Silencio emocional

Si existe un término que comúnmente tomamos del vocabulario para describir a una persona de pocas palabras, reacia a la apertura en las relaciones interpersonales y que tiende a mostrarse con una expresión facial (casi) nula que nos impide descifrar sus sentimientos, es el de “seco”.

También podríamos ampliar nuestra compilación de calificativos y hablar de una persona “indiferente”, “rara”, “parca”, “sosa” o incluso “fría”.

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Por ciento de la población masculina puede verse afectada por
Alexitimia (AL)
Esta enfermedad es: la dificultad para identificar y comunicar emociones verbalmente.
La “ceguera emocional” se traduce en un deterioro en la relación de pareja, pues a falta de comunicación afectiva y muestras de cariño o apoyo por parte del hombre alexitímico, quien, escribe Alonso-Fernández, mantiene un comportamiento serio, reservado e independiente, la mujer llega a sentirse sola, abandonada.

Si existe un término que comúnmente tomamos del vocabulario para describir a una persona de pocas palabras, reacia a la apertura en las relaciones interpersonales y que tiende a mostrarse con una expresión facial (casi) nula que nos impide descifrar sus sentimientos, es el de “seco”.

También podríamos ampliar nuestra compilación de calificativos y hablar de una persona “indiferente”, “rara”, “parca”, “sosa” o incluso “fría”.

Pero antes de hacer un juicio premeditado y limitado, quizá sea necesario considerar un constructo que en la literatura médica recibe el nombre de Alexitimia (AL), que proviene del griego “a” (sin), “lexis” (palabra) y “thymos” (emoción), entendido etimológicamente como la dificultad para identificar y comunicar emociones verbalmente.

El concepto de Alexitimia fue dado a conocer por primera vez en la década de los 70 en un manual editado por la Universidad de Harvard, a cargo del psiquiatra de origen griego P.E. Sifneos.

Esto, tras observar que a sus pacientes con trastornos psicosomáticos les era complicado (por no decir imposible) reconocer sus emociones o encontrar las palabras apropiadas para expresarlas.

Y ante esta dificultad de desahogo emocional por medio de la palabra, los enfermos psicosomáticos se valían del cuerpo para “hablar”, utilizaban “los canales somáticos como única vía disponible para la descarga de sus emociones”, escribe en la Revista Salud Mental del INPRFM el doctor Francisco Alonso-Fernández, Catedrático Emérito de Psiquiatría y Psicología Médica de la Universidad Complutense de Madrid.

Alonso-Fernández ha estudiado y divulgado ampliamente el concepto de AL, que al día de hoy describe como un “déficit comunicativo emocional, pues ha cobrado “(…) un sentido más global, en forma de un perfil de personalidad, que abarca datos afectivos, cognitivos, psicomotores y somáticos”, menciona.

En entrevista para Reporte Indigo, la doctora Ingrid Vargas, médica cirujana con especialidad en Psiquiatría por la Facultad de Medicina de la UNAM, dice que entre un 8 y 10 por ciento de la población masculina puede verse afectada por la AL.

De hecho, son los hombres quienes llevan la batuta en esta incapacidad afectiva, pues a decir de Vargas, este padecimiento o “perfil de la personalidad alexitímica”, “es prácticamente escaso” en mujeres.

Descifrando la enfermedad

El diagnóstico de la AL, como los sentimientos de aquel que lo padece, guarda cierto “misterio”, pues no logra “descifrarse” en primera instancia.

Y es que a decir de la doctora Vargas, el paciente tiende a llegar a consulta psiquiátrica al ser derivados por médicos (no psiquiatras) con quienes previamente estuvieron bajo tratamiento por otras condiciones como “(…) depresión, problemas que tienen que ver con disfunciones somáticas, trastorno por somatización o enfermedades psicosomáticas”.

De hecho, según Alonso-Fernández, existe amplia bibliografía médica a nivel internacional que da cuenta de la prevalencia de un 20 y 40 por ciento de AL en diversas patologías físicas, “representados por enfermos digestivos inflamatorios o con la enfermedad de Crohn, los enfermos bronquiales inflamatorios o con insuficiencia respiratoria y los aquejados por dolor crónico”.

Esto, aunado a las manifestaciones físicas que se hacen presentes en los que Alonso-Fernández describe como “psicosomáticos clásicos”, como el asma bronquial, la colitis ulcerosa y la migraña, entre otros padecimientos.

O como las alergias en la piel que, dice Vargas, “son más bien manifestaciones dérmicas de las mismas emociones”.

Así, la también tesorera y miembro titular del Colegio Nacional de Psiquiatras, A.C. dice que existen cuatro pilares fundamentales que sirven de foco rojo para alertar a los especialistas sobre un posible problema de AL.

Como se ha mencionado desde un inicio, el primero, que a decir de Vargas es el “pivote” en el diagnóstico de AL, tiene que ver con la dificultad para identificar y describir las emociones propias, con una pobre comunicación afectiva.

O, como lo describe Alonso-Fernández, una “conciencia emocional inhibida o anulada, rasgo asimismo presente en el bloqueo emocional y en un amplio grupo de cuadros depresivos”.

Luego, está la dificultad para distinguir entre las emociones y las sensaciones corporales propias.

Para el alexitímico, explica Vargas, “es muy difícil distinguir que ese dolor o malestar o achaque físico tiene que ver con la parte emocional que no están sabiendo expresar”.

De ahí que, como dice Alonso-Fernández, “el alexitímico es el sujeto somatizador por excelencia”, que hace de los signos somáticos, de un problema digestivo, por ejemplo, su “refugio” para desahogar sus emociones y sentimientos.

Más adelante, Vargas habla de un tercer pilar, que es el de un pensamiento imaginario “muy constreñido”, es decir, una incapacidad para imaginar, pensar de manera abstracta y construir distintos escenarios, incluso, dice, les es difícil soñar despiertos; “su pensamiento tiende a ser muy concreto, muy limitado”, expresa.

Un tipo de pensamiento que el médico psiquiatra español Alonso-Fernández describe como “operatorio o instrumental, enmarcado en un estilo cognitivo pragmático y directo”.

Otra característica es el de “un discurso que tiende a ser muy parco”.

Ante la pregunta de “qué pasaría si…”, por ejemplo, que pueda servir de pretexto para construir una hipótesis, el alexitímico no busca soluciones complejas, ni se permite explorar la infinidad de posibilidades, solo se limita a ofrecer una respuesta práctica.

Pero cuando se les insiste o se hace el intento de llevarlos a pensar más allá, dice la especialista, “para ellos es muy complejo e inmediatamente aparecen las quejas físicas: dolores de cabeza, molestias gastrointestinales, dolores físicos inespecíficos (…)”, porque, al verse obstaculizados por este pensamiento mecánico, “(…) entonces empiezan a derivar hacia la parte física”, apunta Vargas.

El padecimiento
como ‘repelente’

La AL como “déficit comunicativo emocional” a la que alude Alonso-Fernández no solo hace referencia a la incapacidad para identificar y verbalizar las emociones propias, sino a una pobreza en la mímica y la gesticulación e incluso en la modulación de la voz, pues el discurso del alexitímico “(…) siempre tiene un mismo tono (…)”, describe Vargas.

Además, “son muy contenidos en todos los aspectos emocionales”, agrega la especialista, por lo que en un contexto social será raro que se les encuentre en una carcajada, o que sus pláticas vengan acompañadas de los ademanes físicos que invitan a prestar atención y acentúan la expresión de las emociones.

Todo esto, como anteriormente se mencionó, contribuye a que las personas construyan una imagen nada favorecedora del alexitímico, quien tiende a ser percibido como una persona déspota, seca, hosca e indiferente.

En breve, a los ojos de los demás, el alexitímico es una persona “difícil”.

“Uno se acerca a ellos y siente como una gran barrera, no expresan, no dicen nada, ni verbal, ni no verbalmente”, expresa Vargas.

En la vida personal, por ejemplo, esta “ceguera emocional” se traduce en un deterioro en las relaciones de pareja, pues a falta de comunicación afectiva y muestras de cariño o apoyo por parte del hombre alexitímico, quien, escribe Alonso-Fernández, mantiene un comportamiento serio, reservado e independiente, razón para que la mujer llegue a sentirse sola, abandonada. Y si el hombre alexitímico llegase a mostrar alguna expresión emocional dentro de la relación de pareja, es la de un estado de ánimo malhumorado, con actitud negativa, menciona el especialista, lo que lo lleva a convertirse, entonces, “(…) en un agente frustrante para su compañera”.

Pero la doctora Vargas aclara que en ningún momento el alexitímico tiene la intención de hacer daño, pero la cruda realidad es, dice, que “sencillamente no pueden conectar y si no pueden conectar con ellos mismos, menos van a poder conectarse con otras personas”.

Padecimiento de hombres

Lo que podría explicar esta “desigualdad” de género es la biología, dice Vargas.

Al ser un padecimiento que está relacionado con la conectividad entre ambos hemisferios cerebrales y “entre lo que es el sistema emocional en el cerebro y el sistema consciente, que es la parte de la corteza cerebral”, se habla de que diferencias en la anatomía y función de este órgano pueden explicar la alta prevalencia de la AL en la población masculina.

Vargas menciona que una de las teorías con más peso que se ha postulado hasta el momento, es la que se atribuye al cuerpo calloso, la estructura que hace posible la conexión de los dos hemisferios y, por ende, nuestro (buen) funcionamiento a nivel cerebral.

Lo que se llegó a decir, explica la especialista, es que la AL tenía que ver con el predominio de un hemisferio, específicamente el derecho, que se ha demostrado que tiene una mayor relación con emociones negativas, y “en el que además”, agrega, “no hay una adecuada identificación y expresión de las emociones”, por lo que la persona tiende a somatizar.

Una conectividad “irregular” entre ambos hemisferios, en la que uno tiene un mejor “desempeño” que el otro.

Alonso-Fernández escribe que las mujeres tienen “un cerebro con la integración interhemisférica más completa o unitaria que la del cerebro masculino, por disponer de un cuerpo calloso (…) de mayor volumen”.

Tratamiento

La doctora Vargas habla de dos tipos de psicoterapia a la que el alexitímico puede responder de manera favorable.

“Psicoterapia interpersonal”

Busca minimizar el número de conflictos alrededor del paciente, como una manera de ayudarlos a simplificar los mismos.

“Análisis introspectivo”

Implica un trabajo conductual, pues lo que se busca, dice la especialista, es que los pacientes mejoren su conciencia emocional, “que aprendan a nombrar y a expresar las emociones”.

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