Ser un adicto al sexo: esto es lo que ocurre en el cerebro de los hipersexuales

Lejos de lo que podría pensarse, la adicción al sexo conlleva procesos psicológicos, psiquiátricos y químicos para el cerebro de quienes lo padecen. Aquí te explicamos:
Monserrat Ortiz Monserrat Ortiz Publicado el
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Años atrás, e incluso hasta nuestros días, el sexo, la sexualidad y la voluptuosidad engendrada en todas sus representaciones, fueron tabús que muchas sociedades intentaron arrinconar en un cajón oscuro.

Pero esa insistencia en ocultar la naturaleza humana, lejos de mantenernos fuera de su alcance, la convirtieron en un sueño delicioso, en la meta última que el propio cuerpo obliga a alcanzar.

Y para otros, ese encuentro con el deseo más primitivo de la biología se ha transformado en el pan de cada día sin el cual ya no podrían sobrevivir.

Aunque la hipersexualidad no es considerada formalmente una adicción, sí está clasificada como un desorden de salud mental según la Clasificación Mundial de Enfermedades (CIE) de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

“Así como tenemos varios defectos de carácter, la lujuria es uno de esos”, nos confesó Luis, de 38 años, durante una reunión de 12 pasos en Sexólicos Anónimos.

“Lo que a mí me hace doblegar es la pornografía, la masturbación y la prostitución. Yo empecé a buscar prostitutas todo el tiempo. Yo sentía mucho dolor y desesperación si no tenía sexo con prostitutas”.

Como Luis hay más. Algunos atribuyen su malestar a la genética, unos más, al karma; otros a los abusos sufridos en la infancia y muchos creen que se trata de un problema espiritual.

Según los manuales de psiquiatría, su padecimiento se denomina “comportamiento sexual compulsivo por trastorno de hipersexualidad”.

La prevalencia de que alguien padezca hipersexualidad está entre el 5 y 15 por ciento de la población mundial, nos dijo Gabriela Orozco Calderón, especialista de la Facultad de Psicología de la UNAM.

Y la mayoría son varones casados que pueden iniciar con la masturbación excesiva, la pornografía y el cibersexo; para después acudir a la prostitución y terminar con la poligamia.

Pero, ¿qué ocurre realmente en la vida de un “adicto al sexo”?

El desorden no se trata de cuántas parejas sexuales pueda tener una persona ni de la cantidad de sexo, dice la OMS.

La enfermedad mental inicia cuando el sexo se convierte en “el centro de la vida de esa persona hasta el punto de descuidar su salud o cuidado personal, u otros intereses, actividades y responsabilidades”.

Así lo confirmó la doctora Gabriela Orozco, con quien platicamos para que nos explicara qué ocurre en la psique de los hipersexuales.

“Se presentan conductas sexuales excesivas e inapropiadas que, posteriormente, van a generar una sensación de malestar y un deterioro en la función en uno o más de los dominios de la vida de esta persona”.

La hipersexualidad, dice, se caracteriza en función de la frecuencia y la intensidad de las fantasías sexuales; las reacciones del cuerpo y la cantidad del ansia o deseo.

La mayoría de quienes padecen esta condición, son personas casadas o comprometidas que engañan a sus parejas con más de una persona.

“Entendido en el sentido similar a los adictos, como el antojo excesivo; y las conductas sexuales asociadas con una dificultad de la inhibición y el control de impulsos sexuales, resultando una conducta compulsiva”.

Las reacciones sexuales de un adicto, explica la doctora, van escalando conforme pasa el tiempo. Inician con una intensidad baja hasta llegar a límites extremos; sin embargo, cada vez son menos placenteras.

Por eso los hipersexuales generan una tolerancia al placer, al igual que ocurre con otras drogas. Cada vez necesitan más para sentir lo mismo.

Y aunque el consumo llega a ser más intenso y fuera de lo normal, ellos creen que todavía tienen el control de las situaciones.

Muchos adictos al sexo han manifestado sentirse mal antes y después de realizar las actividades sexuales que, a momentos, los satisfacen.

Para la especialista, los orígenes de la hipersexualidad están relacionados con el objetivo de reducir estados emocionales negativos como la ansiedad, la vergüenza y depresión.

“Estos deseos y conductas sexuales repetidas van a ser en respuesta a estados de ánimo como ansiedad, depresión, aburrimiento, irritabilidad o cuando hay una situación muy estresante. Es como un escape”.

Así funciona el cerebro de un adicto al sexo

El cerebro humano tiene zonas encargadas de procesar distintas funciones del pensamiento como el aprendizaje, la memoria, la toma de decisiones, las emociones y la activación del deseo sexual.

También tiene mecanismos que impulsan a las personas a cumplir un objetivo, llamado “motivación” en la psiquiatría.

Pero en el cerebro de los hipersexuales, dice Orozco Calderón, existen deterioros en varios de los sistemas funcionales que regulan su pensamiento.

Sus cerebros, dice, suelen manifestarse de forma similar al de los drogadictos.

“Existen evidencias, desde la neurociencia, que indican que el cerebro de un adicto sexual, en muchos casos, trabaja igual que el de las personas adictas a las sustancias”.

La dopamina, sustancia química cerebral relacionada con el comportamiento y el placer como recompensa, muestra en ellos una “hiperfuncionalidad”, mientras que la mayoría presenta menores índices de serotonina, neurotransmisor relacionado con el control de las emociones y el estado de ánimo.

Es decir: quienes tienen una adicción al sexo, podrían tener una cantidad de dopamina en el cerebro mayor a los niveles que tiene una persona “normal”.

“Es similar a los que son adictos a la cocaína. La cocaína también está implicada en el sistema de la dopamina cerebral. Ambos padecimientos comparten el mismo déficit de inhibición de la conducta”.

¿Por qué ocurre? Posibles causas de la hipersexualidad

“Yo desde niño ya me hacía fantasías con las imágenes de las niñas e imaginaba qué podría haber debajo del vestido”, confiesa Luis.

“En muchas ocasiones, de pequeño, llegué a caer también en parafilias. Recuerdo que también me ponía a oler la ropa íntima de mis hermanas, de mi mamá. Me sentía solo. Todavía me siento solo”.

La tendencia, dice la especialista, es que este tipo de conductas inicien desde la adolescencia, entre los 15 y 18 años.

Además de las lesiones cerebrales, los factores de riesgo radican en la existencia de otros tipos de trastornos mentales en el individuo. A saber:

El déficit de la personalidad, relacionado con personas introvertidas, tímidas, con baja autoestima y fobia social; así como individuos que mantienen relaciones interpersonales deterioradas.

También podrían sufrirlo quienes presentan algún déficit cognitivo, es decir, limitaciones para procesar la información, personas con atención dispersa o que tienden a distraerse.

“Eso nos habla de cerebros que no están trabajando adecuadamente en el procesamiento de la información”, dice la doctora.

Otras posibles causas son:

• La adicción a sustancias
• Depresión y ansiedad
• La reducción de movilidad o la actividad social
• El abuso sexual o psicológico en la niñez y la adolescencia
• Lesiones cerebrales
• Tener epilepsia, síndrome de Tourette, demencia o esclerosis múltiple

Y algo que pudiera interesar a muchos, es que también pueden convertirse en hipersexuales quienes se están recuperando de otra adicción.

“Quien se está recuperando de una adicción a la comida, al juego, al alcohol, tabaco o alguna sustancia, puede desarrollar también una adicción al sexo”.

La genética también influye, dice Gabriela Orozco. Individuos que tuvieron padres adictos o con parafilias también son propensos a desarrollar una conducta sexual compulsiva.

Estos son los síntomas de la hipersexualidad

“Lo que nos rige es el egoísmo”, comenta Luis, quien engañó en múltiples ocasiones a su esposa para encontrarse con trabajadoras sexuales.

“Siempre estamos al límite de nuestras emociones. Somos egocéntricos, soberbios; o estamos hasta abajo, pensando que somos lo peor. Estamos entre un polo y otro. Y sí, tenemos resentimientos. Hacia nosotros, los demás, o la vida. Tenemos odio”.

La hipersexualidad se manifiesta como una promiscuidad prolongada con dependencia a las actividades relacionadas con el sexo, explica Gabriela Orozco.

Son personas que pueden derrochar muchas horas en las salas de chats online para encontrar pornografía, cibersexo o concretar encuentros reales.

“Se sienten ansiosos cuando lo están buscando en línea. Ni siquiera una emoción buena onda, sino que objetivizan al otro: el otro es un objeto, a diferencia del sexo normal donde por lo menos te tiene que caer bien una persona, para ellos el otro es un objeto de satisfacción”.

Quienes padecen hipersexualidad, aún cuando acaban de tener sexo con alguien, ya están planeando el siguiente encuentro y eso les provoca excitación.

Además, esconden sus interacciones. Son personas que llevan una doble vida.

Los hipersexuales tienen frecuentes sentimientos de culpa o vergüenza cuando terminan el acto sexual, pues la mayoría de ellos son casados.

Aunque pareciera que lo disfrutan, dice la especialista, experimentan tensión antes y después de sus encuentros y un cierto grado de placer únicamente cuando lo están haciendo.

Estas personas también padecen un síndrome de abstinencia cuando no logran satisfacer sus deseos sexuales compulsivos.

“Se ponen de mal humor, les duele la cabeza, el estómago, vomitan, tienen síntomas de abstinencia como si fueran adictos a una sustancia”.

Quienes tienen una adicción al sexo también podrían presentar otro tipo de trastornos mentales tales como la depresión, ansiedad, manías, hiperactividad, trastorno de déficit de atención, trastorno obsesivo compulsivo y trastornos paranoides.

“Y la lista puede seguir”, dice la experta. “Sí puede ser comórbida con muchas otras enfermedades psiquiátricas”.

Niveles de la hipersexualidad: ¿adicto al sexo o agresor sexual?

La doctora Gabriela Orozco explica que, para establecer una terapia, se debe determinar primero en qué nivel de comportamiento sexual compulsivo se encuentra el paciente.

Estos son los niveles de la hipersexualidad:

1. Comportamientos tolerados socialmente; es decir, quienes practican cibersexo, ven pornografía y recurren a servicios sexuales en vivo con más de una persona.

2. Cuando existen sanciones legales; o sea, aquellos que pueden faltar a las reglas sociales con acciones como el exhibicionismo, voyerismo, espionaje, llamadas telefónicas indeseadas o vandalismo sexual, es decir, caricias no aprobadas por quien las recibe.

3. Cuando cometen abuso sexual; conductas referentes al incesto, violación y violencia sexual.

Sin embargo, es importante aclarar que un agresor sexual podría no ser alguien con hipersexualidad y viceversa, dice la experta.

“El perfil de un agresor sexual tiene un comportamiento anti social, delictivo, agresivo e incluso puede ser sádico… normalmente abusan de las drogas, son depredadores”.

Los agresores sexuales, además, transgreden las normas sociales y derechos humanos. Es decir: no todos los adictos sexuales son delincuentes y violadores; y no todos los delincuentes sexuales padecen una enfermedad mental por hipersexualidad.

¿Tiene consecuencias ser un “adicto al sexo”?

“Lo que pienso es, mejor me muero o busco la muerte. A veces quiero hacer las cosas bien y lo arruino porque realmente es lo que busco: me gusta sentir adrenalina, estar en peligro”, reflexiona Luis.

Y es que, como todo padecimiento mental, la hipersexualidad también puede dejar estragos en la vida y entorno de quienes la sufren.

Daños a la salud

Para empezar, dice la doctora Orozco, son personas que frecuentemente se enfrentan a situaciones que podrían poner en riesgo su vida. Y si no se detienen, la situación puede escalar hasta poner también en peligro la vida de otros.

Las consecuencias pueden ir desde infecciones de transmisión sexual, embarazos no deseados, violencia, robos, hasta la comisión de delitos.

“La masturbación compulsiva puede llevar a infecciones, a enfermedades en los órganos sexuales, el pene, la vagina, el ano”.

Daños en el entorno

Además del daño físico y de la salud, son personas que suelen descuidar su entorno social y dejan a un lado a su familia, amigos y trabajo para vivir por y para el sexo.

También pueden tener problemas legales si cometen vandalismo sexual y tocan o se acercan a alguien más sin su consentimiento, como Luis; quien en varias ocasiones utilizó el transporte público con el único fin de tocar cuerpos de mujeres.

“Nosotros sabemos que está mal, pero seguimos en esto. Los adictos estamos muertos espiritualmente, no hay coherencia entre lo que decimos y hacemos, somos personas que no hacemos lo correcto ni estamos equilibrados emocionalmente”.

Daños económicos

Gastar frecuentemente en moteles, preservativos, lubricantes, trabajadoras sexuales y membresías en páginas porno podría dejar a muchos en la calle.

En ocasiones, los adictos al sexo merman su propia economía por la necesidad de pagar por todo aquello que le satisface.

Esto puede empeorar, cuando sabotean sus relaciones laborales y son despedidos de sus empleos.

Y como necesitarán más dinero, pueden cometer delitos para conseguirlo.

“Pueden robarle dinero a la mamá, por ejemplo, o toman dinero que es para otros objetivos, como algo patrimonial. Puede haber despido laboral porque hay individuos que pueden estar masturbándose todo el tiempo en el trabajo o utilizar el espacio laboral para sus encuentros”.

La terapia Cognitivo-conductual, finaliza Orozco, puede ser una opción para quienes deseen restablecer su vida normal; pues sigue el mismo tratamiento empleado para quienes tienen adicciones a sustancias.

También se puede buscar terapia familiar y de pareja, terapia farmacológica; e incluso, acudir a grupos de autoayuda como Sexólicos Anónimos.

@ItsMonseOrtiz

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