Violencia ginecológica, otra forma de violentar a las mujeres

Lo más grave es que este tipo de malas prácticas han sido “normalizadas” y “naturalizadas” dentro de los servicios médicos. La violencia ginecológica es un tema real pero con muy poca visibilidad

La violencia ginecológica es otra forma de violencia de género, sucede cuando un especialista sobrepasa los límites en la revisión física o las prácticas realizadas por integrantes del equipo de salud que pueden implicar una atención o tratamiento deshumanizado.

Va desde comentarios hirientes, machistas y racistas, hasta un maltrato en la salud sexual y reproductiva.

La Organización Mundial de la Salud, recomienda que las mujeres deben asistir a los controles ginecológicos por lo menos una vez al año. La prueba del Papanicolau es fundamental para la prevención y detección temprana del cáncer de cuello uterino. Sin embargo, hay mujeres que evitan en lo posible asistir a las consultas ginecológicas, debido principalmente a malas experiencias y traumas durante las revisiones.

La sensación de vulnerabilidad, la medicalización y la patologización de procesos naturales son parte de la experiencia común de muchas usuarias de estos servicios:

  • Juzgar prácticas sexuales en tono moralizante
  • Escuchar comentarios inapropiados de índole sexual referidos a su cuerpo o sus genitales
  • Recibir comentarios impertinentes referidos a su físico o vestimenta
  • Recibir amenazas por parte del personal que atendió su consulta ginecológica
  • Sentirse infantilizadas por el personal al realizar consultas sobre su salud ginecológica
  • Realizar tactos inapropiadas en la consulta en los que te sentiste vulnerada
  • El personal de salud le realizó procedimientos que le causaron intencionalmente dolor
  • Ser víctima de violencia sexual por parte del médico o de algún integrante del equipo médico de salud
  • Colocar algún instrumento médico sin tener claridad de qué modo dichos medicamentos pueden tener utilidad en su salud ginecológica

“Estas prácticas pueden llegar a ser más evidentes cuando las personas no se adscriben al modelo binario de género y sus mandatos”, señalan especialistas.

Este tipo de violencias anteriormente relatadas fueron presentadas por la Colectiva contra la Violencia Ginecológica y Obstétrica.

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La violencia ginecológica también se presenta en forma de maltrato hacia las pacientes cuando el profesional en salud lastima a la paciente durante la revisión.

El ginecólogo utilizó un espéculo muy grande y me lastimaba, y él sólo me repetía que era mi culpa porque no me relajaba; años después mi nueva ginecóloga me explico que hay tamaños de espéculos y que no todos le van a todas, relata una víctima.

“A veces utilizan no saben y utilizan instrumentos más grandes que lastiman a las pacientes, entonces esas cosas nos llevan a una agresión ginecológica en el trato que el médico puede dar en su consulta”, indica la ginecóloga Patricia Suaznabar.

Aunque es importante aclarar que de acuerdo con la médico Tania hay algunas preguntas que los ginecólogos y ginecólogas deben hacer para realizar la historia clínica del paciente, las cuales no deben ser consideradas ofensivas; por ejemplo, el número de parejas sexuales que se han tenido.

Las redes sociales se han convertido en plataformas de denuncia. En 2017, la activista y defensora de los derechos reproductivos, Jesusa Ricoy recabó testimonios de víctimas de violencia obstétrica.

“Una gran parte de la sociedad acepta estas agresiones como necesarias, entre otras cosas porque hay una cultura del médico salvador y la mujer ignorante que se deja hacer y que es claramente una violencia sexual que se ejerce en paritorios y consultas médicas. Hablamos de un sistema que se cimenta sobre las demás violencias machistas y la construcción social te lleva a pensar que tu cuerpo no funciona o es patológico desde la primera menstruación”, explica Ricoy a Further.

Violencia obstétrica

La Asamblea General de Naciones Unidas, en un informe publicado en abril de 2019 reconoció que la violencia obstétrica no se han abordado plenamente desde la perspectiva de los derechos humanos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) también reconoció que ese maltrato no solo viola el derecho de las mujeres a una atención respetuosa, sino que también puede poner en peligro su derecho a la vida, a la salud, a su integridad física y a no ser objeto de discriminación.

Y condenó el maltrato físico, la humillación y la agresión verbal, los procedimientos médicos coercitivos o no consentidos (incluida la esterilización), la falta de confidencialidad, el hecho de no obtener el consentimiento plenamente informado, la negativa a suministrar medicación contra el dolor, las graves violaciones de la intimidad, la denegación de admisión a los centros de salud, el abandono de las mujeres durante el parto que puede llevarles a sufrir complicaciones evitables y que puede amenazar su vida y la detención de las mujeres y sus hijos recién nacidos en los centros, tras el parto, debido a su incapacidad para hacer frente al pago.

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Lo más grave es que este tipo de malas prácticas han sido “normalizados” y “naturalizados” dentro de los servicios médicos. La violencia ginecológica es un tema real pero con muy poca visibilidad.

Debemos comenzar a cuestionar todo lo que se ha construido como ‘normalidad’, y denunciar a quienes abusan de su poder.

Dado este contexto es fundamental promover protocolos de atención que sean conocidos por quienes acuden a la consulta, fomentar prácticas de denuncia de la violencia ginecológica y obstétrica, así como la sensibilización de las y los integrantes de equipos de salud.

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