Recrean el Mihcailhuitl en el INAH

Los miembros de la localidad de Cuacuila, Puebla, realizaron una instalación arquitectónica y museográfica de una casa tradicional de su región, dentro de la cual colocaron un altar de muertos compuesto por elementos representativos
José Pablo Espíndola José Pablo Espíndola Publicado el
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Oraciones, procesiones y gastronomía tradicional son parte de los elementos que integran el Mihcailhuitl, la fiesta de los difuntos de Cuacuila, del municipio de Huauchinango, Puebla, ritualidad que fue recreada por habitantes de esa comunidad en el patio central del Museo Nacional de Antropología (MNA), con la finalidad de dar continuidad a esta tradición.

Los miembros de la localidad de Cuacuila realizaron la instalación arquitectónica y museográfica de una casa tradicional de su región, dentro de la cual colocaron el altar de muertos, compuesto por elementos como patzcalli, mole con guajolote, tamales de alverjón, frutas de temporada, cervezas, aguardiente, cigarros, agua “para mitigar el largo viaje de los difuntos”, pan, veladoras y arcos de cempoaxóchitl.

Los arcos que rodean las orillas de la mesa, son adornados de indumentarias femeninas y masculinas entre las que sobresalen: fajas, blusas, enredos, camisas, enaguas, rebozos, sombreros, botas, morrales y machetes. La presencia de tales elementos responde a que en la cosmovisión de los nahuas de Cuacuila, en el mundo de los muertos, el difunto tiene las mismas ocupaciones que en su vida terrenal, es decir, posee una pareja, casa, parientes, compadres; come, duerme y trabaja; cumple con obligaciones colectivas y asiste a rituales.

Reciben a los difuntos con alimentos como patzcalli (elaborado a base de pipián y chile guajillo), frutas, aguardiente, ropa y arcos de cempoaxóchitl

El antropólogo Diego Prieto, director general del INAH, señaló que “los muertos están entre nosotros como recuerdo y presencia”, siguen perteneciendo a la familia, regresan año con año para acompañar a sus seres queridos y son parte de la comunidad.

“Los días 1 y 2 de noviembre se realiza la fiesta de los muertos, y se denomina fiesta porque celebramos que aquellos seres queridos siguen entre nosotros. Entre los nahuas de Cuacuila, la fiesta es presencia, compañía y protección, esos difuntos que se constituyen como antepasados, son los que protegen y median ante las divinidades para que la comunidad siga viviendo con bienestar”, expresó.

El titular del INAH añadió que las culturas indígenas se mantienen vigentes, “México es una nación pluricultural que se enorgullese de sus diversos pueblos originarios. Por eso, es muy importante que en el Museo Nacional de Antropología sepamos que el pasado y el presente se unen; el patrimonio es un conjunto de bienes, saberes y símbolos que siguen vivos porque nosotros les damos significado”.

Cuacuila, comunidad asentada en la Sierra Norte de Puebla, realiza año con año esta actividad que también es una celebración de tipo agrícola porque marca el cierre de la cosecha. Del 25 al 30 de octubre los mercados de la localidad se abastecen de flores, comida y veladoras.

Habitualmente, la gente llama a las almas por medio de oración e incienso, comen en sus hogares y por la tarde asisten al cementerio local para limpiar la tumba del difunto y ofrendar

De acuerdo con los pobladores, el día 31 de octubre inicia el Mihcailhuitl con el recibimiento que se hace a los niños fallecidos. Por medio de un camino hecho con pétalos de cempoaxóchitl, la familia señala a los difuntos la entrada al altar. En la puerta, es colocada una cruz o a veces dos (depende de la costumbre de la familia), en tanto que los alimentos acomodados no llevan picante.

El altar de esta comunidad del norte de Puebla permanecerá hasta el 28 de octubre.

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