moda, que le recuerda como un revolucionario, un transgresor y un creativo atrevido.

El filme que lleva su nombre, uno de dos sobre su vida presentados en festivales este año, intenta dar la misma sensación de desobediencia que los diseños de Saint Laurent, pero resulta insuficiente.

Pierre Niney es, sin duda, el actor ideal para interpretar a Yves Saint Laurent. Su figura delgada se aproxima peligrosamente a lo lánguido, su cabello se acomoda de forma alarmantemente similar al del diseñador y su actuación es irreprochable.

No así la profundidad con la que la cinta explora las motivaciones de su personaje.

Los diseños de Saint Laurent miraban al futuro, pero su vida fue muy de su tiempo. Su afición por las fiestas, el sexo, el alcohol y las drogas –clichés de los años 60 y 70– ha sido documentada ampliamente, y en la realidad se exacerbó por su trastorno maniaco-depresivo.

Y aunque la obra de Jalil Lespert lo retrata, hace falta la conexión entre el Yves-persona y el Yves-diseñador, que después de todo son inseparables.

Lo pone mejor la narración desde el punto de vista de Pierre Bergé, que intenta dar esbozos de explicaciones a escenas que no las necesitan, y está ausente cuando sería más útil. Pero en una frase da en el clavo: “Solo eras feliz dos veces al año, en primavera y otoño”.

Y es que antes que cualquier otra cosa, Saint Laurent vivía para diseñar. Y cuando no diseñaba, no vivía.

Este vínculo se esboza por momentos, y puede inferirse si realmente se quiere hacerlo. Pero falta el elemento que conecta los desfiles con las fiestas, la innovación con la poligamia y el trastorno mental con los altibajos en su relación con Bergé.

Si se entrara a la sala sin ganas de esforzarse, sería sencillo percibir la cinta como una biografía armada con escenas desconectadas. Una mera sucesión de hechos elegidos al azar, sin un propósito claro.

Sin embargo, esta historia se salva por los protagonistas 

–Saint Laurent y Bergé–, y la forma en que su relación es plasmada en la trama.

Con frecuencia, sobre todo en el cine hollywoodense al que esta película es ajeno –es francesa y está en francés, por si para alguien es relevante– las relaciones homosexuales no dejan de tener un elemento de tabú, de incomodidad, de secreto.

Pero el diseñador y su socio y amante vivieron abiertamente desde el principio, aún cuando su amor comenzó con una infidelidad.

La escena clave es la que marca el inicio del romance, cuando tras revelar a Bernard Buffet –entonces pareja de Bergé– la verdad, se persiguen y besan celebrando su recién adquirida libertad para estar juntos. 

El enamoramiento y la pasión son palpables, y las interpretaciones de Niney y Guillaume Gallienne hacen sentir la conexión entre ellos –y que la audiencia desee el éxito del par.

Pero “Yves Saint Laurent” no es la película que los amantes de la moda esperan. 

Es una biografía parcial del atormentado diseñador, enfocada a su relación con Bergé, sus problemas con la depresión y su adicción al alcohol y las drogas y poco más.

La moda hace apariciones esporádicas y breves. El vestido Mondrian es usado como demostración de la rapidísimamente mencionada apertura de la primera tienda prêt-à-porter de un diseñador de alta costura, y el icónico “Le Smoking” se menciona una sola vez y no se puede ver completo.

Pero cuando la moda se asoma, el resultado es irreprochable. La fotografía de la cinta es suntuosa, las prendas en muchos casos originales y, cuando no, réplicas expertas, y el apego a los detalles históricos de los desfiles es de admirarse.

En general, la película está hecha para complacer solamente a quienes la vean buscando satisfacción. Y sin admiración por Saint Laurent o deseos de adorarlo, es una cinta biográfica más. 

> ‘Yves Saint Laurent’ (Jalil Lespert, 2014) 

La turbulenta vida del afamado diseñador desde 1958 hasta 1976, desde el punto de vista de su pareja de décadas, Pierre Bergé:

 

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