Reseña: Once Upon a Time in Hollywood, la cinta más íntima de Tarantino

Alerta de spoilers: el siguiente texto contiene información reveladora de Once Upon a Time in Hollywood, la novena cinta de Quentin Tarantino
Roberto Trejo Roberto Trejo Publicado el
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ALERTA DE SPOILERS: el siguiente texto contiene información reveladora de Once Upon a Time in Hollywood, la novena cinta de Quentin Tarantino.

En plena era de las franquicias y los remakes, pocos son los directores que logran despertar un interés legitimo en la comunidad cinefila. Uno de estos artistas es el legendario Quentin Tarantino, cuyo trabajo puede tener varios detalles pero jamás pasa desapercibido.

Para su novena obra (si se cuenta Kill Bill como una sola película), el polémico realizador lanza toda la carne al asador con un elenco compuesto por Leonardo Dicaprio, Brad Pitt, Margot Robbie y Al Pacino; quienes dan vida a un guión ambientado en la era de los asesinatos de la Familia Manson.

Aquel que acuda al cine esperando una película de acción (al estilo Inglourious Basterds o Django Unchained), y que involucre de lleno a Charles Manson, probablemente se lleve a una decepción, pues estos crímenes son un mero pretexto para el objetivo que realmente persigue Tarantino.

El cineasta criado en Los Angeles, California, ofrece su trabajo más íntimo: una recreación del Hollywood dorado de los 60, que reconstruye calles enteras y lugares icónicos, además de revivir a algunas de las estrellas más grandes de la época.

Una de las quejas más frecuentes hacia la cinta, desde su estreno el 26 de julio en Estados Unidos, es el abuso de largas secuencias en automóvil, las cuales son empleadas por el director para mostrar detenidamente cómo era aquella ciudad de sus años de infancia.

No es casualidad que Tarantino haya comparado este trabajo con Roma de Alfonso Cuarón y su milimétrica representación de la Ciudad de México de los 70. Ambos cineastas, mayores de 50 años, retratan el anhelo de una época que sólo puede volver gracias a la magia del séptimo arte.

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Si bien la cinta no está cargada de acción y violencia (salvo los 30 minutos finales), si cuenta con los otros elementos clásicos de la filmografía de Tarantino: grandes diálogos, humor negro, montaje de primera y un soundtrack curado por uno de los mejores musicalizadores de la historia.

El director juega con la dicotomía del estrellato. Por un lado están el actor Rick Dalton y su doble de acción Cliff Booth, quienes luchan por sobrevivir en la industria cinematográfica, mientras que al otro extremo vemos el ascenso de la actriz Sharon Tate y su esposo Román Polanski.

La química entre los personajes de Dicaprio y Pitt es brutal. Mientras Dalton es inseguro y tiende a quebrase, Booth vive sin muchas preocupaciones y con la seguridad de contar con la habilidad necesaria para patear el trasero a cualquiera; incluido el mismísimo Bruce Lee.

Es difícil elegir cuál de los dos actores se roba la película. Brad ofrece una de las actuaciones más sólidas de su carrera, pero los ejercicios de meta-actuación de Leo y la manera en que se muestra vulnerable ante la cámara lo vuelven memorable.

Tarantino recicla un recurso clave de Inglourious Basterds: hacer una recreación histórica precisa para luego cambiar radicalmente el final. Tal y como asesinó a Adolf Hitler, aquí salva a una embarazada Sharon Tate de ser asesinada de manera horrible por la Familia Manson.

Es así que el nombre Once Upon a Time in Hollywood adquiere un nuevo significado (más allá del homenaje a Sergio Leone): el de un bello cuento en que la industria del cine sigue siendo dorada, pues su inocencia no es arrebatada por una comuna de hippies asesinos.

Hace algunos años, Tarantino anunció que se retirará tras filmar 10 películas, pues no desea caer en lo que él denomina como “Cine de Geriátrico”; pasado de moda y que no conecta con las nuevas generaciones. En pocas palabras, retirarse en lo más alto para no sufrir la estrepitosa caída.

Estos miedos e inquietudes son expresada por Rick Dalton, quien debe lidiar con la pérdida de vigencia luego de ser encasillado y la duda constante sobre si debería retirarse; pues los tiempos están cambiando, al igual que los gustos de los espectadores.

“Cuando Easy Breezy tenía 20 años, el era joven y guapo… podía montar cualquier caballo. El chico lo lograba todo. Ahora tiene casi 40 años y está muy lejos de ser el mejor, cada día es menos útil”, señala Dalton, sobre la novela que está leyendo, instantes antes de quebrarse al verse reflejado en aquel personaje.

Sin embargo, esta cinta deja ver que Tarantino sigue vigente en la cultura popular; así lo demuestran los 114 millones dólares (mdd) recaudados en Estados Unidos, 65 mdd en el extranjero, más lo que sume a partir de este fin de semana en Latinoamérica.

El lado oscuro de Once Upon a Time in Hollywood

La principal queja contra la novena de Tarantino son los pocos e insustanciales diálogos que tiene la Sharon Tate de Margot Robbie, lo cual contribuye al nulo desarrollo del personaje; mostrada siempre como una Barbie de gran sonrisa, buen ánimo y sensuales pasos de baile.

Hay momentos de la cinta que dan la impresión que Tarantino busca provocar a sus potenciales censores; compuestos en su mayoría por el movimiento #MeToo, tras las acusaciones de abuso sexual contra Harvey Weinstein, su antiguo productor de cabecera.

Ya que con chistes sobre cómo supuestamente Cliff asesinó a su esposa o mostrando de manera gráfica como el personaje de Pitt destroza la cabeza de una joven mujer de la Familia Manson, la cinta está más que servida para la polémica.

Pero eso no es todo, algunas personas han llegado a catalogar la cinta como una extensión del discurso de Donald Trump. El volver a una época antigua en la que, supuestamente, todo era mejor y la cual era dominada por el hombre blanco. Make America Great Again.

La manera en que los protagonistas se expresan de los mexicanos y la caricaturización del único actor de ascendencia asiática (Mike Moh como Bruce Lee), así como la falta de personajes femeninos fuertes, alimentan esa hipótesis.

Queda en cada persona determinar si estos juicios expresados durante las últimas semanas son atinados o caen en la sobreinterpretación.

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