Sebastián Muñoz tenía la inquietud de dirigir una historia que pudiera sentir personal, que transmitiera su esencia como hombre gay en Chile

Sebastián Muñoz describe el camino de El Príncipe

El cineasta chileno Sebastián Muñoz estrenó de manera limitada en su país y festivales internacionales El Príncipe, ficción desgarradora y que describe cómo suceden las relaciones sexuales al interior de una prisión del siglo XX

Cuando apenas era un estudiante de cinematografía, Sebastián Muñoz tenía la inquietud de dirigir una historia que pudiera sentir personal, que transmitiera su esencia como hombre gay en Chile, pero no encontraba ninguna ficción que le complaciera a plenitud.

Comenzó a trabajar como director de arte dentro del campo fílmico y, mientras tanto, pasó el tiempo; fue hasta 2010, que un amigo suyo encontró a las afueras de La Vega Central de Santiago (una de las centrales de abastos más grandes de la capital chilena) un tendido en la calle donde ofrecían un libro con una portada que cautivó su atención.

Un hombre semidesnudo entre unos barrotes era la portada de El Príncipe, de Mario Cruz, autor chileno poco conocido; el amigo de Muñoz compró el libro por 500 pesos (aproximadamente 50 centavos de dólar) y llegó a un almuerzo donde se encontraba el entonces diseñador de arte, se lo mostró y Muñoz al leer las primeras cinco páginas quedó cautivado por completo.

Con el mundo que presentaba Mario Cruz, la crudeza o la forma de presentar lo que Jaime —el ahora protagonista de la película— empieza a vivir, me empecé a reconocer en ese joven que está definiendo su sexualidad y lo difícil que era la homosexualidad en Chile. Le pedí que me prestara el libro y cuando lo leí sabía que esto era lo que quería contar”, describe Muñoz, en entrevista con Reporte Índigo.

Además, la historia de Jaime es singular, porque sucede al interior de una prisión en Chile, en la década de los 70, donde conoce a “El Potro”, un hombre mayor que tiene el dominio de la cárcel y busca a jóvenes que puedan estar dispuestos a la sumisión; entonces, Jaime es apodado “El Príncipe”, por su actitud inocente e ingenua ante lo que se vive al interior de las celdas.

Lograr el financiamiento de su primer largometraje fue una odisea que a Muñoz le tomó cerca de una década, precisamente, por esta temática y por cómo se desarrollan las relaciones interpersonales en la prisión que plantea El Príncipe; sin embargo, lograron estrenar la película por primera vez en 2019 y desde entonces ha recorrido festivales internacionales.

“Para mí es importante la historia de los afectos, lo que más me inspiraba y donde encontraba un discurso súper potente era con estos hombres encerrados en un mismo espacio y cómo la necesidad de afecto y también de su sexualidad los llevaba a tener relaciones entre ellos mismos, pero no necesariamente siendo homosexuales”, agrega el cineasta.

El Príncipe, que se presentó en México durante el Festival Internacional de Cine LGBT+ Cuórum Morelia, seguirá recorriendo otras muestras fílmicas alrededor del mundo e, incluso, podría lograr un estreno en salas alternativas en México el próximo año, según describe Muñoz.

Sebastián Muñoz continúa en busca del escritor

Una vez que Sebastián Muñoz definió que quería llevar El Príncipe a la pantalla grande, el siguiente reto era encontrar al autor, ¿acaso seguiría vivo?, ¿dónde estaba Mario Cruz? El realizador se topó entonces otra historia inverosímil y surreal: tuvo que rastrear a través de contactos y pistas, teléfonos y direcciones antiguas, dónde podía ubicarse el escritor.

“Conseguimos la dirección donde vivía el escritor, entonces, fuimos un sábado ni muy temprano ni muy tarde, llegamos un mediodía a tocar la puerta y vimos que quien nos abrió la puerta era la misma persona que aparece en la contraportada del libro, solo que avejentado, y le contamos la historia de que queríamos hacer la película”, narra el cineasta.

Cruz, quien en ese entonces tenía 87 años, resultó vivir una historia muy similar a la que sucede en El Príncipe, ya que tenía una relación sentimental con otro hombre 20 años menor que, de hecho, es la persona que aparece en la portada del libro; además, es casado, tiene hijos y vive a la vuelta de su casa, por lo que ha sido una relación secreta durante décadas.

“Mis amigos me decían ‘¡La película está ahí! No en el libro’, y bueno empezamos a tener juntas y él me llevaba revistas porno de regalo y me ponía tango. Pero tuvimos una separación, porque cuando obtuvimos un primer fondo, él pensó que me había hecho millonario y nos demandó”, recuerda Muñoz.

Censura en El Principe

Sebastián Muñoz explica que, lamentablemente, no tuvo derecho a un corte final, hubo mucho material que quedó fuera; su primer corte era de dos horas y 40 minutos, el largometraje terminó en 96 minutos.

“Todas las escenas de sexo terminaban en eyaculación y los productores me dijeron ‘si las pones no vas a quedar en ningún festival’ y no es que me arrepienta, pero mi mirada con respecto a la sexualidad y erotismo era mostrar los cuerpos y las relaciones tal cual son, libres y sin miedo. Pero en Estados Unidos los distribuidores son los únicos que dejaron todas estas escenas”, comparte.

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